Venceréis pero no convenceréis | La vigencia de Miguel de Unamuno

Sobre la experiencia de lectura de Niebla, «nivola que no novela», la autora del presente artículo reflexiona sobre la vigencia de la obra de Miguel de Unamuno.
© CARMEN BANDRÉS SÁNCHEZ-CRUZAT

800 años después de que la primera universidad en España iniciara su andadura en Salamanca, es esta una buena ocasión para recordar a quien fuera uno de sus más preclaros rectores, Miguel de Unamuno, autor en quien hasta su correspondencia más personal e íntima rezuma una intención estética de enorme calado y constituye, como el resto de su obra, un legado con impronta inmortal.

Monumento Miguel de Unamuno, Salamanca

A los trece años llegó a mis manos Niebla, nivola que no novela, según la irónica calificación de Unamuno en respuesta a la angostura de los preceptos académicistas y a su aspiración de distanciarse del género novelesco al uso, así como de folletines y otras frivolidades vaporosas; por fortuna, el paso del tiempo atestigua cómo las nivolas  han perdurado mientras que las etéreas banalidades se desvanecían arrinconadas en el olvido.

Pues bien, aquella nivola me cautivó tanto por las formas y estructura como por la interpretación de ese significado de mayor alcance que siempre parece esconderse en el discurso unamuniano. He leído y tornado a leer muchos libros de este autor, como, por ejemplo San Manuel Bueno, mártir, paradigma de cómo los dictados del corazón bondadoso y el discernir de la razón tienden a tomar dispares caminos, mas terminan por encontrarse a la luz de la fe y de la reflexión sobre el porqué de nuestra existencia. Toda la obra de Unamuno está impregnada de un gran anhelo por profundizar en la naturaleza del Hombre y su destino; de hecho, diríase que este gran intelectual inconformista se dedicó sobre todo a hacer literario su pensamiento para, a través de sus personajes de ficción, dilucidar su propia realidad de ser y resolver las contradicciones personales que lo atormentaban.

Unamuno, en su ensayo Del sentimiento trágico de la vida, que vio la luz en 1913, habla de la angustia vital que proviene de una amenaza latente, intuida y de origen difuso, ante un mundo que se desmorona. Tenía muy presente la realidad de una España confusa y turbulenta, vecina de una Europa a punto de sumirse en la Gran Guerra; los todavía vigentes desafueros de las guerras carlistas, el desastre de Cuba y el desasosiego de un país donde los radicalismo de izquierdas y derechas parecían darse la mano, le hicieron gritar: “Maura, no; Romanones, tampoco”. Bien pudiéramos pensar que las circunstancias han cambiado, que España camina hoy por derroteros muy alejados de aquella crisis del 98, que nunca en el pasado tantos han vivido tan bien como en el presente; que, incluso, por fin resuena enérgico el eco de voces femeninas, casi inaudible hace un siglo… Sin embargo, la amenaza ha mutado de faz, pero en su esencia apenas ha cambiado. Hoy, como estandarte omnipresente, la irremisible sumisión a los dictados económicos señorea nuestra vida, a la par que se anuncia un futuro donde la tecnología parece más un desafío que una herramienta al servicio de la humanidad; tampoco, ni mucho menos, se han disipado los amagos de resolución violenta de conflictos. Así pues, nos enfrentamos cargados de pesimismo a un mañana incierto, por lo que no podemos eludir ese sentimiento de angustia tan visiblemente descrito por Unamuno. Pero la impotencia que de ello se deriva no ha de impedir la rebelión del espíritu libre, ni el inconformismo debe diluirse ante la obsesión del poder. Siempre nos quedará don Miguel y su perspicaz e incómoda sentencia: “Venceréis, pero no convenceréis”.

Marzo 2018


LA AUTORA

CARMEN BANDRÉS SÁNCHEZ-CRUZAT. Nacida en Jaca, se trasladó muy pronto a Zaragoza. Diplomada en Técnico de Empresas y Actividades Turísticas por la Escuela Oficial de Turismo de Madrid, obtuvo también el título superior en inglés por la Escuela Oficial de Idiomas y en francés por el Instituto Francés de Zaragoza. Comparte escritos periodísticos y  novelísticos con notables incursiones en relato breve, poesía y otros géneros. En El Periódico de Aragón aparece, desde 1991, una colaboración semanal en la sección de Opinión, columna centrada esencialmente en aspectos culturales, sociales y medio ambientales. Cabe también mencionar su presencia en revistas literarias, como Criaturas Saturnianas, Imán, Barataria y República de las Letras. Entre los galardones, destaca  el concedido por el Col. Internacional Meres (Oviedo, 1997), siendo la única mujer que ha recibido este premio, del que también fue finalista en 1996. Cronista parlamentaria en las Cortes de Aragón en 2012, la Asociación Aragonesa de Amigos del Libro le otorgó el premio Búho 2015 en reconocimiento de su trayectoria literaria.

Entre sus obras cabe destacar: Las ventanas del alma (Combra, 2000), relato breve. Sedimentos (Gobierno de Aragón, 2002), antología de artículos. Danza de máscaras (Huerga&Fierro, 2004), novela. La voz queda de la gente del barrio (Huerga&Fierro, 2005), relato breve. El hijo del sol (Huerga&Fierro, 2007), novela. Noche de azahar (Mira, 2010), novela. María Rosario de Parada, el arte de vivir (Huerga&Fierro, 2012), biografía novelada. El latido del cierzo (Editorial Pirineos, 2015), poesía. Soles en el mar (Huerga&Fierro, 2016), novela.