Un muerto muy incómodo

El escritor Miguel Izu (Pamplona, 1960) recrea en Seis heridas de arma de fuego el asesinato de un comandante de la Guardia Civil en las primeras horas del golpe de Estado de 1936. Un true crime que sirve para ilustrar con precisión cómo se las gastaba el bando sublevado.
© EDUARDO LAPORTE

Las estrecheces de espacio de la prensa en papel no impiden que glose por aquí algunos aspectos que quedaron en el tintero de esta novela de lectura adictiva de Miguel Izu. Publicada en la editorial navarra Eunate, nada más lejos de una novela local, o para el público local, la que Izu levanta en sus Seis heridas de arma de fuego.

Es más, en el relato sobre la Guerra Civil quizá no se haya ahondado lo suficiente en el papel de Pamplona como epicentro de la conspiración, como kilómetro cero (que decía en la citada reseña) de la sublevación militar que tuvo al general Emilio Mola como uno de sus más entusiastas promotores, no en vano lo apodaban El director. Un Mola a quien era habitual verlo en el café Kutz de la plaza del Castillo, desde que lo destinan en la capital navarra tras la victoria del Frente Popular en febrero del 36, en pleno ejercicio conspirador. A plena luz del día.

Edita Eunate

Así, leemos: «Navarra era uno de los centros de la conspiración. Una provincia muy conservadora, donde la derecha barría en las elecciones y donde los carlistas contaban con el Requeté, una milicia con miles de voluntarios entrenados en los montes navarros desde hace años».

Miguel Izu se centra en un aspecto concreto para analizar esos cruciales días del inicio de una guerra que aún no se sabía tal. Y ese es uno de los puntos fuertes de esta novela basada en hechos históricos: la vivencia en carne propia de unos sucesos alarmantes pero cuyo desarrollo es incierto. Solo se sabe que se ha declarado el estado de guerra pero no cuánto va a durar y si será sofocado. Navarra cae rápida, o abraza sin vacilar el nuevo y militar estado de cosas; pero la cercana San Sebastián permanece leal a la República. ¿Por dónde irán los tiros?

La pregunta es muy pertinente, sobre todo los tiros que fueron a parar al cuerpo del comandante Rodríguez-Medel, que acabaron con su vida el mismo día de autos, es decir, el 18 de julio de 1936. Y señalamos otro de los puntos calientes de la novela, como es ese tiempo narrativo apretado, condensado en apenas unas pocas horas. Así, la primera mitad de la historia transcurre el domingo 19 de julio y el primer cuarto antes del mediodía de la citada jornada.

Además de una trama que se lee con avidez, está el relato de ese cambio de tornas.

¿Y qué pasa en esas agitadas horas? Todo. Y, en particular, la investigación encargada al protagonista, Manuel Salvador, del hoy extinto Cuerpo de Investigación y Vigilancia, de la muerte del citado comandante a las puertas de la casa cuartel de la Guardia Civil. No incurriremos en espóiler, pero basta leer su entrada en Wikipedia para ver quién orquestó su final y cómo se hizo. Y cómo su figura representaba la lealtad de la Guardia Civil a la República y, por tanto, era un personaje incómodo, molesto, que podía suponer un obstáculo al éxito de la sublevación.

Miguel Izu, que conoce bien la geografía por la que transcurre la novela (ahí están obras como Hemingway y los Sanfermines o El asesinato de Caravinagre), ofrece una reconstrucción precisa de las investigaciones de Manuel Salvador y su compañero Mansilla. Así como existe el género policial, falta un término (o al menos lo desconozco) para definir las intrigas militares. Porque la investigación tiene lugar en el seno de la Guardia Civil, cuerpo militarizado y en estrecha vinculación con las Fuerzas Armadas.

La historia se cuenta en primera persona, en la voz de Manuel Salvador, en un recurso que quizá pueda ser lo único discutible del planteamiento, ya que se trata de una voz aséptica, sobria, diríamos que navarra de no ser el protagonista (personaje ficticio) de origen palentino. Se podría haber optado por un narrador omnisciente y la trama hubiera avanzado igual de ágil; en cualquier caso, el autor despliega con destreza la información de que dispone, valiéndose de las diligencias levantadas por el juez, los testimonios de los testigos, el informe de la autopsia…

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Miguel Izu es escritor y socio de ACE

Aunque se conocen las motivaciones y los probables autores materiales de ese muerto incómodo que era José Rodríguez-Medel (destinado, a su pesar, en Pamplona, desde el año 1908), el lector tiene curiosidad, como en Crónica de una muerte anunciada, de García Márquez, por conocer los detalles de ese crimen. Por conocer hasta qué punto quedará impune y qué cómplices, todos dentro de un supuesto mismo bando, entran en juego.

Pero además de esa trama que se lee con avidez, está el relato de ese cambio de tornas que trae el declarado estado de guerra. Pamplona, como otras plazas en esas fechas, pasa a ser tomada por los militares, a ser una ciudad sin ley en la que cuadrillas de falangistas o requetés cobraban un inesperado poder. Para aquellos declaradamente republicanos y para aquellos otros, como el propio protagonista, que no acaban de abrazar ese nuevo orden de cosas y se verán obligados a tomar partido o buscar alternativas.

Y así lo hará Manuel Salvador, estandarte de una dignidad insobornable, cuya decisión final, y el relato de esta, supone un broche muy logrado a esta novela que hay que añadir a la biblioteca fundamental sobre la Guerra Civil.

 

Seis heridas de arma de fuego, Miguel Izu, Eunate, 2024, 191 páginas.


EL AUTOR

 

Foto Berta Delgado. YANMAG

EDUARDO LAPORTE. Escritor y periodista cultural. Nacido en Pamplona en 1979, reside en Madrid desde 2005. Ha publicado libros como Luz de noviembre, por la tarde, o La tabla, en Demipage, así como un diario íntimo en la editorial Pamiela y su particular visión sobre Baroja en Ipso Ediciones.

En 2021, publicó otra entrega de su Diario a ninguna parte en la editorial papeles mínimos bajo el título de Tiempo ordinario y la primera biografía en español sobre Battiato (tras la de Margaretto de 1990) en el sello Sílex: En presencia de Battiato. En 2024, ha reunido su visión sobre su tierra natal en Navarra-Madrid, también en Sílex.

En enero de 2025, está prevista la publicación, en Sr. Scott, de La vida suspendida, la historia de un duelo minúsculo. Es socio de ACE y, desde 2004, coordinador editorial de República de las Letras.