Tres poemas de un libro inédito | Del «taller literario» de Javier Lostalé

Javier Lostalé (Madrid, 1942) es una rara avis de la poesía española contemporánea. Hombe de radio que ha estado a la cabeza de los más importantes programas de RNE dedicados a la poesía (aunque parezca mentira, gracias a él poesía y radio no son disciplinas antagónicas), comenzando por El Ojo Crítico y acabando en La estación azul. De esa labor tuvo el reconocimiento público, con Ignacio Elguero,  con la concesión del Premio Nacional de Fomento de la Lectura. Quienes conozcan con cierto detalle la poesía española del último medio siglo sabrán que se  dio a conocer como poeta en los años 70 gracias a la antología de Antonio Prieto Espejo del amor y de la muerte, en la que compartió espacio con autores como Luis Alberto de Cuenca, Luis Antonio de Villena, Luis Alberto de Cuenca, Ramón Mayrata y Eduardo Calvo. El texto introductorio a la antología de Vicente Aleixandre parecía anunciar, sin pretenderlo, una de los más notables (y reconocido por el propio poeta) magisterios de su ya dilatada trayectoria como escritor. Una trayectoria que cuenta con los siguientes títulos:  Jimmy, Jimmy (Editorial Sala, 1996, Huerga y Fierro, 2000); Figura en el Paseo Marítimo (Hiperión, 1981); La rosa inclinada (Adonais, 1995); Hondo es el resplandor (Puerta del Mar, Málaga, 1998, Polibea, 2011); La estación azul (Premio Francisco de Quevedo. Calambur, 2004, Renacimiento, 2016); Tormenta transparente (Calambur, 2010) y El pulso de las nubes (Pre-Textos, 2014). Su obra cuenta con una edición de su obra reunida hasta 2001, bajo el título La rosa inclinada. Obra reunida. 1976-2001 (Calambur, 2002) y ha sido recogida en diverss antologías, de entre las que cabe destacar Rosa y Tormenta (Cálamo, 2011) y Azul relente (Renacimiento, 2014). Como antólogo es autor de la Antología del mar y la noche, de Vicente Aleixandre (Al-Borak, 1971) y Edad presente. Poesía cordobesa para el siglo XXI (Fundación José Manuel Lara, 2003). Sobre la lectura ha publicado Quien lee vive más (Polibea, 2013).

La poesía de Javier Lostalé es una poesía reflexiva y celebratoria a la vez. Es una permanente meditación sobre las grandes incertidumbres que se ciernen sobre el hombre contemporáneo y sobre las zonas más sensibles de la experiencia personal. La intimidad, el amor, la memoria, la meditación sobre el propio poema, la búsqueda en el paisaje de aquellos espacios en los que la oscuridad se llena de luz e ilumina los espacios menos conocidos del alma. Es autor, en definitiva, de una poesía luminosa en la que la huella primigenia de Vicente Aleixandre ha jugado un papel fundamental y que  hoy marca una línea claramente reconocible dentro de la lírica contemporánea más metafísica,  más apegada a las verdades más íntimas del hombre y más proclive a la indagación en los signos menos visibles que ofrece la naturaleza. Es también un poeta querido por las jóvenes generaciones, un poeta siempre en línea con la modernidad y siempre dispuesto a ayudar con su magisterio a los poetas que llegan.  República de las letras se honra con la publicación, en su edición de julio y agosto, tres poemas inéditos de Lostalé dentro de la sección «Obra en marcha».

TRES POEMAS INÉDITOS 

 
CELEBRACIÓN
Todo lo que alguna vez amaste
te invita ahora a desnacer
para sin memoria de su ruina
en su eternidad celebrarlo.
Todo lo que alguna vez recibiste
en su lunación aún perdura,
celébralo también
antes de que se apague
su fuego nupcial.
Deshabítate hasta reconocerte
en el tesoro de tu soledad,
y allí vivir ofrecido
a la luz quieta
de un rostro sin amanecer.
Levanta un reino solar
entre los harapos de tu corazón,
y que nadie te acompañe
en el tiempo sin hora
de tu sueño total.

 

 
NO BASTA
No basta tu  súbito arder en otro cuerpo,
es necesario que, después,
tal fusión se prolongue
en un silencio prenatal
donde la conciencia te revele
si hubo semilla, o devastación.
No basta habitar palabras
como luceros ausentes
en su misma luz desvanecidos,
sino que te fecunden
dentro de otro ser.
No basta una mirada sin lumbre
ni paisaje detrás,
sino que en ella encuentres
el hondo acogimiento
de quien te recibe
hasta encarnarte.
No basta el astro mudo de un rostro,
sino que necesitas ser víctima
de su más secreto trastorno.
No basta vida ni saber
cuyo sentido no nazca
de su propia muerte.

 

 
REGRESAS
La luz que envuelve hoy tu casa,
mientras a ella regresas,
es la misma que un día te borró
en la dicha pasajera de saberte amado.
Tanto es así que no eres tú
el que ahora en soledad camina,
sino aquél que nunca acabó de llegar
extraviado en el único paisaje
de la memoria encendida de otro ser.
Por eso un momento te detienes
para, separado del mundo,
escuchar de  nuevo la voz
de quien ya no existe,
pero que ahora te otorga
el don inmortal
de volver a nacer dentro de su olvido.

 

     


© De las fotografías:  Lowell Birge Harris | Por gentileza de Concha Rodríguez.