El volumen número 32 de la Serie Debate se apoya en la escalera, querido elemento por Buero Vallejo, para recorrer así la historia del teatro, en un ambicioso y riquísimo análisis.
© JAVIER MATEO HIDALGO
La Asociación de Directores de Escena de España publica, en su Serie Debate, el volumen número 32, sorprendente por su título y contenido. La escalera en el teatro propone un recorrido por la historia de la dramaturgia tomando como nexo la figura de dicho elemento constructivo. Por él transitaremos, estudiándolo desde distintas perspectivas, organizadas en seis capítulos: desde su función arquitectónica y simbólica —como gradas que organizan al público siguiendo el rango social o sirviendo para situar al espectador y al intérprete a distinto nivel—, pasando por su carácter escenográfico o metafórico en la historia representada —pudiéndose ver físicamente, aludiéndose en el libreto o convirtiéndose en personaje mismo de la obra—.
De este modo iniciaremos nuestra andadura recorriendo los peldaños de los primeros teatros grecorromanos, como el inaugural de Dioniso en la Acrópolis griega —cuyo origen se remonta a Tepsis, dramaturgo e intérprete que introdujo al actor en escena— o el de Marcelo en Roma, y donde surge la idea de escaleras como graderío y la estratificación social dentro de su arquitectura; tras el compás de espera del medievo, el Renacimiento recupera el teatro —además, el “teatro como escalera”—, tornando su planta a rectangular y aunándolo con la idea de perspectiva.
El barroco, con sus escaleras pintadas y demás trampantojos y tramoyas, siempre haciendo coincidir el punto central perspectivesco con la posición física —arriba y abajo, izquierda y derecha— y social de un público privilegiado en sus asientos —monarquía y nobleza—.
Finalmente, tras un estudio de las escaleras camino del s. XX como escalinatas de acceso al teatro —e incluso a modo de herramienta para los técnicos y como salida de incendios externa—, se alcanza la vanguardia y su concepto de despojar toda decoración de superficialidades, mezclando la posición de público e intérpretes y empleando la escalera como elemento con el que comunicar las distintas plataformas de un escenario cada vez menos realista y más geométrico y maquinal —constructivismo ruso, expresionismo, Bauhaus y futurismo mediante, con propuestas como las de Meyerhold, Popova, Brecht, Schlemmer o Prampolini—.
Por último, la escalera como concepto fundamental en cuanto a la exteriorización psicológica de la trama y de los personajes —Appia, Craig, Svoboda como claros ejemplos de puesta en escena—, como objeto de libretos en que adquiere un sentido simbólico o práctico —Shakespeare, Lope, Muñoz Seca, Lorca o Buero Vallejo— y, protagonizando como tema un popurrí o serie de referencias a edificios “relacionados con el teatro, a géneros mayores y menores, a obras y talleres de teatro y otras diversas actividades relacionadas con el arte dramático”.
Como vemos, en este trabajo la escalera no solo afectará a lo que acontece en el tablado, sino que tomará como protagonistas a los “actores y actrices” “accidentales” o “periféricos” a la representación.
Leyendo cada una de las partes de este estudio, parece imposible imaginar que, dada su importancia, no hubiese tenido lugar un estudio específico sobre este tema previamente. Es por tanto su propuesta una acertada decisión, traída hasta nosotros por Javier Navarro de Zuvillaga.
El espíritu polímata del autor y el modo en que las diferentes disciplinas de las que ha participado han influido en los asuntos tratados en este trabajo, le hacen idóneo para afrontar esta investigación: arquitecto, escenógrafo, dramaturgo, intérprete, actor o profesor emérito de la Universidad Complutense, además de fundador y presidente de la Sociedad Neopatafísica de Madrid desde 1996 y cofundador del Instituto de Teatro de Madrid (2007), algunas de estas facetas pueden encontrarse en trabajos escogidos como ejemplo para el libro —su proyecto de Teatro Móvil (Londres, 1971), la escenografía planteada para el estreno de Las bicicletas son para el verano (1981) o su pieza teatral La gallina (1968) son algunas de ellas—.
Además de la profusa y cuidada selección de datos, organizados categóricamente siguiendo el original e innovador orden que da personalidad al libro, éste cuenta además, al final de cada parte, con una excelente selección de imágenes fotográficas con las que ilustrar la mayor parte de los casos concretos expuestos.
Nos encontramos ante una tarea ingente de búsqueda y catalogación, donde las escaleras más importantes destacan del resto del atrezo histórico y artístico, demostrando su importante “historia de amor” con el teatro, “digna de un gran dramaturgo”.
La escalera en el teatro, Javier Navarro de Zuvillaga, Asociación de Directores de Escena, Madrid, 2022, 248 páginas.
EL AUTOR
JAVIER MATEO HIDALGO (Madrid, 1988) es doctor en Bellas Artes, investigador, crítico cultural, poeta y profesor. De su labor académica, destaca su participación como ponente en instituciones como las Universidades Complutense y Autónoma, el Instituto Cervantes o el CEDEU. Además, ha colaborado con artículos de investigación en revistas como Cuadernos para la Investigación de la Literatura Hispánica, Anales de Literatura Española, Archivos de la Filmoteca, Femeris o Re-visiones. Como articulista escribe asiduamente en periódicos como El Imparcial o en las revistas Zenda (XL Semanal), Ethic Magazine, Cualia o El Cuaderno. Es autor de los libros de poemas Ataraxia o La imagen sonora, o del ensayo sobre séptimo arte De la llegada en tren a la salida en caravana: 126 hitos de la historia del cine (1895-2021).