Juana Castro: cuatro poemas de un libro en marcha

La poesía de Juana Castro se ha movido siempre en una tensión equilibrada entre la mirada crítica hacia el mundo que la rodea, especialmente hacia los condicionantes que tradicionalmente han gravitado sobre las mujeres y limitado sus derechos, y una ambición lingüística y estética que convierte cada uno de sus poemas en un modelo de sensibilidad y en un recipiente de intensas emociones. La naturaleza, la memoria, la sensualidad y sus diversos caminos, las raíces…  Su biografía, intensa y diversificada (poeta, ensayista, maestra, crítica literaria), acompañada siempre de una actitud comprometida con los derechos civiles, nos muestra a una escritora ambiciosa e inquieta. Presentamos aquí cuatro poemas inéditos que forman parte de un libro en desarrollo.

Juana Castro (Villanueva de Córdoba, Los Pedroches, 1945) es Medalla de Andalucía 2007 y Premio nacional de la Crítica 2010. Autora, entre otros, de Arte de cetrería, Fisterra, Del dolor y las alas, Cóncava mujer, La bambola, Paranoia en otoño, El extranjero, Los cuerpos oscuros o No temerás, reeditados estos dos últimos en 2016. Narcisia fue traducido al inglés en 2012 y Del color de los ríos en 2018 por Ana Valverde Osan, Universidad de Indiana Northwest (Ed.Uno Press- Univ. Nueva Orleans-Diálogos Books). Traducida extensamente al italiano, y parcialmente al inglés, francés, neerlandés, polaco, catalán y chino. Autora de la biografía bilingüe María Zambrano (2016) y del texto en prosa Valium 5 para una naranjada (1990). Miembro correspondiente de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba desde 1992. Miembro de la Asociación Genialogías de mujeres poetas (1913). Columnista, maestra, crítica literaria, traductora ocasional, madre y abuela. Premios Juan Ramón Jiménez, San Juan de la Cruz, Jaén, Carmen Conde, Juan Alcaide o Carmen de Burgos, éste de artículos periodísticos. Las antologías críticas Alada mía (1995), La extranjera (2006) o Heredad seguido de Cartas de enero (2010) fueron dando noticia de su obra. En 2018 se publicaron Antes que el tiempo fuera (Premio Ciudad de Córdoba Ricardo Molina) y la antología Nunca estuve tan alta. En Villanueva de Córdoba, su pueblo, fue creado en 2014 el premio de poesía que lleva su nombre, y que alcanza ya su VII edición. En diciembre de 2020 fue reconocida por la Asociación Colegial de Escritores, sección andaluza, con el XII Premio de las Letras Andaluzas Elio Antonio de Nebrija al conjunto de su obra.

CUATRO POEMAS INÉDITOS

La autora nos ha dejado esta muestra de poemas inéditos que honran a República de las Letras y a su ya madura sección «Obra en marcha»:  forman parte de un libro en construcción, todavía sin nombre, que ahonda en sus temas de siempre: la naturaleza, el tiempo, la infancia y el paisaje del norte de Córdoba.

La sección se enriquece con la presencia de esta gran poeta, que continúa la estela de autores que la han precedido, de Antonio Gamoneda a Rafael Guillén, pasando por Antonio Colinas o Raúl Zurita, entre otros. Es, tras la agentina María Negroni y la rumana Anda Blandiana, la tercera poeta que incluimos en esta sección. El compromiso de lograr la plena igualdad en ella es firme: las próximas entregas serán protagonizadas por nuestras poetas o narradoras

A LA VIRGEN DEL AMOR EN SU PASO PROCESIONAL
DEL
MIÉRCOLES SANTO
Se mecen los varales como Tú te mecías
y va el Amor alzado en lágrimas de niña.
Dolor blanco tus ojos y la noche que muere
con abril en tus yemas y el aroma del fuego.
Niña mía de nieve levantada en jazmines,
va tu pena pasando cara a mí y a tu cuello,
cara al monte que baja de lo oscuro hacia el brillo.
Qué tristeza tu saya despeinando balcones
y qué sereno el hueco de mi gozo en tus manos,
granate oscura rozas mi fachada y me hieres
abriéndote en los nardos y encendiendo la calle.
Ochavada te miro mecerte entre las ceras
y subo por tu manto cuando ya no hay remedio,
cuando sólo los flecos de tu palio me llueven
como plumas de pájaros doradas en los hombros.
Y pasas, y te llevas mi sangre, anegando
las murallas y el viento. Blanca oscura y granate
meciéndote en la llama. Mi llama de amor tierna,
mi llama de amor viva temblando en los rosales.
Mientras que yo me muero. Mientras que yo me quedo
perdida sin tu amor, tan sola por tu talle.
SANTUARIOS
Eran luces, gargantas de la siesta
por las laderas húmedas.
Piedras, muros, ventanas,
al confín de los ojos.
Albarradas ardidas, mordidas
al hambre y al secreto de los siglos.
Pero éramos niñas entonces y cantábamos.
Cantábamos encima de los limpios peñascos
y la vida y el mundo iban a ser eternos.
Pasó luego el tren AVE y arrancó las ventanas
y arrasó las encinas, y la niña y las lastras.
El campo ahora es un silencio
atronador y terco que regresa.
Y que busca.
Cuando el tren atraviesa  mis rosas del antaño,
me recuerdo tortuga, y luciérnaga y liebre,
corriendo. Por los campos corriendo,
entre espigas y riscos y lanchares.
Oteros, atalayas, peñascos, altas piedras.
Alas mías de ensueño, vigilia
que flamea y nos ata.

VIENE EL FRÍO OTRA VEZ
En memoria de Pedro Roso
Miro el hastiar, la casa abandonada,
y entra el frío en mi cuerpo.
Los cuchillos de octubre sobre mi viejo corazón.
No hay nada que mirar: arrancaron
las piedras del camino, el alegre fulgor
de los domingos, el dibujo cansado de los carros
y la ciega obediencia de las mulas
junto al pesebre rico de la infancia.
Viene el frío otra vez sobre las ruinas.
En el capote del pastor bajo la lluvia
y en las manos de esparto de mi padre.
En los amaneceres lentos de diciembre
y a la puerta del horno, mientras
el pan crecía en las maseras.
Rebaña y corta el hielo por la puerta y la casa.
La casa ya perdida, esparcida, la oscura,
que recorren en vano mis rodillas
ardientes, ateridas de tiempo y orfandad.
El fuego el fuego, hay que encender el fuego,
el horno. La candela
transmutada ya en brasas, en los brazos
calientes de mi madre y su pan.

 

POEMA PARA AL-CABRÍ O BEN MOCADEM DE CABRA
Para ver, me han sajado los ojos
y yazgo aquí, convaleciente y roto,
el milagro a la espera.
Por setiembre, la luz
baja desde la sierra hasta mi calle
y me enjoya la cal de la memoria.
Y en enero, la plaza,
con su manto de frío,
recoge los dolores
y los clava, cuchillos, sobre mi corazón
nunca cansado. Volveré, volaré
sobre el río. Puerta del Sol y el agua.
Y cuando junio brille
y algún pájaro duerma,
te tocarán mis ojos –descalzos todavía–.
Y la hierba en mis sienes se acrecerá de sed.
De olvido.