DOS POEMAS INÉDITOS | DE la «obra en marcha» de JAIME SILES

Jaime Siles nació en Valencia en 1951, lo que le sitúa generacionalmente en ese e»espacio puente» entre la generación del 68 o promoción  de los novísimos (nacidos entre finales de la década de los 30 y a lo largo de la década de los 40) y la llamada, convencionalmente, generación de los 80, formada por quienes nacieron a mediados de la década de los cincuenta y primeros años 60. Es un poeta riguroso, extremadamente exigente que ha logrado un raro equilibrio a lo largo de su trayectoria literaria. Por un lado ejerce  como profesor de latín y griego (es catedrático de Filología Clásica en Valencia), lo que le da una extrema solidez a su base cultural, profundamente arraigada en los clásicos griegos y latinos,  y por otra como poeta, crítico de poesía y ensayista. Colaborador del Cultural de ABC, es autor de una veinmtena de poemarios entre los que cabe citar Música de agua (Premio de la Crítica en 1983), Semáforos, semáforos (Premio Loewe 1989) o Himnos tardíos (Premio Internacional Generación del 27, 1998). Traductor de poetas claves del siglo XX, como Paul Celan, su mirada crítica, curiosa e investigadora se extiende al teatro, al cine y a la vida en general.  Del resto de obras monográficas, sobresalen sus estudios filológicos y las obras traducidas desde el  alemán, catalán, francés, griego, inglés, latín y portugués (de Gayo Valerio Catulo, al filólogo Hans-Robert Jauss o el poeta inglés William Wordsworth). ​ En 2003 se le concedió el Premio Teresa de Ávila por el conjunto de su obra, y al año siguiente el Premio de las Letras Valencianas. Es académico de las Reales Academias de Bellas Artes de San Carlos, de Cultura Valenciana y de la Historia.

Dirige la colección de estudios clásicos de la Institución Alfons el Magnànim del Centre Valencià d’Estudis i d’Investigació. Recientemente ha llegado a las librerías una extensa y rigurosa muestra del conjunto de su obra poética en el  volumen Antología (1969-2014), publicado por Entorno Gráfico Ediciones en la colección ‘O Gato Que Ri’.

República de las Letras se enorgullece de poner a disposición del lector, en primicia, dos poemas inéditos en los que, ahondando en el proceso de esencialización y búsqueda que caracteriza a sus últmos poemarios, Siles se adentra en los misterios de la naturaleza. Al igual que, desde una opción estética distinta, Antonio Machado hacía de la realidad natural una suma de paisajes y escenarios en la que todo cobra vida, sobre todo vida interior, al confrontarse con la meditación, en el filo de la filosofía, Jaime Siles hace de las nubes, de la tormenta, de la nieve y de la ventisca que amenazan al caminante un conjunto de soportes esenciales para acercar al lector a una recapitulación, radicalmente íntima, sobe la frontera entre la vida y la muerte.

DOS POEMAS INÉDITOS


AM BODENSEE 
                    I
Esa nube de ahí
que apenas si se mueve
en su blancura azul
y gris casi de nieve.
Su sombra y la mía
se extienden sobre el césped,
mientras aquí debajo
todo parece detenerse.
Pero la nube se mueve
y  yo me muevo
y amarillea, sin saberlo,
en su quietud el césped.
Nada es lo que era
y todo es lo de siempre.
Pero cuántas cosas pasan
cuando nada sucede.
             II
Cuando nada sucede
algo se desdibuja,
se difumina, se borra
hasta perderse.
No se sabe qué es
ni lo que ha sido ni si lo fue,
pero desaparece.
Nunca vemos las cosas,
nunca vemos qué amarillea
en el verdor del césped.
Lo que avanza por él
no es una nube:
lo que avanza por él
sólo es la muerte.

 


MOURIR EN FAISANT UN BON MOT
Están ahí. Y ruedan.
Vienen hacia nosotros.
O nosotros a ellas.
No están fuera:
están dentro.
No están dentro
ni fuera.
Ataúdes o urnas
como espinas muy lentas.
Siento dentro de mí
su roce de madera.
No es ventisca ni nieve
ni tampoco tormenta.
Es un hondo huracán,
una interior galerna.
Pero qué dulce espuma,
qué serena marea
la de sus grises olas
sobre mi orilla negra.
¿Y qué son esos focos?
¿Y qué luces son esas?
Veo en la negrura
breves brillos de seda.
                                                
Las ilustraciones de los poemas son de Albert Lebourg (1849 – 1928), pintor francés. Postimpresionista. De la «Escuela de Ruan». Por gentileza de Concha Rodríguez.