El pasado 17 de febrero se celebró la segunda edición del ciclo ‘Escribir y sus circunstancias’, en la BNE, con la premisa de ‘El papel de los clubes de lectura en el siglo XXI: ¿núcleos de resistencia o apuestas de futuro’, con la participación de personas muy vinculadas al libro como Pilar Adón, José María Merino, Santiago Asenjo, moderados por la experta en innovación cultural Maribel Riaza.
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El nuevo director de la Biblioteca Nacional de España, Óscar Arroyo, dio el pistoletazo de salida de esta segunda temporada del ciclo que organizan ACE y la propia BNE, con el patrocinio de CEDRO y que cada mes, desde febrero a finales de noviembre, ofrecerá (los lunes) cuestiones de interés cultural tan atractivas como las que se celebraron en la primera edición. Coloquios que, como recordó el presidente de ACE, Manuel Rico, abordarán temas como la vida difícil del libro teatral, la situación de los jóvenes escritores o el papel de las escuelas de escritura, entre otros asuntos de un variado programa que se puede consultar aquí.
Arroyo rompió el hielo planteando y si la conjunción disyuntiva o sería la más apropiada para la pregunta del título de la charla. Así, el propuso fusionar ambas potencialidades, es decir, entender los clubes de lectura como un foco de resistencia ante la amenaza de las pantallas y otros peligros para la lectura, pero también como un horizonte cargado de futuro para el fomento de la lectura. Así, habló de la comunidad de la que él procede, Castilla-La Mancha, en la que ahora mismo hay activos unos mil clubes de lectura gracias al trabajo de la red de bibliotecas públicas.

Manuel Rico, presidente de ACE, adelanta algunos de los temas de las próximas sesiones de ‘Escribir y sus circunstancias’
El poder de la palabra
Ya en la mesa de debate, el académico José María Merino destacó el papel de los clubes de lectura en su sentido más tradicional, casi atávico, de concitar el poder de la palabra en torno al fuego, y reunirse de ese modo para contar y escuchar historias para así entender mejor el mundo, buscar algo de luz entre las tinieblas.
Igual de favorable hacia la propuesta de los clubes de lectura se mostró la escritora Pilar Adón (que acaba de publicar Las iras), como demuestra su implicación en los mismos: en los días posteriores al acto tenía ya comprometidas su participación en dos clubes: uno en Albacete y otro en Valladolid. Y se podría pensar aquí en la idea de una España que lee como una España llena.
Santiago Asenjo, exdirector de la Biblioteca Universitaria de León y coordinador de la asociación cultural A plena cultura, se refirió a las distintas coordenadas en que se pueden incardinar hoy los clubes de lectura, ya sea, principalmente, en su versión analógica o digital, y en ámbito urbano o rural. Respecto a este punto, señaló la importancia («es como si viene Cristiano Ronaldo a dar una ponencia sobre fútbol») de la presencia de escritores y escritoras de cierto prestigio en aquellos pueblos con pocos recursos culturales no solo para fomentar la lectura entre sus habitantes sino para elevar su autoestima como comunidad. «Cuando viene un autor a una localidad pequeñita se genera una gran expectación que sin duda incentiva a la lectura», señaló Asenjo.
Con muchas horas de vuelo en el espacio de los clubes de lectura, Pilar Adón puntualizó que, cuando se acude en calidad de escritora un club en el que se hablará de la novela de dicha escritora, puede pasar, y de hecho pasa, que el libro no haya gustado a todos los participantes. Así, recordó uno en concreto, con un público muy nutrido que leyó un libro suyo de relatos, y resultó algo brusco al principio. Y como sus relatos suelen ser oscuros y complicados, sucede que el público se espera alguien también oscuro y complicado, y no es el caso.
«Para mí el club de lectura es la oportunidad de cerrar el círculo de la conversación iniciada con la lectura. Gracias a los clubes, la conversación no solo se cierra, sino que se perfecciona», señaló Adón.
Por otra parte, Pilar Adón fiel defensora del libro en papel como objeto «perfecto» (recordemos que, además de escritora, forma parte de la editorial Impedimenta, junto a Enrique Redel), apoyó no obstante la existencia de clubes de lectura virtuales como puente hacia otras culturas. Aunque también observó que la pantalla puede impedir matices que sí se dan en la conversación en el mundo físico y mostró sus reticencias a que los clubes de lectura se graben. En su opinión, subir estos contenidos, en los que se desentraña todo el contenido de la obra analizada, a canales como YouTube, puede hacer flaco favor al libro.

El acto, en la BNE, en lunes de febrero, contó con una notable afluencia
En este punto coincidió Maribel Riaza, quien defendió la atmósfera especial, íntima, que se crea al hablar de un libro «entre nosotros y para nosotros». Así, rememoró situaciones de mucha conexión personal, de gran calidez, que de mediar una cámara seguramente no se producirían.
Respecto a su experiencia en este terreno, José María Merino reconoció lo «deprimente» que le parece observar un vagón de metro en el que todos los viajeros andan absortos en su móvil, como arquetipo de una «sociedad muda» y que no se relaciona entre sí a la que se enfrentaría el club de lectura, con su propuesta de encuentro y comunicación directa.
Merino habló de su próxima participación en un club de lectura sobre su último libro de cuentos (Yo y yo en breve, Alfaguara), hecho que puso sobre la mesa como muestra de las bondades del club de lectura. «Hablaremos del cuento, de por qué el cuento, de qué es la ficción, temas con los yo disfruto mucho hablando», señaló Merino, quien trajo a colación la cita de uno de sus maestros: «No fue el ser humano quien inventó la ficción, sino la ficción quien inventó al ser humano».
Un formato con posibilidades
Pero ¿cómo se eligen a los autores que participan en dichos clubes de lectura? ¿Cómo se gestionan dichos foros? Santiago Asenjo recordó cómo los clubes de lectura se impulsaron, en la Universidad de León, para mejorar ciertas carencias detectadas en torno a la comprensión lectora de los alumnos. Así, entre otras iniciativas, se pusieron en marcha clubes de lectura; en primer lugar se creó uno de literatura y, después, un club de lectura dedicado a la divulgación científica, lo que ilustra las posibilidades de estas actividades y las diversas áreas que pueden tocar, más allá del comentario de una novela de ficción al uso.
El propio Asenjo ilustra este aspecto con un caso concreto. El de la lectura de un libro relacionado con el cáncer, a partir de un libro escrito por una escritora que superó la enfermedad y lo narró por escrito. Con la colaboración de la Asociación Española Contra el Cáncer, la autora y una persona del pueblo en el que tendrá lugar el club de lectura al respecto, la propuesta se hace realidad. El evento es presencial pero también se emite por streaming, y a los participantes se les entrega, previamente, una guía de lectura para abordar con más precisión tanto la lectura propiamente dicha como los posibles temas a tratar.
Tan solo algunos de los apuntes de un rico coloquio en torno a los clubes de lectura que demostró que no solo se mantienen firmes frente a las múltiples amenazas, sino que el futuro no se entiende sin ellos.

De izq. a dcha: Santiago Asenjo, Maribel Riaza, Óscar Arroyo, Pilar Adón, Manuel Rico y José María Merino
Accede al vídeo completo de ‘El papel de los clubes de lectura en el siglo XXI’ pinchando en el enlace.