José Luis Morante, arquitecto del verso

José Luis Morante da muestras en su último trabajo poético, Nadar en seco, de su compromiso con el verso y con la creación, entrega que forma parte de un actitud de vida integral. El escritor abulense se rebela contra el cansancio que «carcome» almas y, fruto de ese  posicionamiento, surge un libro que se celebra en esta reseña como el trabajo de un poeta de primer orden.
© JOSÉ ANTONIO SANTANO 

Leer es, quizá, el acto más sublime que conozco. Adentrarse en el texto, ahondar en la palabra, en su significado y significante, dejarse llevar por su sonido y aroma es, sin duda, el mejor de los dones que los seres humanos pueden alcanzar. Y si esa palabra se embellece a través del hecho poético todo cambia, se transforma en algo esplendente, capaz de conmover al lector hasta llevarlo a lugares impensables.

J. L. Morante

La poesía, que es de lo que hablamos, se convierte en algo de tal trascendencia que casi no puede explicarse. No obstante, el escritor rumano Mircea Cărtărescu se refiere a ella en estos términos: «La poesía es el gato muerto de nuestra época. Cuando todo se calcula en dinero o en poder, la poesía es lo único que se sustrae de ese circuito y de cualquier vínculo con la fealdad y la mentira humanas. Precisamente por su falta total de utilidad en un mundo utilitarista y mercantil, es el único valor incorrupto e incorruptible (…) No se puede imaginar una presencia más ausente, una grandeza más humilde, un terror más tierno. Nadie parece valorarla y, sin embargo, no existe nada más valioso. Solo la encontramos en las librerías si tenemos la paciencia de llegar hasta las últimas estanterías del fondo. Los poetas no tienen ya estatuas, como en el siglo XIX, ni reputación, como en el siglo XX».

Morante no es poeta de densidades, sino de esencialidades.

¡Cuánta razón le asiste a Cărtărescu! En este sentido, pláceme traer aquí un libro escrito desde esa concepción, en la que el poeta insufla a la palabra su verdadera esencia. El poeta como filósofo y arquitecto del verso a la vez, de tal manera que su devoción por la palabra crea un mar de sensaciones y vivencias difíciles de olvidar cuando el lector se adentra en su poesía, concretamente en las páginas de su última obra: Nadar en seco.

Su autor viene avalado por una trayectoria sólida e impoluta en la cual la palabra refulge, se alza hacia el paisaje infinito del cielo para iluminarnos con sus versos como si fueran estrellas en la noche. El abulense José Luis Morante (El Bohodón, Ávila, 1956) viene siendo en los últimos años un referente de la Poesía —con mayúscula—, del pensamiento filosófico-aforístico y de la arquitectura lingüística por la manera de expresarse y comunicarse desde un punto de vista netamente literario.

Prueba de ese aval son sus libros anteriores donde se recoge una amplia selección de su poesía: Mapa de ruta (2010), Pulsaciones (2017) y Ahora que es tarde (2020), además de haber publicado varios volúmenes de aforismos Mejores días (2009), Motivos personales (2015), Planos cortos (2021), Migas de pan (2021), la edición de Aforismos e ideas líricas (2018) de Juan Ramón Jiménez o la antología 11 Aforistas a contrapié.

Los poemas de Nadar en seco han sido pulidos con mano de orfebre.

Es posible que, como dice el también poeta José Antonio Olmedo en el prólogo, Morante sea «deudor de la generación del 50, Ángel González como destacada referencia», y que pertenezca, «por edad y afinidades, a la promoción de Luis García Montero y la poesía de la experiencia», algo en lo que estoy de acuerdo a medias, es decir, sí respecto a la edad, pero no en la afinidad, porque José Luis Morante se distancia no poco al ser su poesía más reflexiva, honda y trascendente, consecuencia de una mirada que se abisma en el vacío para surgir viva y lumínica, cristalina, que busca lo absoluto, capaz de flotar en la inmensa mar del verso y Nadar en seco, como así lo demuestra en este libro que traemos a este espacio crítico y que expresa con este oxímoron la amplia capacidad del poeta para acomodar al texto poético el lenguaje preciso, aportando así la consistencia necesaria de toda creación.

José Luis Morante presenta en 'Mapa de ruta' veinte años de su trabajo |Ya lo dijo Huidobro, con solo veintiún años: «Para mí no hay escuelas, sino poetas. Los grandes poetas quedan fuera de toda escuela y dentro de toda época. Las escuelas pasan y mueren. Los grandes poetas no mueren nunca». Morante tiene como principal objetivo crear, que, como decía Huidobro, es «la primera condición del poeta, la segunda y la tercera», y por eso no pertenece a escuela, corriente o moda que lo sustraiga de su verdadera condición de poeta, ni que la poesía de la experiencia sea un modelo a seguir, sino que la experiencia es consustancial al poeta —a todos los poetas—, porque de ella se provee para crear su particular universo poético.

Esta es la razón principal, el argumento que sostiene la poesía de Morante, una poesía de altura, grande, abarcadora y vital. Y así se puede comprobar en Nadar en seco, un poemario que nos invita a viajar al mundo interior del poeta, con un descarnamiento poco frecuente en la poesía actual, tan plana y previsible. Los poemas contenidos en Nadar en seco han sido tamizados y pulidos con mano de orfebre, de artesano que no deja nada al azar, sino que ahonda y ahonda en la cotidiano hasta descubrirnos aspectos clave de la condición humana. Su poesía se humaniza cuanto más se abisma en los pequeños detalles, en un simple objeto o en un paisaje, siempre atento al orden posterior de lo aprehendido.

Nadar en seco no es un libro más de poemas.

Morante no es poeta de densidades, sino de esencialidades y por ello sus poemas son breves y muchos los que en este libro se contienen: «Dentro de mí no hay nadie / salvo yo, / una inquietud debajo de la piedra; / la piel desconocida, misteriosa, / intangible, / que quiere conocerme» (del poema “Conócete a ti mismo”). Imágenes, símbolos, metáforas y versos construidos con la precisión del arquitecto nos concitan a una lectura pausada, atenta al ritmo de la palabra que viene y va en una danza mágica que nos absorbe y absuelve de la rutina y el tedio.

Poesía la suya también elegíaca, que bebe del tiempo vivido, de los recuerdos y se proyecta con cierta nostalgia hacia la plenitud del reiterado heptasílabo, a veces del endecasílabo, hasta crear un universo tan propio como único: «Antes de que la niebla / apagara su luz, / una vez fue mi casa. / Forjaron sus paredes / maleables arcillas / y barderas resecas; / y protegió sus techos / con rojizas / pendientes / para dormir sin nieve / su nostalgia / y la lluvia inducida / por el ceño gravoso del invierno (….) Allí —no sé por qué— / nunca prescribe / la terapia efectiva / del niño que cobija sus preguntas / en los frágiles bordes / de una página escrita» (del poema “Un recuerdo infantil”) o «Fragmento de sí misma tantos años, / conozco cada sílaba que quiso pronunciar, / hecha temor gastado y profecía (…) Nada guarda del tránsito; / en ella flota el olor de la tierra, / la terca consistencia del vacío» (del poema “Ausencia”, dedicado a la madre).

Ahora que es tarde, de José Luis Morante - Zenda

Por añadir queda suscribir que la poesía de Morante nace también del asombro, en esa búsqueda por lo diferente y consustancial al poema, y en cada uno de los finales o cierres nos sorprende con una ejecución del verso serenamente pleno: «Todo reconfigura un linaje vacío. / He buscado refugio en ese hueco / del que ya, sin fisuras, formo parte. / La nada es otro modo de empezar» (del poema “Final”). Y cómo no, también de la metapoesía, del misterioso camino hacia la luz del verso: «Cuando escribo un poema / algo se torna luz y epifanía… // Las palabras entonces / son escuetos teoremas; / la odisea cuajada de sirenas y cíclopes / que siembra resplandor en el retorno / del viajero que vuelve / para cortar el nudo del poema» (del poema Poética).

La poesía de Morante es grande, abarcadora y vital.

El yo poético de Morante se hace terruño para la siembra, magisterio y alma que vive por siempre allá en el silencio, apartado del mundanal ruido, en soledad creciente hasta el instante en que aparece, como un fulgor, la palabra simiente, la palabra esperanza, la humana palabra que enaltece y nos abriga del frío del invierno: «Yo también. A diario / intuyo un cielo azul ante los ojos / y el incendio del sol / mientras suena de nuevo / la música apacible / que llena los sentidos de esperanza / y estrena amanecida. / Y así busco respuestas cada noche, / mientras arde en las manos / la palabra amistad, / para amainar diluvios / con un arca debajo de los párpados» (del poema De amicitia).

Nadar en seco no es un libro más de poemas, es la confirmación de la existencia de un gran poeta dentro del panorama actual, porque José Luis Morante, como escribe en el prólogo José Antonio Olmedo, «poetiza la vida como intento por desentrañar los vínculos existentes entre poesía y vida». No cabe duda, pues, que nos encontramos ante un libro de imprescindible lectura.

 

Nadar en seco. José Luis Morante; editado en Isla Negra y Crátera Ediciones; 2022.


EL AUTOR

JOSÉ ANTONIO SANTANO (Baena, Córdoba, 1957) cultiva la poesía, narrativa, ensayo y crítica literaria. Es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Almería, y autor de más de veinte libros, entre los que destacan Profecía de Otoño; Exilio en Caridemo; Suerte de alquimia o Tiempo gris de cosmos, todos ellos galardonados con prestigiosos premios.

Santano es cofundador de Humanismo Solidario.