Un delicado poso que se avienta

El escritor madrileño JM Guelbenzu (1944) publica su decimoséptima novela sin renunciar a la ambición literaria. Más de cuatrocientas páginas por las que desfilan todo tipo de personajes que, sin renunciar al tono humorístico, nos llevan por una obra que al señalar la verdad de la existencia sin heroísmos, se acerca más a la belleza.
© MIGUEL ÁNGEL SERRANO

José María Guelbenzu evoca, en esta novela, un largo periodo de nuestra historia que no intenta situar a los personajes en lugares adecuados o inadecuados desde el punto de vista político o moral. De hecho, la obra atesora un sostenido aliento bienhumorado que es de agradecer y más en estos tiempos. El largo arco vital y narrativo nos permite entonces ver a dos generaciones: por un lado, los sobrevivientes a duras penas del largo túnel de la dictadura, que se hacen a sí mismos trabajando a destajo como única posibilidad o, los más afortunados, acomodados en las regalías del régimen y, por otro, la de sus hijos, que forjarán, no sin sustos, el paso a la democracia.

Cuatro de ellos tejen su amistad en los años sesenta y ese es el entramado que utiliza el autor para desarrollar esa idea, resumida en la cita de Borges que abre el libro: el hombre es un ser en el tiempo, y no puede ser otra cosa. De hecho, ni siquiera el ambiente político es determinante. Hay más bien un paisaje de moral cambiante, que se va haciendo más laxa y comprensiva, como de hecho ha ocurrido.

Por el camino, por tanto, veremos los altibajos que cualquier amistad sufre, puesto que los años, con su piel de zapa, erosionan cuerpos, almas y afectos. No hay destinos señalados para los cuatro amigos, no hay vidas remarcables. Hay tragedia y comedia, sinsabores, pasión, arrebatos, hijos y bodas: hay vida, en definitiva.

También hay un divertido vaivén de narradores, que sobre todo sirve para el paso a la parte final de la novela, que conecta bien con el resto pero que no es estrictamente del mismo paño, en un movimiento ciertamente interesante y que eleva el sentido de la novela toda cuando se ocupe del cierre de la misma Belarmino, uno de los cuatro amigos que, casi sin querer, hereda el protagonismo que durante toda la obra parece atesorar Alberto, cuyos padres, en ese periodo hambriento del franquismo, luchan por llevar adelante a la familia y que son los encargados de abrir la narración y de inaugurar así tono y atmósfera: de aquello venimos todos.

El catálogo moral, a lomos de varios personajes, es de lo más amplio.

Naturalmente, el catálogo moral, habida cuenta de que en la novela se mueven varios personajes, es de lo más amplio: desde el amante fiel durante años, Ignacio, que decide abandonar a su amada cuando la enfermedad de ella destruye la ensoñación de un bello amor, hasta el del propio Alberto, «un producto de la clase media española», con el apoyo justo, con el esfuerzo justo, con el sueño roto de la escritura literaria y que vehicula casi todo el transcurrir de la novela.

JM Guelbenzu publicó su primera novela (‘El mercurio’, Seix Barral) en 1968.

Hay un momento de la misma en el que Alberto describe la película Hatari, de Howard Hawks. En ella, se nos muestra el día a día de unos cazadores de rinocerontes en África: tienen el trabajo más duro posible, pero en realidad la película trata sobre su vida en la espera, en el campamento, sobre la camaradería. Lo mismo que ocurriría en una oficina.

Los momentos de la verdad no son tantos, y la grisura del tiempo se expresa en los días de diario, que para estos personajes son casi todos. No se entienda, no obstante, que tal grisura tiñe el desarrollo de la trama: los acontecimientos narrados muestran unas vidas en desarrollo o tobogán, tan normales como las de cualquiera de los lectores que se premien con esta novela.

La obra atesora un sostenido aliento bienhumorado que es de agradecer.

Es precisamente ese transcurso vital el que, en la última parte de la narración, en la que Belarmino, un esteta arrebatado pero pesimista se adueña de la voz narrativa, el que se ve enfrentado a una elevación inesperada cuando todo lo mostrado se enfrenta al peso real del tiempo, al destello tan escaso de esos momentos de belleza que, si bien no dan la felicidad, al menos compensan algo la grisura y nos dejan entrever la medida verdadera de la vida. Un fulgor que nunca satisface. Y solo en determinados momentos el instante, ese mediodía sin sombra del título, y no el tiempo, nos eleva a algo de lo que inevitablemente caemos: decía aquél que la belleza es verdad, y la verdad belleza.

Pero, ¿y si solo fuera vértigo y precipicio? En el resumen de la vida de cada quien está el recuento de la aspiración y esa, inevitablemente, es una cuenta moral. Y solo parece haber eso. Ese remate, casi extemporáneo en la novela, resuelve con brillantez una sospecha sobre la futilidad de la vida que la recorre toda y la eleva a otro reino, más lleno de preguntas, pero también más interesante y rico, pleno.

 

Mediodía en el tiempo, José María Guelbenzu, Siruela, Madrid, 2023, 425 pp.


EL AUTOR

MIGUEL ÁNGEL SERRANO (Madrid, 1965) es narrador, poeta, crítico literario y ensayista y presidente de la European Writers Council (de la que es miembro ACE). Colabora habitualmente en medios como columnista y crítico literario. ObraLa Ciudad de las Bombas. Ensayo histórico. Ed. Temas de Hoy, 1.997. Tango. Novela. Premio Pereda de Novela Breve del Gobierno de Cantabria 1998. Ed. Pretextos 1.998. El veneno del profundo pesar. Relato. Finalista Premio Vargas Llosa NH de relatos. Edición no venal NH Hoteles. 2.002. Traducido al inglés por Bianca Southwood. Jardín de Espinos. Novela. Prólogo de Antonio Muñoz Molina. Ed. Dilema. 2.004. El hombre de bronce. Novela. Ed. El tercer nombre, 2.009. Su último libro publicado es el poemario Un presagio (Bartleby, 2013)@poesajes / poesajes.com