De la mirada al verso: poética e identidad, un diálogo íntimo en «Ser mirada», de Carmen Palomo Pinel

En Ser mirada, Carmen Palomo Pinel (Madrid, 1980) reflexiona sobre la identidad, el amor y la poesía desde una mirada íntima, profunda y espiritual, con el lenguaje como una herramienta hacia la revelación.
© JESÚS CÁRDENAS

En el acto de ver se percibe el amor, el misterio y la praxis poética. Porque al formar parte del asombroso sentido uno asimila el mundo y, sobre todo, se conoce a sí mismo; ¿acaso la identidad no se halla en el ser? Y es que, desde esa introspección, también florece una conexión íntima con lo externo. Con estos mimbres nos situamos ante el magnífico Ser mirada (Pre-Textos), de Carmen Palomo Pinel, una de las poetas con un periplo más sobresaliente desde que publicase Glosas al fuego (2016). Todas las publicaciones han venido gracias a los premios obtenidos: Las costuras del hambre, Un silencio habitado, DIDO, Madre de cenizas, En tu espalda el desierto, Ramas de mirto en la ciudad eterna.

El título indaga en la intimidad sobre el dolor, el misterio y la esperanza. Sobre estos motivos entreteje Palomo Pinel reflexiones que nos acercan al pensamiento, a la plegaria; traza una perspectiva contemporánea de algunas esencias del ser. Estructurados en cuatro tramos, el conjunto presenta una cohesión y equilibrio pese a que el reparto entre los tramos no sea equitativo; la percepción que deja la lectura es de un mismo hilo en torno a la exploración y a la relación del ser con el mundo y con el amor.

Obra galardonada con el premio Gil-Albert

La poeta madrileña y profesora de Derecho Romano continúa con la profundización de la belleza, la evocación a través de imágenes y la sugerencia tanto en poemas titulados con expresiones latinas, en español o simplemente sin titular, dejando que el misterio envuelva la lectura.

En el primer tramo, «Párpado abierto al mundo», la sección más amplia, se intercambian deliciosos poemas condensados en la brevedad como «Inercias»: «Ulises, ten cuidado. A veces la sirena / toma forma de mástil»; hasta uno de los más extensos, de carácter dialogado, «No hay hechos, sólo interpretaciones», donde el monólogo dramático provoca que el sujeto desconozca las certezas: «¿Sirve al amor para eso? / ¿Puede el amor eso, puede tanto / en su conciencia de pájaro?».

En esta sección, desde la asunción del dolor a la pérdida de la seguridad –acaso de la identidad–, el sujeto tiene que descubrir lo que deviene asumiendo riesgos, como se lee en «Periferias»: «Aceptar ser el centro / de esa herida asombrosa que es el mundo. / […] Que yo soy ese dolor / y me camino». Sin ese desarme no es posible continuar. Asimismo, hay momento también para referirse a la creación poética de manera humilde, de lo finito de su creador, quitando la capacidad genésica que otorgaba el poeta chileno Vicente Huidobro: «Cuando cambio los nombres de las cosas / no cambio el mundo».

«De lo invisible» se abre con un poema sobre la esperanza, «Spes», donde los deseos del sujeto llevan a crear algunas relaciones ilógicas, incluso originando antítesis, e imágenes visuales sinestésicas muy sugerentes; acaso este sea un valor marca de la casa: apartarse de frases hechas y explorar intensamente en el lenguaje: «Ser el azul que queda tras el vuelo. / […] Recibir una herida sin nombre y sin propósito, / que ni duela ni sane, / pero vea». Sin embargo, el estado emocional halla altibajos, lo interpretamos al leer «Sola en casa»: «Hoy me ha dado por poner una mesa / sabiendo que nadie vendría a comer».

Estos comienzos evocadores que podrían desarrollar historias en nuestro imaginario es a lo que nos tiene acostumbrados Palomo Pinel. La delicadeza en la mirada no aparta la brutalidad de la fragilidad del ser, siempre consciente de la realidad vivida: «Se precipita el día. Sin embargo, / abriéndose, / una flor // en el peligro». Obsérvese en el ritmo entrecortado del segundo endecasílabo.

Amueblarnos por dentro, crear el poema; pensamiento y lenguaje encadenados.

En el tercer tramo, «La pupila interior», se hallan los mejores poemas extensos. «El insomnio y la luz» es uno de ellos, donde se hallan versos maravillosos, algunos en quiasmo: «En esta noche insólita, / la memoria es herida / y la herida es memoria»; otros en apóstrofe: «Sujeta, noche tu respiración». La belleza da corporeidad para que las cosas existan («Hoy podría morirme de belleza»). En consecuencia, ha de haber una mirada muda, provocando juegos reflexivos en la conclusión de «Ver o no ver»: «Cuando la rama se cae del pájaro / ¿es su propio canto lo que lo sostiene?».

En el discurso poético de Palomo Pinel tiene cabida la mejor tradición mística; no en vano emplea pasajes bíblicos y referencias a san Juan o a santa Teresa. Lo vemos, por ejemplo, en «Incienso y los ojos de rodillas»: «Toda cosa es / mitad cosa, mitad misterio. / Con fe o sin ella, / todo poema tiene algo de oración». Volver a la infancia, a un estadio primigenio, acaso regresar a esa pureza nos haría volver a ver limpiamente, sin contaminar. Motiva a la acción en «Imperativo categórico», escrito en versículos: «Si para que exista un misterio / debes construir una casa sin puertas ni ventanas / y entrar en ella, hazlo». Amueblarnos por dentro, crear el poema; pensamiento y lenguaje encadenados.

Por último, el más íntimo e identitario, que contiene versos arrebatadores como «soy una criatura de deseo». En «Reconocerse» dirá «cómo sólo me salvo de la realidad / arrojándome a ella». Es el ser lo que ama, como se interroga en «Identidad»: «¿Es acaso mi amor lo que te otorga forma?». El amor materno, también está ahí: «Hijo mío. / Tu puño apretado cuando recién nacido. / Mi vida dentro». Los últimos versos apuntan a lo esencial, a despertar, a moverse, un Carpe Diem donde el lenguaje es inasible y, por ende, la poesía. Ahí van sus consejos finales, que intuimos como el tópico clásico del eterno retorno: «Ve a la vida. Deprisa. Cierra el libro / y escapa. Busca lejos. Adiós. / Que tengas suerte y pájaros. / ¿Preparado? Ahora, / es ahora / cuando empieza el poema».

A fin de cuentas, por mucho que se diga sobre la lectura, lo importante es vivir. Y gracias a este libro, «Ser mirada», disfrutamos más de la vida. Un crisol de sentimientos plasmados en versos que no dejan indiferente al lector, invitándolo a reflexionar sobre su propia existencia.

 

Ser mirada, Carmen Palomo Pinel. Premio Juan Gil-Albert. XLI Premios Ciutat de València, 2024. Pre-Textos. 94 páginas.


 

EL AUTOR

JESÚS CÁRDENAS (Alcalá de Guadaíra, Sevilla, 1973) es profesor de Lengua Castellana y Literatura. Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla.

Como investigador literario, ha escrito ensayos y dado conferencias sobre Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, Vicente Aleixandre, Luis Cernuda, García Lorca, Pier Paolo Pasolini… Como crítico literario colabora con reseñas en diferentes revistas literarias.

Hasta la actualidad es autor de los libros de poemas: La luz de entre los cipreses (Sevilla, 2012), Mudanzas de lo azul (Madrid, 2013), Después de la música (Madrid, 2014), Sucesión de lunas (Sevilla, 2015), Los refugios que olvidamos (Sevilla, 2016), Raíz olvido, en colaboración con Jorge Mejías (Sevilla, 2017), Los falsos días (Granada, 2019) y Desvestir el cuerpo (Madrid, 2023). Es socio de ACE.