José Sarria y la solvencia de la palabra

La antología que nos presenta José Sarria, Elogio del tiempo, es la sinfonía de una trayectoria con voz propia, inimitable, evolutiva, autentificada por la conmemoración del presente.
© LORENZO MARTÍNEZ AGUILAR

Como un juego de esferas, José Sarria vuelve a recalar en la palabra tiempo: nominativo coincidente en sus dos últimos poemarios. Antes, Tiempo de espera (2022). Ahora, Elogio del tiempo. Antes, ya lo dije: un corazón abierto, íntimo, fecundo y detenido con las metáforas de una retrospectiva que recrea sus caminos. Ahora digo, en el caso de esta antología poética, con una cadencia lustral, gentil, ceremoniosa, reveladora: «En mi patria se extienden las arterias sin asfalto que alcanza los confines del alma» (p. 24).

José Sarria (Málaga, 1960).

Una antología que ovilla los ecos ya maduros de un itinerario que sintetiza los tempos interiores y regresa con más fuerza si cabe a recoger los frutos de aquella siembra de poemarios de los últimos 25 años (1996-2021). Como escribió Marcel Proust: «Somos el tiempo vivido hasta el instante en que lo revivimos en el ahora».

Y acaso una antología poética es eso: un inventario de tiempos vividos, un juego de arterias y puentes por los que regresan y vuelven a fluir palabras, memoria, vivencias y libros que fueron modulando etapas vitales y regresan para revivirlas, pero ahora con la solvencia ya de haber sido reconocidas y después de haber sembrado en los lectores las emociones más sublimes:

«Cuando cae la tarde, al final de los años, los recuerdos se inclinan como las ramas de los árboles de un bosque abandonado (…) a un patio en el que aprendí el lenguaje del agua y los jazmines» (p. 122).

Pero la antología que nos presenta José Sarria ahora no se ajusta a la cronología temporal de los poemarios que lo componen, sino a la cronología de las pulsaciones por las que respiran sus versos y a las vivencias que se instalan en los poemas de un hombre cuya identidad literaria se eleva desde la sinceridad y la serenidad para recorrer los paisajes, los lugares, los ritos, los rostros, las ciudades, la infancia, la adolescencia, los recuerdos…. con un flujo de colores propios: el carmesí de los geranios, la azul cartografía de la sangre, el lugar donde van a morir las mariposas, el himno de las sombras, los mapas encarnados del desasosiego, las aristas cristalinas de la sal, el blanco mármol de las efigies, el celeste de las puertas de Sidi Bou Said, el canto azul del petirrojo…

El poeta se ha entregado a la verdad, ha abierto su corazón al tiempo.

Como Juan Ramón Jiménez buscaba en su poemario Eternidades (1918) «el nombre exacto de las cosas», José Sarria busca la palabra exacta que ilumine y nombre su sentimiento puro: Acendrar estos versos / y abatir todo aquello que suponga / un artificio extraño a la emoción: / entonces, solo entonces, / podrá brotar / el nombre puro de las cosas (p. 20).

Es usual en los poemarios de José Sarria esa arquitectura de citas que abren las diferentes partes del libro y sus poemas con un ánimo de punto de partida y de construir junto a otros autores reflexiones, pensamientos, emociones… En el frontis de Elogio del tiempo esta idea queda perfectamente recogida en su dedicatoria: A los otros, que abrieron mis ojos a lo que ahora es visible. Desde dentro hacia afuera y en agradecida viceversa.

La antología, editada en Estados Unidos, se publica en español y en inglés.

Una característica poética que tal vez haya que buscar en la raíz solidaria y humanista de José Sarria; en el espacio compartido y común de la reflexión; en la didáctica del conocimiento, el aprendizaje, las lecturas de un poeta atento a los poetas, de un conocedor de las realidades, los sueños, la abstracción y las miradas. O de un ensayista cuya solvencia es la palabra.

Y así van sumando en estas páginas citas, aforismos, ideas, camino y voces Yalal ad-Din Muhammad Rumi, Olvido García Valdés, Oddysséas Elýtis, León Felipe, Ibn Arabi, Constantino Cavafis, Mariluz Escribano, José Ángel Valente, Jorge Luis Borges… «A la puerta de esta casa espero tempestades y viejas furias presintiendo que me enfrento a otras voces. Pero no estoy solo, me acompañan todos los nombres de los que conmigo caminaron, sus viejas cicatrices y el himno de sus sombras» (p. 44).

Elogio del tiempo es una antología donde muy pronto descubrimos que es tan importante lo que realmente significan sus versos como la forma de decirlos. Búsqueda literaria que entronca con el lenguaje que sublima la belleza. Nos atrae a la lírica como encuentro e intención expansiva de las emociones; nos regresa a la prosperidad de la sensibilidad profunda, a la luz de la ética. Todo, con una poesía honda, reflexiva, vivencial, de esencias humanas.

La antología recoge frutos de aquella siembra de poemarios de los últimos 25 años (1996-2021).

Una poética que nos muestra nuestras debilidades, pero también las experiencias que nos llevan a vivir hacia la belleza, la palabra, la naturaleza y los ritos íntimos del tiempo. «Mi nombre es aquella vieja aventura por conquistar los silencios, cuando aspiraba a comprender a los hombres; el asombro de las horas, la ceniza del tiempo, más allá del reloj y sus agujas» (p. 108).

El poeta se ha entregado a la verdad, ha abierto su corazón al tiempo, nos ha hecho llegar sus sensaciones y vivencias, a veces destiladas por el alambique de esas heridas por las que la luz entra en él; otras veces recreado en lo gozoso del momento, como dice en el poema dedicado a Medina Azahara: «Aquí mi corazón / reposa contemplando el vuelo de las garzas / o la belleza de los arrayanes / mientras busca la gracia del Altísimo» (p. 96).

A veces expresando el miedo: «… hace tiempo Dios pensó / que podía tenerme. A fin de cuentas / a los dos nos embarga / el mismo miedo a tanta soledad» (p. 50). A veces cantando desde la rebeldía, la pregunta o la duda: «¿Con qué ojos mirar el tiempo?» (p. 124). Otras veces escribiendo a la esperanza: «Sé que no estaré muerto / mientras pueda vivir en tu memoria» (p. 118). Pero siempre desde las pulsaciones más vivas de la vida y la solvencia de la palabra: No tengo otro país que la palabra (p. 32).

 

Elogio del tiempo, José Sarria, Ediciones Valparaíso-USA, edición bilingüe, Carolina del Norte (EE UU), 2023.


EL AUTOR

Lorenzo Martínez Aguilar » Biblioteca de Escritoras/es Andaluces

LORENZO MARTÍNEZ AGUILAR (Linares, 1957) es consejero académico titular del Centro de Estudios Linarenses (CEL), de cuya institución fue director académico entre 2011-2015. En poesía ha publicado los poemarios El jardín de los sueños (1992), Taranta (Poemas a Linares) (2009), Manual de invierno (2010), Territorio de sombras (2016) y La geografía del laberinto (2023). Sus poemas, además, han sido recogidos en diversas antologías poéticas españolas y andaluzas y en revistas especializadas.

En narrativa ha publicado los relatos La acera (2004), La pesadilla (2005), El sargento Aguilar (2010) y la novela Caminos cruzados (2019), siendo algunas de estas obras premiadas en diversos certámenes literarios. En materia histórica y de patrimonio sobre Linares tiene publicados siete libros y medio centenar de trabajos de investigación en volúmenes compartidos y diversas revistas especializadas.