La incuestionable hondura | Sobre «En busca de una pausa», de Juan Carlos Abril


En busca de una pausa demuestra de nuevo la madurez lírica de Juan Carlos Abril y su capacidad para unir la poesía tradicional y la culta. Nos encontramos, sin duda, ante uno de los poemarios más importantes de 2018.
© IDOIA ARBILLAGA

Juan Carlos Abril (Los Villares, Jaén, 1974) ha publicado los libros de poemas Un intruso nos somete (1997), El laberinto azul (2001) y Crisis (2007). En todos ellos desvelaba una voz poética y una visión de la existencia insólitamente maduras para un autor de su edad, cuyos versos antes parecían concebidos por un poeta ya instalado en la visionaria madurez, que por el joven de poco más de veinte años que era cuando apareció su primera obra lírica. Crítico literario riguroso, profesor universitario serio y ensayista, con publicaciones y reconocimiento tanto en Europa como en Hispanoamérica, Juan Carlos Abril ofrece aquí, En busca de una pausa, una obra de reflexión que, sin servirse de farragosos análisis metafísicos, desarrolla su visión del paso de la vida desde una mediana edad equilibrada y lúcida. La incuestionable hondura de la voz de Abril nos lleva, una vez más, a presumirle una edad que está lejos de tener, pues apenas atraviesa la medianía de la cuarentena cuando aparece este libro. En consecuencia con ese cruce del Ecuador, que Abril ha atravesado de formas distintas y provechosas, el autor echa la mirada atrás para cuestionarse logros y fracasos, viejos propósitos, desengaños y la clara noción de que no siempre apostamos por aquello ni por aquellos que realmente valían.

La incuestionable hondura de la voz de Abril nos lleva, una vez más, a presumirle una edad que está lejos de tener, pues apenas atraviesa la medianía de la cuarentena cuando aparece este libro.

Esta en ocasiones dura, pero a la vez enormemente sutil, evaluación del pasado y de las viejas decisiones se manifiesta en el léxico desde la coherente elección de sus correspondientes campos semánticos, se observa pues la elección y reiteración de sustantivos como: «recuerdo» o «recuerdos», «raíces», «recordar, «ruinas», etc. O, en relación con la hipocresía del juego social, con la requerida doble cara, son relevantes los sustantivos: «gestos», «espejos», «disfraces», «antifaz», etc. Como todo rasgo formal de la poesía de Abril, el léxico está elegido con precisión, buscando connotaciones muy medidas que rehúyan ecos rimbombantes; se trata de un vocabulario que sin renunciar a la especificidad del cultismo («palimpsesto», «amicitia»), es predominantemente estándar, sencillo, y que sin embargo recrea un elevado universo de emociones e ideas caracterizado por la sugerencia, que conforma una visión desde la mitad de la vida que se confronta y a la vez reconcilia con el candor de la fe juvenil. Y que se desliga de viejas adhesiones, antiguas certidumbres y relaciones humanas que poco o nada le ofrecieron.

El poeta Juan Carlos Abril

En conjunto, el libro de poemas reúne diecinueve composiciones largas con base métrica y rítmica en la silva, que se agrupan en cinco partes: «Aunque sea para vivir» que funciona como una introducción temática, «De amicitia» del tópico que adelanta el título, con interesantísimas alusiones que el buen lector entenderá («¡Ah, falsos capitanes a babor!» por citar una de ellas) y resabios de desengaño, «Esperar es un camino», centrado en temática amorosa, pero sin abandonar el tono anterior, del mismo modo que en las dos partes finales: La cicatriz del ruido, y Vuelta, con ese memorable poema Ave Félix (sic). La obra posee una sencillez sólo aparente, su estructura y contenido esconden lecturas y matices, que exigen toda la atención del receptor.

Es de señalar la riqueza formal del texto; en estos tiempos de una poesía tan débil, en donde el trasunto de lo cotidiano se confunde con la pobreza expresiva, donde reina la machaconería del coloquialismo y la palabra vacía o de connotaciones extremas, el libro de Abril se erige como una rara muestra, como notable modelo de un discurso lírico que construye poemas largos sin incurrir en la épica patética o en una explicación obvia, uso tan extendido en la poesía coetánea. Sobresalen por su delicadeza metáforas, antítesis, alegorías medidas, sutiles pero de gran belleza y valiosa expresión: «Has renunciado a la amistad / y a su oscura provincia», dice en La nave no va. «Y los huesos / a punto de volverse / verdades sin hogar […]» (de Palimpsesto); o «viene tras el rumor oscuro / de la habitación verde / de los remordimientos» (de Por un atajo), también «En eso puede consistir la vida: aprender a soñar, a despedirse» (de Consejo).

De otro lado, sobresalen algunos versos con carácter axiomático: como «carácter es destino», o «porque el perdón no olvida, / sino que mira hacia otro lado», también «Quien el rencor habita / todo le deben», igualmente «algunos piensan que han buscado / bastante, pero otros nunca / se detienen», y también el aforístico «concédete permiso / para esperar. Es un camino».

Por otra parte, temáticamente se aborda la dualidad, la alteridad del Yo («¡Despierta al otro que hay en ti!) que articula el discurso, la eterna oposición entre lo que somos y lo que fuimos, quienes quisimos ser y quienes asumimos que somos, la asunción de la realidad «y su misterio de bambúes»; del mismo modo se indaga en el amparo que busca el creador en la palabra, en el fracaso —a veces— del logos y la Literatura como asideros vitales. No obstante, el regusto del desengaño existencial no cierra las puertas a la esperanza, no hay amargura ni rencor: «Hay que recuperar los sueños / y la nostalgia del futuro», adelanta desde el principio. Y deja lugar al amor, a las relaciones, a los sueños, a la lealtad a lo que es justo, a las causas en las que creemos todavía.

Logra aquí Juan Carlos lo que rara vez hallamos en nuestra confrontada historia de la Lírica, ofrecer poemas en donde se conjuga lo mejor de la poesía tradicional y la poesía culta,

Finalmente, a fuerza de sumar obras líricas, antologías, ediciones, ensayos y publicaciones de amplio espectro y reconocimiento, ya no nos sorprende la calidad del trabajo de Juan Carlos Abril, pero En busca de una pausa no deja de admirarnos nuevamente por el calado de sus versos, por esa altura lírica, por la revelación y universalidad que hay en estos metros que nos dejan asombrados. Logra aquí Juan Carlos lo que rara vez hallamos en nuestra confrontada historia de la Lírica, ofrecer poemas en donde se conjuga lo mejor de la poesía tradicional y la poesía culta, lo mejor de la revelación a través tanto de la metáfora como de la verdad desnuda, la suma de un estilo sugerente de sabores ocultos con una voz desnuda y directa que nos muestra la verdad sin ambigüedades equívocas, mas sin renunciar al poder de la alusión. Muchos lo intentan —lo intentamos—, Juan Carlos Abril lo consigue. Toma del maestro, del magisterio, de su pasado, lo tamiza y lo eleva a través de un espíritu lírico humilde y a la vez indomable. Mediante un tono calmo, sin aspaviento ni alarde, desde una muy valiente austeridad verbal, con una humildad que desbordará en empatía al lector, Juan Carlos Abril ha escrito, hasta donde mi opinión alcanza, el mejor libro de poemas publicado en 2018.

En busca de una pausa. Editorial Pre-textos.  Colección La Cruz del Sur. Valencia, 2018. 92 páginas. 16 €.


SOBRE LA AUTORA

IDOIA ARBILLAGA, Cartagena, 1974: Lda. Filología Hispánica (1997). Dra. en Crítica literaria, Tª Lit. y Lit. Comparada (2003). Profesora Univ.Alicante 2000-2003. Prof.Ens.Secundaria desde 2006.  Colaboladora de La Razón (2007-2012), en Radio de Murcia desde 2016. Como crítica literaria publicó Estética y Teoría del libro de Viaje, (Univ. Málaga, 2005), La Literatura china traducida en España, (Univ. Alicante, 2003). Editó: Juan Andrés, Cartas Familiares: Viaje a Italia, (Verbum, 2004). Actualmente es colaboradora de la revista PARAÍSO (Diputación de Jaén). Como narradora: Su novela, En el fondo, un crimen, ha sido finalista del Premio Ateneo de Sevilla 2017. Como poeta ha publicado: Pecios sin nombre (Pról. de Prieto de Paula, Amargord, 2012);  Los Márgenes del Agua (Tigres de Papel, 2014), Creación y Vacío (Amargord, 2018, en prensa). Col. en antologías poéticas: Sonetos para el siglo XXI (Vitruvio, 2017), 28.28 (Univ.Catabria, 2015), en Amores Infieles 2015, Desde el mar a la estepa 2016, Por un puñado de poemas 2016,  Alquimia de la Sal 2016, Versants 2017, etc.