«Travesía de la melancolía» | La voz interior de Miguel Veyrat

La editorial Huso ha publicado el último libro del reconocido poeta Miguel Veyrat, que es un canto al interior, al ejercicio del ser, a la búsqueda de la luz en las tinieblas del mundo. Con un prólogo del poeta Manuel Rico, Veyrat va buscando a ciegas el lenguaje, el espacio de la palabra que se niega, como si Homero, ya en su ceguera absoluta crease la épica de La Odisea. Es su particular Travesía de la melancolía.
© PEDRO GARCÍA CUETO

Hay en el poeta un canto homérico, una búsqueda de la palabra original, en el deseo de abrazar a través del lenguaje lo insondable del ser. Somos seres para la muerte, pero hay en el poeta una búsqueda de la eternidad, consciente del poder trasformador del lenguaje poético para conseguir ese instante donde venzamos a la muerte.

En el prólogo, muy acertado, Manuel Rico nos habla del ejercicio de autoconciencia que hay en el libro. Solo un poeta que ha buscado en sí mismo las verdades del ser puede crear un libro donde las palabras iluminen y transformen a la vez. La vida como viaje, en la senda de Ulises, convierte a Miguel Veyrat en un demiurgo que nos abre la ventana al mundo, como en el poema “Aquel faro”, perteneciente a “La travesía”, primer peldaño del libro, en ese espíritu de ascensión que domina cada verso:

“Odio la mano fantasmal de ese faro grande / sobre mi angustia mientras / mientras contemplo y escucho los cambios de marea / y pienso cómo será cuándo / la dama obscura ponga su mano en mi nuca”.

Miguel Veyrat es un poeta luminoso, que destella en el lenguaje.

La idea del tiempo, del viaje que es la vida y de esa conciencia que sigue presente, porque no nos liberamos de la muerte, “esa dama obscura”, que ya nos avisa del funesto futuro.

Veyrat va navegando en los versos, busca a tientas, como el ciego Homero, la verdad de esa conciencia que es su sombra y su luz. Para encontrar al ser es necesario el lenguaje, descifrarlo, saber su verdadero sentido. En el poema “Códigos perdidos”, nos dice: “Entro y salgo de mi lengua / Empujo estratos / de sintaxis. Invento nuevos / mundos habitables. / Ahora sí te escucharé / en este ascenso / desde otra carne renovada”.

Es el lenguaje el portal que nos conduce a la luz y nos devuelve la vista. Ahora Homero, como Veyrat, atraviesa la senda del conocimiento y lo hacen en ese espacio de palabras, porque esos “estratos” son también palabras renovadas.

Esta travesía de la melancolía es también un regreso al comienzo del ser.

Todo el libro respira ese deseo de conocimiento, esa ansia de descubrir la verdad de las cosas, en un mundo que ya ha quedado cegado por la ignorancia de tantos. Y sabe que esa melancolía es también amor, porque el amor centra el mundo y lo da sentido.

En el poema “Geometría de la melancolía”, podemos ver cómo el poeta, que era ciego en un mundo sin voz y sin paisaje, encuentra ya su zarza ardiente: “Sube amada por mi espesa zarza ardiente. / Juntos nos asomaremos a la / rosa oscura que guardo en la gruta de tu / nombre. Donde eros y muerte / se ayuntarán ya para siempre, madre mía”.

Volver al útero materno, volver a ser el embrión que aún no conoce el lenguaje, pero ya respira amor por los poros. En ese viaje iniciático del ser que va naciendo se halla el poeta que descubre en la palabra la verdad del mundo. El amor es respiración y da sentido a todo, solo somos eternos en el acto de amar.

Todo el libro respira deseo de conocimiento.

Y la idea de la rosa, que desde la Edad Media ya era metáfora del tiempo, prevalece en este libro luminoso, que parte de las sombras a la luz. Dice en “La rosa dorada”: “Es la rosa que vive y muere / se nos aparece existiendo / en un momento de pureza. / Donación expresa de lo real”.

Que emplea la palabra donación ya nos habla del regalo de lo que vive y respira, que es tiempo que tenemos, a través de la pureza de lo que amamos de verdad.

Hay mucha verdad en el libro, continúa el poeta buscando a tientas en la oscuridad para cobrar conciencia de su existencia y lo hace a través del verso. Esta travesía de la melancolía es también un ejercicio de vuelta a lo inaugural, al comienzo del ser, que se descubre en el mundo, antes de verse corrompido por lo que lo rodea.

Miguel Veyrat es un poeta luminoso, que destella en el lenguaje y que deja un halo permanente en las palabras. Por ello, este libro deslumbra, porque es un viaje al ser, al interior de uno mismo.

Travesía de la melancolía, Miguel Veyrat, Huso, 2022.


EL AUTOR

PEDRO GARCÍA CUETO. Ensayista español (Madrid, 1968). Doctor en filología y licenciado en antropología por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Docente en educación secundaria en la Comunidad de Madrid. Crítico literario y de cine, colaborador en varias revistas literarias y de cine, autor de dos libros sobre la obra y la vida de Juan Gil-Albert y un libro, La mirada del Mediterráneo, sobre doce poetas valencianos contemporáneos.