Manuel López Azorín ofrece, en su último poemario publicado en Lastura Ediciones, una bella confrontación entre las luces y las sombras
© PASCUAL GARCÍA GARCÍA
Nos trae el poeta, afincado en San Sebastián de los Reyes (Madrid), Manuel López Azorín (Moratalla, Murcia, 1946) su última entrega lírica, este viaje de la palabra desde la tristeza a la luz, desde esos baluartes con los que se defiende del mal, con amor, hasta estos violines con los que se regocija y que preludian la luz final y la alegría, dice el prologuista, Félix Maraña, al principio del poemario: “Toda su obra está atravesada por una querencia o aspiración que se resume en la necesidad de dar y darse. Sin el amor y el desamor el poeta es un ser desvalido”.
Este es un libro con una historia y con un relato, a pesar de ser un libro de versos, porque la poesía también cuenta historias, pero los versos del poeta moratallero poseen una espléndida factura clásica, una conformación adecuada al fondo sentimental que nos está expresando. Baluartes y violines es un manual de pedagogía vital, un tratado de terapia de alma y cuerpo, tal vez por eso nos encontramos ante un poemario con un poder curativo no solo para el hombre que lo ha escrito, también para los afortunados lectores que tendrán la posibilidad de frecuentarlo tantas veces como deseen.
Porque el proceso de escritura, el camino que plantea un libro de poemas lleva aparejado casi siempre un conflicto sentimental y su curación última, un viaje del alma y su final de trayecto: “Ese es el propósito de Baluartes y violines, la superación del ciclo oscuro de la depresión».
El escritor proclama que este libro es un grito silencioso.
Y, tal y como lo plantea el escritor así sucede a lo largo de la obra, de un modo paulatino el yo poético va emergiendo de la penumbra hasta desembocar en una antesala luminosa, a la que accede el poeta como si celebrara un logro humano y personal.
PROCESO DOLOROSO DE BELLEZA TRISTE
Bien escrito, sugerente y con el hondón del sentimiento en el alma, un libro así es una apuesta por el alivio del dolor humano mediante la palabra, la música y la idea, que comienza siempre por el alivio del alma y de los estados de ánimo. Este libro, austero en el lenguaje, directo en la expresión, retrata un proceso que es doloroso de una belleza triste.
Los versos de Manuel López Azorín combinan la tristeza dulce y sentimental con el ansia de esperanza y la necesidad de luz, aunque el poeta apela de continuo a la defensa del amor, a la protección lírica que es el baluarte sobre el que se edifica buena parte del poemario y que da paso con el transcurrir de la obra a la liberación última, a ese despertar de violines en el que basa el autor la esperanza última, la música y la poesía como definitiva opción: “Baluarte: el amor, donde apoyarse, / parapeto de besos y caricias/ que limpian y que salvan”.
He aquí un libro pleno, con un significado humano indudable.
En algún poema, el escritor proclama que este libro es un grito silencioso, y tal vez sea esa la mejor definición de estos versos, aunque en ningún momento renuncia el autor a la esperanza porque en estas páginas donde refulge la luz y suenan con dulzura los violines hay una lucha sin cuartel hasta el final: “Glorifico tu imagen inundada de luces / y escucho los violines —son pájaros alados— en concierto de vida”.
He aquí un libro pleno, con un significado humano indudable, con sobrados valores literarios y una fina sensibilidad poética.
Baluartes y violines, Manuel López Azorín, prólogo de Félix Maraña, Lastura Ed., Alcorcón, 2023, 118 pp.
SOBRE EL AUTOR
PASCUAL GARCÍA(Moratalla, 1962) es doctor en Filosofía y Letras, catedrático de Lengua y Literatura española en el IES Alfonso X El Sabio de Murcia y profesor asociado de la Universidad de Murcia. Ha publicado 5 novelas, la última Los besos incompletos. Libros de relatos como Hablar durante las comidas, ha publicado libros de crítica literaria, Años fugitivos. Crónica personal de Moratalla y el libro de entrevistas Palabras y café con escritores, un volumen de artículos y los poemarios: Fábula del tiempo, El invierno en sus brazos, Luz para comer el pan, Alimentos de la tierra, Cita al anochecer, La fatiga y los besos, Trabajan con las manos, Aniversario en París, Poemas del desamor verdadero y Un hombre solo. Como columnista en prensa publica un artículo cada semana en El Noroeste y cada quince días en La Verdad.