Javier Marías: un hombre con carácter

El 11 de septiembre quedará unido, a partir de ahora, a la muerte del novelista y articulista  Javier Marías (Madrid, 1951-2022). A punto de cumplir los 71 años, unas graves complicaciones pulmonares han acabado con su vida. Deja una extensa y rica obra que se prestará a relecturas y nuevos acercamientos desde la complejidad y hondura que exigen los grandes escritores.
© RECAREDO VEREDAS

A estas horas, no queda nadie por saber que Javier Marías ha abandonado este mundo. Fue amado y odiado. Como le ocurría a su némesis, Camilo José Cela, pocos sintieron hacia él indiferencia. Fue amado y odiado, como digo, demasiadas veces, sin matiz alguno. Sin duda era un hombre con carácter, cuyo origen, como a todos nos ocurre, le marcó.

Si observamos los inicios de Javier Marías, hallaremos muchas de las claves de su narrativa. Hijo de Julián Marías, filósofo y opositor al franquismo desde la moderación, discípulo de Ortega y afín a la Institución Libre de Enseñanza, en cuyo colegio Estudio pasó Marías su feliz, y ya distinguida, niñez y juventud. Además, durante su infancia conoció distintos campus estadounidenses, donde su padre impartía clases.

Ha sido un autor más popular y cercano, tanto en su persona como en su obra, de lo que podría haber sido.

La educación de Javier no fue, por lo tanto, la habitual en un joven de la época, tanto por su distanciamiento de la religión como por su cosmopolitismo. Sin duda, tal origen marcó su alejamiento de nuestra tradición y su repudio, a veces desmesurado, de nuestro supuesto costumbrismo. Por si fuera poco, estudió con brillantez en Oxford y se convirtió en uno de los discípulos más jóvenes y feroces de Juan Benet, cuyos florilegios sintácticos le influyeron de manera decisiva.

Podría afirmarse incluso, dados tales precedentes, que Marías ha sido bastante más popular y cercano, tanto en su persona como en su obra, de lo que podría haber sido. Tal vez la causa sea una notable inteligencia narrativa, una conciencia nítida de lo que implica ser novelista, de la necesidad de que al estilo y a la complejidad emocional le acompañe una historia solvente.

Incluso en sus novelas menos interesantes había revelaciones.

Gracias a tal sabiduría, no cayó en las garras del experimentalismo, como le ocurrió al propio Benet o a autores aún más radicales como Julián Ríos o Aliocha Coll. Su primera gran novela es Todas las almas y, para algunos, sigue siendo la mejor. Sus obras previas muestran talento, posibilidades y un excesivo manierismo. Sin embargo, en Todas las almas vemos a un novelista que maneja con maestría la información, las tramas y crea personajes complejos, capaces de desvelar al lector emociones y cuestiones de sí mismo que no desconoce, pero no sabe nombrar.

Es en estas primeras obras donde aparece su típico personaje, claro trasunto de sí mismo y de sus idealizaciones. Es un profesor, traductor, político, espía, o todo al mismo tiempo, británico, de origen británico o enamorado de las islas y sus peculiares tradiciones, admirador o exalumno del colegio Estudio, que vive en Gran Bretaña, en el centro de Madrid o en el cogollo Chamberí-Salamanca.

Podría afirmarse, en su descargo, que sus admirados, incluso idolatrados, Faulkner o su maestro Benet emplazaron sus obras en mundos imaginarios y en escasas ocasiones se movieron de ellos. Tal vez el propio Marías pensara en ellos cuando utilizaba una y otra vez el mismo patrón. A veces cansaba y a veces acertaba más y a veces menos, pero incluso en sus novelas menos interesantes había revelaciones.

Porque Marías, además de un buen novelista, fue un gran conocedor del alma humana, sobre todo de los tormentos nunca expresados, de las consecuencias de las decisiones, algunas irremediables, de la vida adulta. También de los secretos familiares, que se prorrogan generación tras generación, marcando vidas que siquiera los conocen. En su origen y juventud también se hallan las claves de su éxito internacional, que le llevó no solo a las puertas del Nobel, sino a ser un auténtico best-seller en plazas tan difíciles como Alemania.

Además de un buen novelista, fue un gran conocedor del alma humana.

Marías era un auténtico escritor global y sus novelas recibían atención inmediata en todo el mundo. No olvidemos que Corazón tan blanco vendió allí medio millón de ejemplares. Esas claves son la universalización de los sentimientos de sus personajes, aprendidos de referentes tan unánimes como Shakespeare o Conrad, y también el éxito internacional de lo británico, de los tópicos británicos, como puede comprobarse en la unanimidad que ha despertado la muerte de Isabel II.

Tanto es así que creo un reino entre imaginario y real, Redonda, del cual era monarca y que otorgó títulos a algunos de los escritores más célebres del mundo, de Coetzee a Ashbery. Reino de Redonda también fue una exquisita y anglófila editorial, como no podía ser de otra forma.

Javier Marías, no sé si por suerte o desgracia, también opinó. A veces le vencía la vehemencia y cierto espíritu cascarrabias, pero siempre fue un demócrata y un liberal en el mejor sentido de la palabra, atento a los peligros que corría la democracia, incluso cuando provenían de ella misma.

Marías era un auténtico escritor global y sus novelas recibían atención inmediata en todo el mundo.

Sin embargo, sus artículos y opiniones, aunque durante los últimos años le brindaran mayor popularidad que sus novelas, no serán recordados. Sus novelas sí, sin duda, sobre todo las que escribió de 1989 a 1994, durante el tramo final de su colaboración con Anagrama: la mencionada Todas las almas, Corazón tan blanco (tal vez su mayor éxito) y Mañana en la batalla piensa en mí. Su etapa posterior también tuvo logros, incluso superiores para muchos, como la trilogía Tu rostro mañana, pero su momento de gloria ya había pasado.

Su muerte es temprana, y más teniendo en cuenta la longevidad laboral de los escritores, pero su vida fue plena, al menos en lo externo. Como él diría, y como aparecería en su propia obra, nunca se conocen las emociones de un ser humano, y menos de un ser humano tan complejo como Javier Marías.

 

 


EL AUTOR

RECAREDO  VEREDAS  (Madrid, 1970) ha estudiado Derecho, Edición y Creación Literaria. Ha publicado diez libros. Incluye los poemarios Nadar en agua helada (Bartleby, 2012) y Esa franja de luz (Bartleby, 2019), el ensayo No es para tanto (Sílex, 2016), la recopilación de testimonios Todo es verdad (Sílex, 2020), las novelas Deudas vencidas (Salto de Página, 2014) y Amores torcidos (Tres Hermanas, 2021), las colecciones de relatos Actos imperdonables (Bartleby, 2013) y Pendiente (Dilema-Escuela de Letras 2004) y el manual Cómo escribir un relato y publicarlo (Dilema-Escuela de Letras, 2006). Ha trabajado para diversas editoriales, entre las que destaca Alfaguara. Ha sido profesor en la Escuela de Letras y en Fuentetaja. Ha reseñado, entre otros medios, en Quimera, ABC, Política Exterior,  Letras Libres y Revista de Letras. Su última publicación es Vida después del sueño (Sílex, 2021), co-escrita con el editor Ramiro Domínguez Hernanz.