Recordando a Emilia Pardo Bazán: figura clave en el largo viaje hacia la emancipación de la mujer

El Círculo de Bellas Artes de Madrid inauguró, el pasado 14 de octubre, el ciclo Maestras contemporáneas, un evento que recuerda a aquellas mujeres desbrozaron el camino hacia la igualdad. Marina Casado y Cristina Oñoro resaltaron el legado de Emilia Pardo Bazán en la primera sesión, en un sala María Zambrano abarrotada, bajo el reclamo de Maestras creadoras en el laberinto: entre la creación y la reflexión. 
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Se dice que las clases que impartía Emilia Pardo Bazán (A Coruña, 1851 – Madrid, 1921) no contaban con mucho alumnado. No todos tenían el mismo valor que la escritora gallega para desafiar las convenciones, y es que el mero hecho de recibir clases de la primera mujer que España obtuvo el grado de catedrática (en Lenguas Neolatinas) resultaba casi un acto de audacia.

No muchos años antes, Concepción Arenal también había logrado acudir como oyente a la Universidad Central de Madrid, en la sede de la antaño conocida como calle Ancha de San Bernardo. Esto retrata bien a un país, y una institución, la Universidad, no precisamente joven en España: la Universidad de Salamanca la fundó Alfonso IX de León… en 1218. Y Emilio Pardo Bazán obtuvo su plaza de catedrática en 1916, es decir, casi siete siglos después. Cabe recordar que la RAE se fundó en 1713 y no fue hasta 1978 en que ingresó la primera mujer, Carmen Conde, en una silla para que la también postuló, sin éxito, Emilia Pardo Bazán, como también optó con parecida suerte, años después, Rosa Chacel.

La literatura, como tantos otros campos de la sociedad, la cultura, la vida, era también dominio de los hombres, pero gracias al tesón de estas maestras contemporáneas se fue avanzando hacia la igualdad. Y, hoy, como celebró una de las dos ponentes (en un diálogo moderado por la poeta y dramaturga Ana Rossetti), Cristina Oñoro, profesora en la Universidad Complutense, cada día puede pasar por el Auditorio Emilia Pardo Bazán, y hoy se dan charlas en salas que llevan el nombre de filósofas como María Zambrano (a pesar de que, en la actualidad, como lamentó en su intervención, el número de autoras en carreras como Filosofía sea casi testimonial).

Cristiña Oñoro, Ana Rossetti y Marina Casado, tres defensoras del legado de Pardo Bazán, el pasado 14 de octubre, en el CBA

 

Modernizar en España: trabajo de todos

La poeta Marina Casado, profesora de Lengua y Literatura en un instituto madrileño, fue la primera en poner en valor las aportaciones de la autora de Insolación, de una de las obras de la escritora gallega que más impacto generaron en la ponente. Pues, como recordó la poeta, Pardo Bazán, como escritora, es mucho más que Los pazos de Ulloa o La madre naturaleza. Así, Casado defendió la «vocación didáctica» de Pardo Bazán, la «gran impulsora del naturalismo» como corriente literaria, pero también su capacidad para llevar el feminismo a la vida social y política.

Y lo hizo con proyectos concretos que materializaban ese deseo de lograr la emancipación de la mujer y la igualdad en derechos. Como la Biblioteca de la Mujer,  una colección de libros traducidos, prologados o seleccionados por la propia Pardo Bazán seleccionado con el objeto de difundir entre las mujeres obras fundamentales del pensamiento moderno, especialmente aquellas relacionadas con la educación, la emancipación femenina y los derechos de la mujer. Entre esos títulos, como señaló Marina Casado, destacaba La esclavitud femenina, de John Stuart Mill.

Sin embargo, y esto retrata bien el retraso que por entonces, finales del siglo XIX, vivía España, porque quienes más apoyaron ese proyecto fueron hombres, recordó Casado. Y, siguiendo con las tristes paradojas, el proyecto acabó truncado, hasta que en 1913 la propia Pardo Bazán lo recuperó pero con otro enfoque: libros de cocina, de temática doméstica…

No era fácil cambiar mentalidades arraigadas tras siglos de molde patriarcal, y eso es precisamente contra lo que quería luchar la autora de Los pazos de Ulloa en el Congreso Pedagógico Hispano-Portugués-Americano de 1892, celebrado en Madrid con motivo del IV Centenario del Descubrimiento de América. Emilia Pardo Bazán participó de forma muy activa y presentó varias ponencias, como la titulada La educación del hombre y de la mujer. «Denunciaba que se educara a las mujeres solo para ser madres y esposas, en lugar de para lograr su propia felicidad, su propia realización», subrayó Casado (cuya obra, por cierto, ha sido galardonada con múltiples premios, y reseñada en República de las Letras, la revista literaria de ACE).

Así, la escritora gallega (que escribía a tiempo completo, no era escritora de fin de semana, como apuntó Ana Rosseti), defendía la incorporación de la mujer a todos los ámbitos de la sociedad. No solo para su propia realización, sino también porque eso acarrearía el progreso de toda la nación. 

La primera sesión del ciclo ‘Maestras contemporáneas’, organizado por ACE y el Círculo de Bellas Artes, tuvo una gran acogida

La mujer obrera, puntal de progreso

Casado concluyó su intervención refiriéndose a esa particular clasificación de tipos de mujeres que hizo Pardo Bazán atendiendo al origen social de cada una de ellas. Así, los tres grupos eran:

  1. La mujer de origen aristocrático. Pardo Bazán sentía cierta simpatía por este grupo pues, al final y al cabo, procedía de este extracto social. Creció en un ambiente culto y su padre la animó a leer, a instruirse, a ser una mujer autónoma. (Algo que llevaría a gala, tanto como para separarse, en cuanto pudo, de su marido y padre de sus tres hijos. Porque José Quiroga, que así se llamaba, no encajó la polémica en torno a La cuestión palpitante, libro muy avanzado para la época en general, y para su esposo en particular). Volviendo a la mujer aristocrática, Pardo Bazán, pese a sus sintonías de base, criticaba su superficialidad y falta de interés por la cultura, cuyo desdén era mayor si era local.
  2. La mujer burguesa. Aquí, según Casado, Emilia Pardo Bazán tenía una visión casi despiadada y rechazaba a este grupo al que le caracterizaba el «mal gusto y afán por aparentar».
  3. La mujer obrera. Es el grupo para quien la escritora reserva todos sus elogios. Porque en ellas ve la base de la mujer moderna, con independencia económica gracias a su actividad y trabajo, punta de lanza de una futura mujer autónoma.

Casado concluyó su intervención con una anécdota personal relacionada con la importancia que la escritora y protofeminista daba a la educación estética como fermento de una educación integral. Así, contó como una de sus alumnas en el instituto en que Casado da clases (de Lengua y Literatura), de etnia gitana, estaba decidida a abandonar sus estudios, para casarse, a los quince años. Era una alumna que destacaba por los poemas que escribía y Casado habló con su madre para que se replantearan su futuro. No se casó. Al curso, siguiente, volvió con más poemas. «La poesía salvó a esa niña de quedar apartada de la educación», se felicitó Casado, como lanzando un guiño a Emilia Pardo Bazán.

En contra de la sumisión femenina

Con un lleno total de la sala María Zambrano, tomo el relevo Cristina Oñoro, profesora de Lengua Española en la Universidad Complutense de Madrid, pero también una gran agitadora cultural que promueve clubes de lectura y autora de libros comprometidos con la visibilización de la mujer como Las que faltaban. Una historia del mundo diferente (Taurus, 2022).

Así, Oñoro recordó el Congreso anteriormente citado, y destacó el hecho de que participaran 2.000 personas, entre educadores, periodistas, docentes. Y destacó que Pardo Bazán tuviera un papel muy activo con estas otras dos ponencias: Relaciones y diferencias entre la educación de mujeres y hombres y Conclusiones sobre los límites de la educación femenina. Unas conferencias en las que, señaló Oñoro, Pardo Bazán no tenía miedo a «meterse en jardines» y cuya aportación se podría resumir así:

  • Rechazaba que la educación femenina sirviera solo para formar madres.
  • Criticaba la exaltación de la maternidad y la sumisión femenina defendida por Rousseau.
  • Se adelantó al pensamiento de Simone de Beauvoir, negando la categoría única de mujer ligada únicamente a la maternidad.

Oroño trazó paralelismos con otra pionera del feminismo, Mary Wollstonecraft (madre, por cierto, de Mary Shelley, la creadora de Frankenstein), y concluyó el acto con dos ideas suyas que bien se podrían enmarcar y que reflejan el espíritu de estas maestras contemporáneas:

  • Wollstonecraft: «Fortalezcamos la mente femenina, ampliándola, y concluirá la obediencia ciega».
  • Emilia Pardo Bazán: «Solo aspiro a gozar de la libertad, descifrarme, ver de lo que soy capaz, completar mi educación, atesorar experiencia y ser un ser humano en el pleno goce de sí mismo».

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    Pardo Bazán, mucho más que una escritora

La próxima sesión del ciclo Maestras contemporáneas tendrá lugar el próximo 25 de noviembre; dedicado a Josefina Aldecoa, lleva el lema d «el mundo interior como libertad» y contará con la presencia de Aurora Luque y Estefanía Cabello, moderados por Julia Barella.