Vive el momento y más tarde se verá

Una referencia del periodismo con vocación literaria, Paolo Rumiz (Trieste, 1947) es toda una institución en Italia, pero muy poco conocido en España, a pesar de tener obra publicada aquí. Con su Canto por Europa, hace un llamamiento para frenar la integración de varios órdenes que amenaza al Viejo Continente. 
© F. Vicente Manjón Guinea

Probablemente sean los efluvios del Mediterráneo que nos unen y nos adormecen, pero lejos de esa puntualidad centroeuropea, tudesca, el encuentro con el escritor Paolo Rumiz comienza tarde, como era de esperar.

Al menos una música de violín, una agradable y perfectamente cohesionada sinfonía, adereza la estancia. Notas musicales que se deslizan por entre las paredes del Instituto Italiano de Cultura y que hacen olvidar el vacío del escenario. Dos sillones atigrados esperan sumisos que alguien siente sus posaderas en ellos.

Quince minutos después de la hora de comienzo aparece el escritor y periodista esquivo a los aplausos, pues ha decidido acceder por el lateral de la sala en lugar de por el pasillo principal. Camina lento, despacio, con los pasos quedos y cautelosos, mirando a los asistentes, sin perder el más mínimo detalle.

El hombre nacido en Trieste, en 1947, falto de pelo a consecuencia de las secuelas victoriosas de la edad, barba blanca, como de nieve, perfectamente recortada y gafas de alambre, que le ayudan en sus lecturas, toma asiento, mientras la directora del Instituto Italiano de Cultura, Marialuisa Pappalardo, hace una pequeña introducción del personaje y escritor.

Nos habla de sus libros de viajes, desconocidos aquí en España, y de sus trabajos como reportero en La Repubblica. Hace especial mención a aquella época en la que fue corresponsal en la extinta Yugoslavia, justo en el momento de su violenta desintegración y cuando en 2001 fue enviado a Islamabad para documentar el ataque estadounidense contra los talibanes de Afganistán. Aquellos mismos que los norteamericanos decidieron armar hasta los dientes años atrás.

«El viaje perfecto es el que se hace a pie».

Paolo Rumiz comienza a hablar. Se dirige a los asistentes con la suma educación que tiene un italiano respetuoso del norte, concretamente del punto más septentrional del Mediterráneo. Su voz es tranquila y pausada, rozando la densidad de un barítono dramático.

«Considero que el viaje es algo fundamental para conocer a los demás y para conocerse a sí mismo», dice el escritor italiano. «Viajar es una forma de medirse. Una gran sed de conocer quienes somos, porque cobramos nuestra identidad gracias a los demás. Viajar te ayuda a desprenderte de prejuicios y falsas concepciones. Partes con una mochila y al final del viaje, de un viaje lento, casi flemático, te das cuenta de que terminas con esa mochila llena de cosas totalmente distintas a las que introdujiste al iniciarlo. Hay que viajar lento para recordar y dar lucidez a los momentos. El viaje perfecto es el que se hace a pie. Nuestros pies son una parte magnifica de nuestra anatomía que al posarse sobre la tierra nos transmite cualquier saber telúrico que desconocemos».

Paolo Rumiz, uno de los cronistas más prestigiosos de Italia.

Con esta explicación, cada uno de los asistentes al encuentro con el autor, acabamos de entender el porqué de la tardanza en iniciarse el acto. Es mucho más importante extraer la sustancia de las cosas, del momento, que preocuparse por la artificialidad del reloj. A partir de ahora el tiempo se ha congelado.

Sus libros de viaje son una llamada al conocimiento que se vienen publicando cada mes de agosto en las páginas de La Repubblica. Se elaboran con maestría, percibiendo el tacto y el olor que puede desprender un mapa acartonado en el momento de desplegarse. «Ese es el inicio del viaje. El mapa te habla y se comunica contigo al abrirlo», dirá Paolo Rumiz. «Uno se deja fascinar, sobre todo por las líneas de costa, quebrados que se van extendiendo con el paso del tiempo y de la erosión a consecuencia de las inclemencias».

Con esa cadencia sinuosa de su voz el escritor va cautivando a los asistentes y les inocula el gusto por descubrir mundo, como viene haciendo él desde hace más de veinte años. Desde un recorrido en bicicleta de Estambul a Trieste, un viaje en transiberiano de los Urales a Vladivostok, o siguiendo los pasos del líder cartaginés Hannibal hasta embarcarse en Calabria.

«El gran viaje que hice en 2007 fue buscando la sombra de Hannibal. La secuela que dejó ese hombre en Italia. Su memoria en cada uno de sus pasos, de sus paradas, de sus avituallamientos. En este viaje que arranca desde España, Hannibal sale con un ejército para superar los Alpes y entrar en la memoria de la historia».

Rumiz se enfrenta a los rebaños identitarios que crean los nacionalismos.

En el mundo de la globalización, donde todas las masas se empujan hacia la misma dirección, dejando tras de sí enormes espacios vacíos, el viaje te ayuda a definirte, a conocerte. Paradójicamente, dice Rumiz, «en tiempos de la globalización nuestra amplitud de miras se ha reducido. Basta con alejarse unos kilómetros de Roma para observar la lejanía dispar de la gente que puebla Italia en la inmediata distancia».

A pesar de que el escritor tiene a sus espaldas más de una veintena de títulos y varios de ellos readaptados al celuloide como Le dimore del vento o El árbol en las trincheras, el escritor italiano es escasamente conocido en el interior de nuestras fronteras. En España se ha dado a conocer gracias a la traducción de obras como El membrillo de Estambul, una obra de fuerte aliento europeísta y por supuesto mediterráneo inspirado en una balada bosnia. Pero, sobre todo, el desembarco se produce gracias a su última obra Canto por Europa, un texto que también ha sido llevado a la escena por el director Franco Però. Una obra que hace referencia al mito de Europa, en el momento en el que Zeus se disfraza de un toro blanco y manso para raptar a Europa, una princesa fenicia. Rumiz realiza un paralelismo entre el mito griego y el presente. Europa, en su libro es también una mujer oriental que atraviesa el continente para llegar a Occidente. Una migrante. Una hija de Asia que nos da el nombre y el origen.

«Antes que nada, dirá Rumiz, me siento fuertemente europeo. Somos híbridos, bastardos. Durante toda mi vida he viajado por Europa, pero el momento en que decidí, de manera irrefutable, mi pertenencia europea fue en 2015, cuando tuve la oportunidad de comprometerme con el proyecto de una orquesta europea de música, la European Spirit of Youth Orchestra, compuesta por chicos de entre doce y veinte años, la edad del descubrimiento de la vida. Estos chicos, durante unas semanas, compartían el aprendizaje de una partitura de música, aunque cada uno era de un país distinto. Ninguno de ellos se conocía y venían de lugares y de escuelas musicales distintas. Sin embargo, al final del proceso todos ellos se llegaron a compenetrar de tal manera que el concierto salió perfecto. Ni una sola nota desafinada. Pude sentir perfectamente la belleza de Europa a través de la música. No a través de la política. Hace falta alguien que cuente a Europa, con la musicalidad de esa partitura, el maravilloso mundo donde vivimos».

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Otra obra de Rumiz, en Sexto Piso.

El escritor hace un pequeño receso en su exposición hasta que se suelta nuevamente y dice: «no tenemos nada que ver con esa altivez inglesa, de lores con pelucas que crean un brexit para autoexcluirse. Para cerrar sus fronteras al extranjero».

En el oyente se genera la idea de ese supremacismo, ese nacionalismo excluyente como un mal tremendamente corrosivo para el espíritu europeo. El nacionalismo adopta su forma de ameba para propiciar la decadencia de la idea de Europa. «Tengo miedo —dice Rumiz— el mundo se ha fragmentado. En el momento en que hemos declarado el fin de las fronteras, el nacionalismo empieza a construir muros. Esta fragmentación, esta mentalidad en el que la identidad conjunta se vuelve idiocia es un autismo nacionalista que sigue el juego de los poderes económicos y financieros. Cuanto más nos dividamos más fuertes se sentirán para someter la individualidad». La fortaleza del individuo es lo que nos lleva a poder estar juntos y no la idea de rebaños identitarios.

Canto por Europa nace en las costas de Puglia, con el tema de la migración como fondo. De una mujer procedente de Siria y llamada Europa que desea más a una tierra incluso que la propia gente que vive en ella. Es un libro lleno de guiños que combina la mitología con la actualidad. El libro está escrito en endecasílabos porque se debe a un ritmo antiguo y musical. «La prosa no es lo suficientemente impactante para narrar esta historia de amor», dirá el escritor. Al igual que El membrillo de Estambul, Canto por Europa es una balada, y, ¿cómo se escribe una balada? «No puede ser en prosa. Tiene que ser en endecasílabos que es el príncipe de los versos italianos», puntualiza Rumiz.

«Pude sentir perfectamente la belleza de Europa a través de la música».

«Como periodista nunca me había adentrado en el mundo del verso. Me parecía que era como introducir a la lengua en una jaula. Sin embargo, he descubierto que es todo lo contrario. El verso libera las palabras. Las pone a disposición de la lengua, de la emoción y de los sentimientos. El verso es infinitamente más rico que la prosa. El verso te lleva a encontrar la liberación del nudo al que puede llevar una narración sin ataduras. El verso es la embriaguez del enamoramiento».

Cuenta Paolo Rumiz que el libro Canto por Europa ha sido escrito en las noches porque es un momento en que la mente se libera, navega con velocidad espantosa y eso hay que apresarlo y escribirlo inmediatamente. No hay que dejar que se volatilicen esos momentos preciosos donde la noche recupera su carácter nómada y sorprendente.

Vivere il momento e dopo si vedrà!

¡Vive el momento y ya veremos más tarde!

 

Canto por EuropaPaolo Rumiz, Itsas Lapislazuli, 2024, 324 pp.


EL AUTOR

F. VICENTE MANJÓN GUINEA (Madrid, 1968) es licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid y licenciado en Criminología por la Universidad Camilo José Cela.

Es editor y escritor del blog de artículos Memorias de un náufrago y colabora con Diario Siglo XXI.

Fundador y director de la extinta revista literaria en internet Satiria. En su haber constan varios premios de poesía y relatos cortos, ha publicado ensayos como De la literatura y las pequeñas cosas y novelas como Una lluvia fina y mentirosa o Con tal de verte reír.