La gran novela aspiracional de Recaredo Veredas

Recaredo Veredas (Madrid, 1970) ha aspirado a escribir una buena novela sobre la esclavitud que genera el deseo de reconocimiento sin límites y lo ha conseguido. Adictiva y oscura, no renuncia a gotas de elegante humor marca de la casa: el toque Veredas.
© EDUARDO LAPORTE

Todo empieza con una preposición. Un pequeño e insignificante añadido que añade la solera de los apellidos habituales en revista de sociedad como el «¡Hola!». De López a López de Lucena para añadir un marchamo de aristocracia a una familia cuyo origen vulgar se trata de tapar con una corruptela también vulgar en el Registro Civil. Porque, y en esto se insiste en Soberbia, la tercera novela de Veredas, el éxito social se apoya en trampas, en medios oscuros que justifican el fin; a veces pequeños abusos de poder, otras incluso crímenes, el estado más elevado de abuso de poder que puede existir, el de decidir acabar con la vida de otro.

‘Soberbia’ es la tercera novela de RV.

Con esa clave, Soberbia se presenta como la historia de una saga familiar que podría ser una de tantas. Parafraseando a Tolstói, todas las familias ricas se parecen, pero las que aspiran a ser ricas lo son cada una a su manera. Y aquí se narra la de los López de Lucena, con el patriarca Sebastián a la cabeza, un ególatra narcisista, valga la redundancia, dispuesto a ganar el Premio Nobel de Medicina con el primer ingenio que se le venga a la cabeza, a saber, la implantación de prótesis de pulmones.

Ahí recuerda al Almodóvar de La piel que habito, mostrando el mundo de la ciencia desde otro ángulo, el de la belleza prohibida que tiene jugar a Dios, es decir, convertirse en el moderno Prometeo que para sí quería el mismísimo Frankenstein. Y, claro, está, esos coqueteos arrogantes con la hibris no depararán nada bueno.

Con estos mimbres, Recaredo Veredas nos invita a adentrarnos, con gran solvencia narrativa y un estilo que atrapa por diversas razones, en el ambiente del tardofranquismo madrileño. El relato avanza en el tiempo y transcurre también por esa Transición poblada de bancos cantábricos y enciclopedias Salvat, mostrando cómo en el fondo los tiempos se resisten a cambiar, y quien puede apresar el poder (y el dinero y el éxito social) por la vía rápida querrá seguir haciéndolo sine die.

La novela se ocupa las reglas no escritas que rigen el juego misterioso que es la vida.

Es ahí donde reside la soberbia de esta novela con un pecado capital en el título. En la convicción de que nuestro éxito personal está por encima de los éxitos de los demás, del bienestar ajeno, de la prosperidad del otro. Y parece desprenderse, en esta obra de tintes houellebecquianos, que quien apueste por esa vía acabara mal, como una de tantas reglas no escritas que rigen el juego misterioso que es la vida.

Sebastián López de Lucena se cree más listo y en su rosario de acciones desnortadas veremos una gran metáfora de la soberbia y un gran retrato de lo aspiracional en su versión más siniestra, el de la búsqueda del reconocimiento personal a base no ya de pisar cabezas, sino de sembrar cadáveres en los incautos pacientes que se sometían al temerario bisturí de este cirujano. Recuerda, ya que estamos, a un reciente expresidente del Gobierno dispuesto a negar cualquier atrocidad con tal de seguir manteniéndose en sus trece vanidosos. También olvidó ese versículo del evangelio de san Mateo: ¿de qué sirve ganar el mundo si pierdes tu alma?

Veredas ha publicado también poesía y ensayo.

Pero lo mejor, o lo peor de todo, de la novela de Veredas es que el desgraciado (es decir, que ha perdido la gracia divina) del protagonista ni siquiera ha ganado una porción pequeñita del mundo, y a lo largo de la trama lo veremos caer más bajo de lo que podría caer.

Mención especial merece una escena (si la novela se adapta al cine, o a serie de Netflix, daría para una estupenda secuencia) en la que Sebastián López (de Lucena) trata de levantar fondos entre su círculo cercano para el proyecto de una ONG en el que ha puesto renovadas esperanzas de éxito personal. Y cómo esos capitostes de los negocios, asentados realmente en empresas construidas a base de tesón y no tanto de voluntarismo soñador, le van dando largas con excusas a cada cual más tecnócrata.

Los coqueteos arrogantes con la hibris no depararán nada bueno al protagonista.

Son muchos los aditivos en este rico plato narrativo que nos ofrece el autor, pero hay uno que sobresale y que el lector agradece especialmente, más aún en tiempos de lecturas predecibles salidas de un molde como de taller de escritores en que pocos se atreven a añadir una nota más alta que otra por miedo a chirriar. Hablamos del toque Veredas que se podía definir de modo parecido al del cineasta Ernst Lubitsch en sus películas, es decir, como «el aroma de un buen vino que todo el mundo detecta y degusta pero que nadie acierta a explicar del todo».

En este caso, se trata de un vino no exento de pimienta cayena y de unas gotas de cianuro que, leídas, provocan un impagable guilty pleasure. Y también una sonrisa difícil de explicar del todo, como cuando el narrador se refiere a las «canciones de Julio Iglesias» en una casete que contendría los gemidos más desgarradores de un personaje importante de la novela. O esas frases de honestidad brutal que el narrador deja caer, como que el protagonista siempre será «un criado de los poderosos». O que el hijo del protagonista, Jacobo, será un valor seguro, «como el franco suizo el oro», en una cosificación especulativa de su propio vástago que no tiene precio. O sí, el que marca el mercado, una vez ponemos nuestro alma en venta.

 

Soberbia. Recaredo Veredas, De Conatus, Madrid, 2024, 186 pp.


EL AUTOR

 

EDUARDO LAPORTE. Escritor y periodista cultural. Nacido en Pamplona en 1979, reside en Madrid desde 2005. Ha publicado libros como Luz de noviembre, por la tarde, o La tabla, en Demipage, así como un diario íntimo en la editorial Pamiela y su particular visión sobre Baroja en Ipso Ediciones.

En 2021, publicó otra entrega de su Diario a ninguna parte en la editorial papeles mínimos bajo el título de Tiempo ordinario y la primera biografía en español sobre Battiato (tras la de Margaretto de 1990) en el sello Sílex: En presencia de Battiato. En 2024, ha reunido su visión sobre su tierra natal en Navarra-Madrid (Sílex).