La llegada de Brandon y la consagración del branding

El poeta, ensayista y traductor Martín Rodríguez Gaona nos ofrece una mirada rigurosa y crítica sobre los fenómenos mediáticos que acompañan a determinados autores surgidos de la realidad virtual en que se ha constituido Internet: youtubers y «otras hierbas». Su artículo está escrito a partir de su ensayo  La lira de las masas: Internet y la crisis de la ciudad letrada (inédito).
© MARTÍN RODRÍGUEZ -GAONA

Desde hace poco más de dos años, un fenómeno inusitado acecha las otrora calmadas secciones de poesía en las librerías, atormentando a los lectores asiduos: la  poesía pop tardoadolescente, autores que venden decenas de miles de ejemplares con el apoyo de internet y las redes sociales. El punto de inflexión ha sido el caso de César Brandon Ndjocu (Guinea Ecuatorial, 1994), ganador del programa televisivo de máxima audiencia, Got Talent de Telecinco. Brandon es autor del libro Las almas de Brandon (Espasa, 2018), el cual se anuncia como: «El libro del poeta que conquistó un país en menos de tres minutos».

Todo apunta a que Brandon, que comenzó a escribir poesía hace menos de cinco años será, al igual que Defreds, Marwan, Loreto Sesma, entre otros, uno de los pocos poetas que vende decenas de miles de ejemplares gracias a su dominio de internet y las redes sociales (con la diferencia de contar, fuera de con un grupo editorial potente, también con el apoyo de una televisora líder de audiencia).  En este caso, además, se hieren más susceptibilidades, pues la puesta en escena del joven poeta es, asimismo, una trivialización de un género performativo internacional como el spoken word (cuyos practicantes en España se desempeñan en la semiclandestinidad desde hace décadas).

Este último y espectacular asalto constata una nueva práctica, con voluntad hegemónica: la consolidación de un mainstream para el consumo de poesía. Es decir, el predominio de la mercadotecnia aplicada a la creación de sujetos representatitivos, lanzados como un producto industrial. Aquí parece importante el papel del comunicador Risto Mejide y su función como consultor en agencias de branding, quien forma parte importante de un entramado corporativo conformado por editoriales y medios de comunicación, tanto televisivos como escritos.

Pero todo este relato, además de ser apasionante, constata que la cultura digital ha establecido nuevos límites entre el conocimiento especializado y la producción simbólica, mediante la aparición de los llamados prosumidores (simultáneamente productores y consumidores, creadores de mensajes virtuales y eventos). Este es el caso de la totalidad de los poetas nativos digitales, protagonistas de la nueva poesía española (escrita por nacidos a partir de 1980), cuyos criterios están siendo modificados por la presencia activa de autores que asumen que la pantalla del ordenador es una extensión de su subjetividad como antes lo fuera la página impresa.

En consecuencia, las obras de los poetas nativos digitales se escriben desde Internet con una amplia gama que va de lo amateur (Diego Ojeda, Irene X) a lo artísticamente multidisciplinario en la estela vanguardista (María Salgado), sin exhibir mayoritariamente un énfasis en la gran tradición poética ni en el análisis o el uso artístico de la tecnología digital. Es decir, las propuestas actuales asumen el entorno electrónico, ante todo, como medio de socialización, centrándose en la puesta en escena que otorga la realidad virtual gracias a las redes sociales, y en la relación de las mismas con la economía de mercado (la pionera en este aspecto, como en otros, fue Luna Miguel). Se han establecido así nuevas jerarquías, en las que la fotografía, el vídeo y las grabaciones de sonido complementan al texto, creando un nuevo discurso que no es ya exclusivamente literario. De este modo, los nuevos poetas españoles ejercen la subjetividad lírica a través de los medios digitales como parte de su identidad y también como un procedimiento requerido por el circuito literario, con el fin de ser aceptados como «productos» (por la empatía de una representatividad juvenil o de género). La auto-representación, la creación de comunidades virtuales y la ética del do it yourself  (auto-gestión) se convierten en aspectos relevantes de su proceso creativo.

Los nuevos poetas hoy dependen de sus fans y sus seguidores (lectores no tradicionales) para su publicación e institucionalización, algo que supone el retroceso de la crítica y otras aproximaciones ilustradas, frente al empuje de lo espectacular y lo comunitario.

El primer grupo de nativos digitales que empleó con efectividad este enfoque estuvo asociado, como hemos dicho, a la precoz poeta, modelo, editora y gestora de comunidades Luna Miguel, cuya comunidad blog “Tenían veinte años y estaban locos” supo congregar a algunas de las voces más interesantes de este nuevo panorama (Guillermo Morales Sillas, Berta García Faet, Alberto Acerete, entre otros).  El éxito de estas prácticas se debió a que el mercado literario en España se ha incrementado tanto por las nuevas tecnologías (que permiten las pequeñas editoriales y la autopromoción) como por consecuencia del crecimiento demográfico. Esto es lo que permitió la proliferación y la supervivencia de proyectos editoriales como El Cangrejo Pistolero, El Gaviero Ediciones, La Bella Varsovia, Ya lo dijo Casimiro Parker, Harpo y Frida, etc. Estas editoriales lograron consolidarse a través de la interactividad de las redes y el circuito alternativo de bares literarios (en Madrid, algunos de los más determinantes han sido, desde 2006, El Bukowski Club, Diablos Azules y, actualmente, Aleatorio).

La poeta Luna Miguel.

En otros términos, los nuevos poetas hoy dependen de sus fans y sus seguidores (lectores no tradicionales) para su publicación e institucionalización, algo que supone el retroceso de la crítica y otras aproximaciones ilustradas, frente al empuje de lo espectacular y lo comunitario. La interactividad, para ellos, supone el factor más importante en este proceso y, por lo tanto, un enfoque formalista o ideas como la tradición y la vanguardia resultan secundarios.

La radicalidad de este rasgo ha quedado comprobada en la sorprendente aceptación de una segunda promoción de poetas nativos digitales (Escandar Algeet, Elvira Sastre, Irene X) que, jugando decididamente cartas como la representatividad sociológica y el sentimentalismo, alejados por completo del paradigma literario convencional, ha empleado con extrema eficacia herramientas de difusión como el videoclip y plataformas como Youtube y Twitter, llegando a obtener cientos de miles de reproducciones y seguidores, lo que les ha llevado a convertirse en best-sellers al ser fichados por editoriales como Planeta y Espasa. Por citar un ejemplo, Defreds, el nombre literario de José Ángel Gómez, autor de Casi sin querer, ha vendido once ediciones y más de 30,000 ejemplares en un año.

Cartel anunciador encuentro promovido por ACE en diciembre 2017

Mas estos abruptos cambios también suponen un nuevo equilibrio, pues son mujeres jóvenes, poetas y editoras, como en los casos de Luna Miguel y Elena Medel, o poetas youtubers como Loreto Sesma e Irene X, quienes se constituyen como las líderes de esta nueva tendencia poética, cuyo ambicioso objetivo sería dominar el ámbito literario digital, lo que con el tiempo implica un posicionamiento en una nueva ciudad letrada (así definida por Ángel Rama),  con valores asociados al habla, lo efímero y la industria del entretenimiento.

El cuestionamiento que estas propuestas ha despertado manifiesta la necesidad de un deslinde entre dos líneas de escritura abiertas para los poetas jóvenes: una en la que aún se tienen en cuenta los valores de la escritura literaria y otra que, empleando a fondo lenguajes interdisciplinarios, está totalmente enfocada hacia la interactividad virtual y la aceptación masiva (con su consiguiente proyección mercantil). Sin embargo dicha crítica también supone una reacción a raíz de un posicionamiento generacional, sino fallido, en cierta manera interrumpido por el surgimiento de aquellos ´amateurs´ (nótese que tal característica es común a toda la producción simbólica virtual, desde el periodismo y la fotografía hasta la música).

En unos pocos años, dos promociones antagónicas de poetas nativos digitales han puesto de manifiesto la fragilidad de los filtros y las carencias de las instituciones que otorgan prestigio dentro de la ciudad letrada.

Entonces, como suele suceder en los enfrentamientos poéticos, detrás de este tipo de polémicas subyace una cuestión de posicionamiento y legitimación de propuestas, pues el actual apoyo a unos cuantos nombres por parte de las grandes multinacionales de la edición (como el Grupo Planeta) y la prensa corporativa hace prácticamente invisibles a otros poetas, incluyendo aquellos autores jóvenes que habían logrado cierta presencia al ser vinculados a las comunidades virtuales relativamente exitosas, como las creadas por la poeta y gestora Luna Miguel, con la contribución de una editorial eminentemente literaria e independiente, de indiscutible mérito, como La Bella Varsovia, de Elena Medel.

Es decir, las distintas vertientes literarias de la poesía joven habían visto con reticencia y displicencia a aquellos autores amateurs que empleaban asiduamente Facebook y YouTube como medio de desahogo, sin sospechar que estos últimos pronto serían legitimados por las grandes corporaciones y la prensa masiva. Una circunstancia que, sin duda, amenaza la pequeña viabilidad comercial de los que optaron por una aproximación más literaria, incluso poniendo en riesgo una renovación generacional asumida como inminente.

Aunque algunos insistieran vagamente en ciertos referentes ilustrados, el darwinismo publicitario inherente a las redes sociales, al ser captado por multinacionales de la edición, exige no sólo un minoritario reconocimiento simbólico, sino cifras concretas y crecientes: los números pasaron de un éxito de dos mil ejemplares a superventas de setenta mil. La autogestión tuvo, entonces,  que ceder ante el peso de lo corporativo que, con buen olfato, descifró las posibilidades comerciales de la interactividad. Y, ya en esta dinámica, el libro se consolidó como un producto estrella pues es un bien mucho más tangible que otros de libre acceso a través de descargas de internet.

En otros términos, en unos pocos años, dos promociones antagónicas de poetas nativos digitales han puesto de manifiesto la fragilidad de los filtros y las carencias de las instituciones que otorgan prestigio dentro de la ciudad letrada: la constatación de que esa función en los medios masivos ha llegado a su límite. Consecuentemente, la poesía de los nativos digitales expresa con contundencia la crisis de la ciudad letrada pues articula, de manera incesante y conflictiva,  manifestaciones otrora bien compartimentadas y definidas como las de la cultura tradicional, la contracultura y el mercado. La especificidad y la autonomía de estos tres modelos resultan indispensables y cruciales -si es que se pretende tanto una continuidad con la tradición literaria  como una auténtica inclusión democrática- en un momento en el que la cultura digital, ya hegemónica, tiende al centralismo neocolonialista y al monopolio de la comercialización de datos global de las grandes corporaciones tecnológicas.


EL AUTOR

MARTÍN RODRÍGUEZ- GAONA (Lima, 1969) ha publicado los libros de poesía  Efectos personales (Ediciones de Los Lunes, 1993), Pista de baile (El Santo Oficio, 1997), Parque infantil (Pre-Textos, 2005) y Codex de los poderes y los encantos (Olifante, 2011) y Madrid, línea circular (La Oficina de Arte y Ediciones, 2013  / Premio de poesía Cáceres Patrimonio de la Humanidad), y el ensayo Mejorando lo presente. Poesía española última: posmodernidad, humanismo y redes (Caballo de Troya, 2010). Ha sido becario de creación de la Residencia de Estudiantes de 1999 a 2001, y desempeñó el cargo de coordinador del área literaria de esta institución hasta 2005. También ha obtenido la beca internacional de poesía Antonio Machado de Soria en 2010. Su obra como traductor de poesía norteamericana incluye versiones como Pirografía: Poemas 1957-1985 (Visor, 2003), una selección de los primeros diez libros de John Ashbery,  La sabiduría de las brujas de John Giorno (DVD, 2008), Lorcation de Brian Dedora (Visor, 2015) y A la manera de Lorca y otros poemas de Jack Spicer (Salto de Página, 2018). Como editor ha publicado libros para el Fondo de cultura Económica de México y la Residencia de Estudiantes de Madrid.