Las horas azules de Jennifer Johnston

Nacida en 1930, la escritora irlandesa Jennifer Johnston ha cultivado una carrera discreta, sobria, coherente y que el público ha sabido valorar. Con obras como Las luces azules, de 1981, que Automática Editorial ha rescatado para el público español.
© ANNA MARIA IGLESIA

Publicó su primera novela en 1971. Tenía por entonces cuarenta y un años. Una escritora tardía, dirán algunos y, quizás, en parte sea cierto. Pero también lo es que, desde entonces, Jennifer Johnston ha construido una sólida carrera literaria con más de veinticinco novelas y seis obras de teatro. Dejó de publicar en 2015, tres años después de que en su país, Irlanda, fuera reconocida con un premio a toda su trayectoria. Allí se la conoce como «la mujer silenciosa de la literatura irlandesa», porque Johnston nunca ha sido una autora de masas, más bien todo lo contrario.

Ha pasado muchas veces inadvertida, construyendo fuera del foco una de las obras más interesantes de la literatura irlandesa. Ahora, por primera vez, Johnston, cuya novela The Old Jest fue llevada al cine con el título de El islandés, es traducida al castellano. Lucía Barahona Lorenzo firma para Automática Editorial la traducción de Las luces azules, obra publicada originariamente en 1981 (The Christmas Tree) y en la que se narra las últimas semanas de vida de Constance Keating, una mujer todavía joven que a finales de los setenta vuelve a casa para enfrentarse a una muerte inevitable acepta como parte de la vida y pretende vivir a su manera.

Edita Automática

Porque, aunque parezca contradictorio, Las luces azules habla precisamente de la experiencia de la muerte como una experiencia de vida. Escribió Joan Didion: «Durante las noches azules uno piensa que el día no se va a acabar nunca. A medida que las noches azules se acercan a su fin (y lo hacen, lo hacen siempre), uno experimenta un escalofrío literal, una visión de enfermedad, en el mismo momento de darse cuenta: la luz azul se está yendo, los días ya se están acortando, el verano se ha ido».

Por su parte, escribe Constance en su cuaderno: «Luces azules deslumbrantes en el árbol de Navidad, eso es lo que necesito ahora. Primero la botella, después las luces azules. Entonces volverá la alegría».

Constance no renuncia a su whiskey y, desde la penumbra donde suele permanecer, quiere ver las luces azules, pero no se engaña, sabe que estas, antes o después, se apagarán de la misma manera que lo está haciendo su cuerpo corroído por el cáncer.

«Se me cansa la mano a la media hora de estar escribiendo. Me duelen los dedos del esfuerzo que supone el bolígrafo. No puedo usar la máquina de escribir para nada. La presión de los dedos en las teclas provoca punzadas de dolor que me suben por los brazos y llegan hasta la parte posterior de la cabeza», anota con pocas fuerzas Constance, que, sin embargo, no quiere dejar la escritura.

Johnston demuestra una grandísima capacidad para llegar a lo más oscuro del alma.

En ella hay aceptación, pero no resignación: sigue escribiendo, a pesar de que con el tiempo deberá dictarle a su cuidadora; sigue escribiendo, a pesar del decaimiento físico; sigue escribiendo, porque, a pesar de todo, la palabra es la última esfera en la que puede tener el control.

JENNIFER JOHNSTON

Johnston, nacida en Dublín, ha cumplido 95 años en enero de 2025

Constance nos remite a Caroline Spencer, la protagonista de Lo que somos ahora, la excelente novela de May Sarton que acaba de publicar Bamba Editorial. Para ambas la escritura es una forma de resistencia ante lo que son ahora y, al mismo tiempo, es la forma que adopta el recuerdo: Constance recorre lo que ha sido su vida, que se ha definido por una permanente huida hacia dentro, hacia un reclutamiento interior que la mantenía alejada de todos, y hacia fuera, huyendo de la familia y sus designios y de las expectativas de clase media-alta (profesión ilustre, matrimonio).

A Jennifer Johnston se la conoce como «la mujer silenciosa de la literatura irlandesa».

Evoca momentos de su pasado en proceso de aprendizaje constante, como le explicará a su cuidadora, un aprendizaje que va de la mano del sufrimiento, de dudas —la fe como consuelo y la imposibilidad de creer—, de desobediencia y rebeldía, pero también de aceptación de lo inevitable. Y está esa niña que tuvo Constance sola y que es su última preocupación, porque lidiar con su inevitable muerte es lidiar también con la inevitable orfandad de su hija.

La escritura, rebeldía, recuerdo y dilucidación acompaña a Constance en este recorrido que Johnston traza con una extraordinaria capacidad para adentrarse en los rincones más oscuros del alma, para captar la belleza y el dolor de esas últimas horas azules en las que la vida busca un sentido, aunque este, como Dios, siga sin poderse escuchar.

 

Las luces azules, de Jennifer Johnston, con traducción de Lucía Barahona Lorenzo, Automática Editorial, noviembre de 2024, 208 páginas.


LA AUTORA

ANNA MARIA IGLESIA (Granada, 1986) es licenciada en Filología Italiana y en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada y doctora por la Universidad de Barcelona con la tesis «La narrativa del espacio urbano y de sus prácticas. El París del XIX y la flânerie».

Como periodista cultural, colabora con Abril (El Periódico de Catalunya), El Quadern (El País), Publisher Weekly, y Cuadernos Hispanoamericanos. También es lectora profesional para editoriales y traductora; entre sus trabajos se encuentra la traducción de Palabra de Lorca al francés y al italiano. Como autora, ha publicado Ese famoso abismo. Conversaciones con Enrique Vila-Matas (WunderKammer, 2020) y La revolución de las flâneuses (WunderKammer, 2019), un volumen que agrupa escritoras, activistas y pensadores flâneuses, convertido también en un manifiesta feminista para reivindicar el caminar como acto de insubordinación.