Pereira: «Tu narrativa eres tú»

Siruela reedita, con el aderezo de un «falso prólogo» de Antonio Gamoneda, una colección de relatos de envergadura en un tomo de casi mil páginas. En Todos los cuentos, de Antonio Pereira, se reúne el mejor material narrativo de un autor de hechuras cervantinas, amigo de jugar con los géneros y una calidad literaria que en su día generó unanimidad de alabanzas. 
© JUAN ÁNGEL JURISTO

Hace diez años, la viuda de Antonio Pereira (Villafranca del Bierzo, León, 1923), Úrsula Rodriguez Hesles, nos regaló en cierta manera la edición  que pasa por definitiva de los cuentos de Pereira precedidos de un prólogo  de Antonio Gamoneda, el otro Antonio leonés aunque arrojado al mundo en Asturias. Se tituló Todos los cuentos y lo publicó Siruela.

Ahora, una década más tarde, se vuelve a publicar en la misma editorial y bajo los auspicios de la Fundación Antonio Pereira. La única diferencia con la anterior edición es una adenda del otro Antonio al «falso prólogo» que, según él, había escrito porque no se atenía a lo que se supone sirven los prólogos. El mismo  Gamoneda confesaba en ese preámbulo que en su obra había rechazado siempre adiciones de ese tipo.

En ese falso prólogo, Gamoneda se centra en la especificidad poética de los cuentos y rechaza como tautológico el aserto de su, por otro lado, admirado Ricardo Gullón cuando calificó la narrativa de Antonio Pereira como que en su obra de ficción está presente de manera notoria la lírica: «Tu escritura no puede ser ficción precisamente porque tu escritura eres tú».

Antonio Pereira bebe de la tradición cervantina.

Y luego dice: «La poesía siempre es realidad; es realidad en sí misma. No puede ser, vuelvo a decirte, ficción. Realidad poética es el componente verídico  y esencial de tu narrativa breve». No, por tanto, ficción poética, como quería Gullón. Si algo caracteriza al otro Antonio es su particular persistencia en lo acordado en lo que es la poesía. Parecería en esa persistencia que se alinea en la sensibilidad de un monsieur Teste.

No les quepa la menor duda y, por si alguna hubiera, en la adenda reitera lo dicho diez años antes:  «Cuando alguien , en escritura crítica o de palabra, ponderaba el alto valor ficcional de su narrativa, Pereira, como si perdiese perdón pero sin disimular demasiado su amable socarronería berciana, solía argumentar algo equivalente a «Gracias amigo, pero yo no soy más que un poeta».

Desde “Ventana a la carretera” —cuento fechado en 1967 y que pasa por ser el primero en que introduce a «Bradomín», su último relato donde idea al marqués, o a un marqués que se cree el marqués que pasa el tiempo encerrado en el psiquiátrico de Conxo—, el narrador es el psiquiatra que lo trata. Se despliega entonces una multitud de relatos de variada factura y unánime calidad literaria que adquiere su máxima expresión en el cuento breve, en lo que más se aproxima a una fulguración.

Gamoneda, en el prólogo: «La poesía siempre es realidad».

Un aspecto que no se nos debe olvidar cuando nos sumerjamos en estas historias que pueden ir desde calificar de pesadez un cuento terrorífico de Allan Poe o narrar la visita a Vicente Aleixandre a Velintonia o defender en un cuento suyo la publicación de otro en Ínsula, opinasen lo que opinasen Cano y Canito, es su cualidad oral pese a que son relatos escritos para ser leídos. ¿Leídos?, no estoy tan seguro.

Antonio Pereira

Pereira es hijo del filandón, algo similar a los cuentos de la buena pipa, ese hilar historias en las veladas invernales de las montañas del noroeste y ha participado en la revitalización formando parte de alguno junto a Luis Mateo Díez o José María Merino, algo no raro en una cultura del noroeste, Galicia y las montañas de León y el Bierzo, donde lo oral es sujeto de una literatura libre, con visos de fantástica, y que en la tradición española sucede en lo oral, ya que lo escrito es sujeto de censura y ahí está la Iglesia y su obsesión con la letra y la desconfianza hacia una literatura fuera de cierto realismo porque lo fantástico era sinónimo de libertad.

Pereira gusta también de lo fronterizo en los géneros.

De ahí la significación cada vez mayor de Cervantes y sus Novelas Ejemplares, con el licenciado de cristal, los perros que dialogan o el comienzo de  Los trabajos de Persiles y Sigismunda, donde asistimos al viaje encantado por tierras de Noruega.

Que Antonio Pereira bebe de la tradición cervantina es cierto por aquello de las afinidades electivas: el sentido de la libertad, lo que le lleva a la influencia temprana de Rimbaud, asimismo; la literatura de la imagen y de la metáfora en su justo término, como en Borges o en el ensimismamiento de la tradición galaica, desde Valle-Inclán a Cunqueiro, con el que afina sobremanera.

Pereira gusta también de lo fronterizo, de ahí que huya de la delimitación de géneros, de la marca de lo definido y el lector se encuentre, leyéndole, en un limbo que es sólo, y nada menos, el mundo de Pereira, haciendo realidad esa definición de su obra que le dio el otro Antonio, «Tu narrativa eres tú». Ahora es cuando adquiere todo su significado la pregunta. ¿Quién es Pereira? Lean su narrativa.

 

Todos los cuentos. Antonio Pereira, prólogo de Antonio Gamoneda; Siruela; Madrid; 2022; 892 pp.


EL AUTOR

JUAN ÁNGEL JURISTO.  Escritor, crítico y periodista, nació en Madrid en 1951. Estudia filología española en la Universidad Complutense. Ha colaborado, entre otros medios, en El País, dirigido la revista literaria El Urogallo y la sección de cultura en El Independiente y El Sol. Ha ejercido de crítico en La Esfera, del diario El Mundo. Más tarde se incorporó a La Razón y actualmente colabora en ABCD las Artes y las Letras. Ha colaborado en las más importantes revistas literarias y culturales españolas. Es autor de los ensayos Para que duela menos (1995) y Ni mirto ni laurel (1998). Es autor de tres novelas: Detrás del sol (2006), El hilo de las marionetas (2008) y Vida fingida (2012).