Destiempo, Deslugar | Sobre «Destiempo», de Silvia Bardelás

El autor se acerca a una novela que aborda cuestiones básicas, como la educación, la función de la filosofía y de la comunidad o el eterno malestar en la cultura. 
© MIGUEL ÁNGEL SERRANO

La escritora y editora Silvia Bardelás es, además de una notable novelista, doctora en filosofía, algo que suele apuntarse siempre en su obra, reflexiva y lúcida. La exigencia se apuntala, no obstante, en recursos narrativos, no reflexivos o no solo reflexivos, puesto que en sus textos (así también en Las Médulas, 2013) encontramos siempre una eficaz estrategia de despliegue de acciones, diálogos y pensamientos. En el caso de Destiempo, su título original en gallego, el idioma de redacción primera del volumen, esa estrategia se apoya sobre todo en la elección de un narrador capaz de pasar, sin solución de continuidad, de una cabeza a otra, de una peripecia a la siguiente, en un magma de densidad variable y tremendamente efectivo: nos mece tanto como nos muestra o nos precipita, como agua que bajara una ladera casi por manteo, pero que fuera capaz de llegarse mansamente al caudal general de la narración.

Silvia Bardelas

El hilo argumental de Destiempo se basa en la invitación que una abuela de una aldea pontevedresa, Mati, hace a su nieto Lois, residente en Boston, para que vaya a pasar una temporada en la casona familiar. Entre otras metas, para que vea algunos cambios en su manera de entender la vida que, piensa, podrían servir de ayuda al joven, un tanto desorientado y tal vez desubicado. Ese cambio se basa en el abandono de una idea sobre el estar en el mundo que parece haber quedado obsoleta para la mujer, que prefiere iniciar un movimiento, junto a sus vecinas, para llevar la filosofía a las plazas y abandonar así la feligresía, que parece ser ya incapaz de dar respuesta a lo que la agita por dentro.

Es interesante, además, la elección de Spinoza como alternativa a la tradicional educación y conformación católica, que es la que abunda en el entorno de Mati

Una imagen muy repetida en la novela sobre esa desazón (pero también impulso vital), es la del lución, o liscanzo en gallego, un lagarto sin patas que se te mete en la cabeza y te obliga a hacer, a moverte. Esa caza del liscanzo parece ser además una ocupación favorita del narrador, que nos cuenta la agitación que prácticamente a todos los personajes de la novela alcanza. Es Mati, en realidad, la que mueve la narración, pues es quien ofrece posibilidades o cierra caminos: así, por ejemplo, el cura que guiaba a la abuela y sus amigas y convecinas se ve afectado por el movimiento hacia la filosofía, pero sobre todo por lo que tiene de negación de sus enseñanzas. O la madre de Lois, que es alguien ausente y que se deja llevar, o la novia de aquel, Eva, que tiene que desandar caminos que nunca pareció tener realmente decididos.

Es interesante, además, la elección de Spinoza como alternativa a la tradicional educación y conformación católica, que es la que abunda en el entorno de Mati. Lo es porque Spinoza es un filósofo que no parece estar nunca en el lugar adecuado, pero eso es porque es libre. Su familia, portuguesa, huye a Holanda ante el previsible avance de la Inquisición en el país luso, pero la condición judaica de Spinoza no es visado útil, puesto que se ve expulsado de dicha comunidad, vigilado por las autoridades eclesiásticas y tenido como un ateo. Mientras, el filósofo fabrica lentes de manera artesanal. Es no solo un pensador desubicado (o mejor, que elige su posición), sino alguien cuyo pensamiento no parece encajar entre el de sus contemporáneos.

Una novela muy recomendable alejada de caminos trillados y que apuesta por devolver a la literatura sus viejas y todavía bruñidas armas

Finalmente, este es el trasunto de la novela: ese malestar en la cultura, sin ponernos freudianos, que significa una herencia de prejuicios, de pensamientos, que no solo pesan desde lo que ya ha sido (el mal es un “ya fue”, como se dice en la novela, cuando lo piensas ya ha ocurrido), sino que gravan el presente y condicionan, aunque no lo veamos, el porvenir. Tal vez por eso Mati toma decisiones que en el fondo no le corresponden, pero a la busca de dar acomodo a la indecisión, o tal vez ceguera, de los que la rodean.

Un par de apuntes finales: subyace la idea de comunidad, de completitud que solo se alcanza con los otros: los personajes que se quedan solos se amustian. Que eso lo propale un grupo de mujeres mayores, que sean capaces de encender, todavía, mechas de ideas, es algo hermoso. Y la morriña vicaria: se mira la emigración, como ha dicho la autora, desde la perspectiva de los que se quedaron, apegados a una tierra que parece asentarlos y proporcionar la base de una verdad que, como vemos esperanzadamente, aún puede evolucionar.

En resumen, una novela muy recomendable alejada de caminos trillados y que apuesta por devolver a la literatura sus viejas y todavía bruñidas armas: la elevación, el pensamiento, la narración adulta. Como en el célebre poema de Robert Frost, The Road Not Taken, Bardelás toma el camino menos transitado y eso hace toda la diferencia.

Destiempo. Silvia Bardelás. Trad. Moisés Barcia. Editorial Deconatus. Madrid, 2021. 224 páginas, 19,90 €.


EL AUTOR

MIGUEL ÁNGEL SERRANO (Madrid, 1965) es narrador, poeta, crítico literario y ensayista.  Colabora habitualmente en medios como columnista y crítico literario. ObraLa Ciudad de las Bombas. Ensayo histórico. Ed. Temas de Hoy, 1.997. Tango. Novela. Premio Pereda de Novela Breve del Gobierno de Cantabria 1998. Ed. Pretextos 1.998. El veneno del profundo pesar. Relato. Finalista Premio Vargas Llosa NH de relatos. Edición no venal NH Hoteles. 2.002. Traducido al inglés por Bianca Southwood. Jardín de Espinos. Novela. Prólogo de Antonio Muñoz Molina. Ed. Dilema. 2.004. El hombre de bronce. Novela. Ed. El tercer nombre, 2.009. Su último libro publicado es el poemario  Un Presagio. Poemas. Ed. Bartleby, 2.013.  @poesajes / http://www.poesajes.com