La autoindagación cruel de Rafa Cervera

Rafa Cervera (Valencia, 1961) añade otro título a su carrera como novelista con un ejercicio de autoindagación que, sin embargo, se ciñe al género de la ficción, de la novela, como el que más. En ella, se plantean los límites del sexo, del deseo, en un ejercicio de interlocución «cruel» del personaje consigo mismo. Canción para hombres grandes ha sido publicada por Jekyll & Jill. 
© IÑIGO LINAJE

“Tengo cincuenta años. Nací en Valencia y por amor me trasladé a Madrid. En la actualidad estoy divorciándome de mi esposa. Se supone que cuando concluya este trámite ya no estaremos enamorados… Por ahora me estudio a mí mismo en medio de esta recién adquirida soledad”.

La tercera novela del escritor y periodista Rafa Cervera (Valencia, 1961) presenta al lector este paisaje en sus páginas iniciales. Estamos ante una ruptura sentimental, ante una encrucijada que aboca al protagonista al aislamiento y al autoanálisis. Hay, en los primeros compases de Canción para hombres grandes (Jekyll & Jill), alguien que se observa minuciosamente a sí mismo, que se interroga acerca de su pasado; un hombre que establece un diálogo con el interlocutor cruel que es su yo más íntimo y que, en vez de abismarse en los pozos negros de la soledad, abre la puerta a una pasión latente a lo largo de su vida: el homoerotismo.

Se aprecia la impronta periodística en una prosa directa y minimalista.

Rafa-Cervera-foto-ALvaro-Leivas-1-300x300El lector que conozca las primeras obras de Rafa Cervera –Lejos de todo (2017) y Porque ya no queda tiempo (2020)– podría intuir que su título más reciente discurre –como aquellas– por las sendas de la autoficción o lo autorreferencial. Sin embargo, Canción para hombres grandes se adscribe por completo a la novela, a pesar de las posibles notas autobiográficas que podamos encontrar en ella.

Si en su opera prima el autor mezclaba realidad y ficción en una trama desarrollada en Valencia a ritmo de rock, en la segunda dibujaba un retrato de sí mismo en el que, valiéndose de los recuerdos de su infancia y juventud, alumbraba un hermoso mosaico existencial trazado al hilo de su dedicación al periodismo musical.

Hay que señalar que no queda lejos el estilo narrativo de Cervera en esta novela de la impronta periodística, el género que ha cultivado a lo largo de su vida, que se caracteriza aquí por una prosa directa y minimalista, diáfana e informativa y, por otro lado, por las digresiones personales que encadena el protagonista. Y es que la voz que nos habla desde estas páginas es la de un hombre –consultor de empresas y escritor– que, para huir de la soledad, comienza a encontrarse con otros hombres (abogados, albañiles, jubilados) a los que clasifica meticulosamente por sus ocupaciones profesionales. En ese maremágnum de citas furtivas, llenas a veces de lujuria y de un erotismo nada impostado, conocerá a otros dos personajes claves en la historia –Martí y Sarriá– con los que mantendrá una relación a tres bandas que no excluye otras paralelas.

¿Cuáles son los límites de la pasión y el sexo?

“No me da miedo envejecer sin pareja. El amor no lo es todo, aunque haya gente que está dispuesta a renunciar a sí misma con tal de tener a alguien al lado”, escribe el narrador hacia la mitad del relato. Reflexiones como esta, que especula sobre los pros y los contras de las relaciones amorosas y sobre las múltiples caras del aislamiento, aparecen, cada tanto, a lo largo del volumen.

Son pensamientos espontáneos de un monólogo interior que va configurando todo un tratado moral que parece responder a los interrogantes del libro: ¿Cuáles son los límites de la pasión y el sexo? ¿Dónde termina la libertad de los cuerpos? ¿Son legítimas la traición y la infidelidad? Todas estas inquisiciones nos llevan al asunto cardinal de Canción para hombres grandes, que no es otro que la conciencia de la soledad y del irremisible paso del tiempo.

Muy acertada, desde un punto de vista literario y estructural, es la construcción de la historia y de los personajes del libro: desde la voz narradora en primera persona hasta las identidades de los otros protagonistas. A través de cada capítulo conocemos los rasgos de sus personalidades, asistimos a la exposición de los miedos y deseos de cada uno y a su visión particular del mundo y de la sexualidad. Una sexualidad que experimentan de manera diferente –pero complementaria– y que les ayuda a no ser “cuerpos a la deriva, que solo existen cuando son deseados”.

Canción para hombres grandes se adscribe por completo a la novela, a la ficción.

De la misma manera que las primeras páginas de la obra exponen el paisaje desolador tras una ruptura, en las treinta últimas se produce otro adiós que llena la prosa de Cervera de un lirismo encendido que da sentido al trazado moral de todo el relato. Novela hermosa y vitalista pese a la amargura que destilan algunos de sus pasajes (esa letanía –“Todos vuelven”– referida a los seres crepusculares, en el tránsito a la vejez), Canción para hombres grandes se cierra –igual que Porque ya no queda tiempo– de modo autorreferencial: “Escribo esto en El Saler, sentado frente al mar, a solas. El mes de septiembre está llegando a su fin. Escribiría aquí mi nombre, pero ya no es necesario. Los 59 años transcurridos sobre este cuerpo han hecho que asuma que ciertas cosas es mejor que queden bajo la custodia de la imaginación”.

 

Canción para hombres grandes, Rafa Cervera, Jekyll & Jill, Zaragoza, 2022, 216 p.


EL AUTOR

IÑIGO LINAJE  (Vitoria, 1974)

Cursó estudios de Filología Hispánica en la Universidad del País Vasco. Es autor de cinco libros de poemas, entre los que destacan Breviario íntimo y Nunca más adiós, editados por Olifante Ediciones de Poesía. Escribe en los periódicos El Correo y Diario de Noticias, así como en las revistas Turia, Culturamas, Clarín y Vanity Fair. Próximamente, se editará el primer volumen de su diario personal bajo el título Una radiografía de la soledad.