El sol ilumina todos los barrios: presentación de ‘Ciudades en venta’, de Manuel Vilas

Con la librería Rafael Alberti llena en tarde de lunes, Manuel Vilas presentó su último poemario en Visor, Ciudades en venta, un trabajo que va más allá de la inspiración lírica para buscar, a través de distintas geografías y texturas del mundo, premoniciones sobre el devenir de un siglo XXI ya avanzado. Luis García Montero acompañó al escritor aragonés.
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Con un lleno de asistencia en cantidad pero también en calidad, Manuel Vilas (Barbastro, 1962) desgranó las claves de su regreso a la poesía, actividad que combina con su actividad como narrador, pues hace apenas un año se publicó su El mejor libro del mundo (Destino), obra miscelánea sobre la condición del escritor y las luces y sombras del oficio. República de las Letras lo entrevistó para la ocasión.

Rompió el hielo Luis García Montero, director del Instituto Cervantes y reconocido poeta, para dar contexto a estas Ciudades en venta, título que sugiere temáticas sobre gentrificación, pisos turísticos y franquicias de gyozas en estaciones antes dedicadas a Goya. El libro, en cambio, toma unos vuelos menos predecibles y de mayor profundidad, como se verá. Así, García Montero se retrotrajo a los albores de la Revolución industrial, al Charles Baudelaire que, con su Spleen de París, recoge como nadie ese vacío existencial que genera ese paso del campo a la ciudad, ese desasosiego inexorable que supone un mundo cada vez más deshumanizado, cambiante, líquido. Pues el propio Baudelaire ya acusa la condición efímera de la ciudad, con sus restaurantes y comercios que desaparecen, frente a lo duradero del mundo rural.

Vilas se mantiene fiel a Visor

«La poesía contemporánea surge al calor de Baudelaire. Es la época de la experiencia urbana, de la aceleración de la historia, del cambio del ritmo del tiempo, del vértigo de la ciudad por la deshumanización que trae», señaló García Montero. Aparece una soledad hasta entonces desconocida, en la que surgen masas que hacen aún más patente esa soledad, y del que, apuntó el poeta granadino, escritores como Edgar Allan Poe retrataron en lúcidos relatos como El hombre de la multitud, publicado en 1840.

Manuel Vilas se reconoció en esa idea del primer flâneur baudeleriano, como se reconoce en ese ser en tránsito que el escritor en promoción, el escritor en gira permanente, también como participante en mesas redondas alrededor del mundo. «Una de las ideas que preside el libro, surgida a partir de las ciudades que he visitado, tiene que ver con el presentimiento de que algo ocurre en el mundo que se nos escapa. Y que solo a partir de la poesía podemos nombrarlo, o eso es lo que he intentado con este libro», dijo Vilas.

La poesía como arma cargada de futuro, pero también de un misterioso elemento visionario, premonitorio, que permite intuir entre las sombras los acontecimientos que marcarán nuestra existencia en las próximas décadas. Porque, a estas alturas de siglo, apuntó Vilas, con un cuarto del mismo ya transcurrido, ya estaríamos en disposición de conocer, aunque sea mínimamente, cómo será. De un modo parecido al que Franz Kafka, cuyo El proceso se publico hace cien años, y que ya daba claves de la alienación que le esperaba al ser humano del siglo XX. O Federico García Lorca, que en su Poeta en Nueva York, de 1930, introduce elementos que podrían anunciar la Guerra Civil española y la Segunda Guerra Mundial (este apunte lo sostuvo García Montero).

Así, el poemario, más allá de su potencial evocador, se articula en cinco ejes, que el propio Manuel Vilas sintetizó así:

  1. Colapso del capitalismo.
  2. Regreso de la guerra.
  3. Pasó atrás en la línea (hegeliana) del progreso.
  4. Entropía de la democracia.
  5. Vuelta de los nacionalismos decimonónicos.

Pero, insistió Vilas, el siglo XXI quedará marcado por algo que no solo no tiene nombre, sino que quizá ni siquiera seamos capaces de imaginarlo. ¿Fueron capaces de imaginar o bosquejar, tanto Lorca, como Kafka, como otros escritores y artistas de su tiempo, fenómenos tan atroces como el Holocausto o la bomba atómica? Vilas sostiene que sí.

«¿Y si el sol se aburriera de nosotros?».

Renuente a impregnar la presentación de un tono excesivamente grave, Vilas recordó que, como buen aragonés, el poemario tiene sus dosis de humor, de ironía, y no renuncia a cierto vitalismo, a ese que trae el sol todas las mañanas, «idea sencilla, primitiva pero a la vez inagotable y jubilosa». Porque el sol ilumina todos los barrios, todas las ciudades, no entiende clases sociales, de nacionalidades, de papeles, de ideologías. Porque no solo calienta y nos llena de vitamina D, sino que genera, con sus luces varias, una belleza cuya ausencia, como le gusta decir a Vilas, vivir sería solo un ejercicio de supervivencia. (Y ahí lanzó algunos dardos Vilas a esa España fea, como el libro así llamado de Andrés Rubio, que en los años sesenta y setenta pobló España de barrios carentes de toda intención estética, marcando para siempre su fisionomía).

«¿Y si el sol se aburriera de nosotros?». Una idea nuclear del poemario en la que podría estar encerrada ese anuncio, ese elemento premonitorio.

El acto concluyó con la lectura de algunos de los poemas del libro, como «Logroño», «Gettysburg» o «Iowa City», lugar del que Manuel Vilas se considera el único español capaz de amarlo.

Estuvieron presentes en la presentación Jesús García Sánchez, también conocido como Chus Visor, la poeta y periodista Antonia Cortés, el escritor Carlos Castán y la periodista e influencer Marta Fernández.

Ciudades en venta, Manuel Vilas, Visor, Madrid, 2025, 116 pp., 14 €.

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Luis García Montero (izq) y Manuel Vilas (dcha) el pasado 22 de septiembre de 2025, en la librería Alberti de Madrid