Ricardo Bellveser: tres poemas inéditos

RICARDO BELLVESER (Valencia,  nacido en noviembre de 1948) es un escritor polifacético, que ha cultivado casi todos los géneros, pero esencialmente es un poeta. Un poeta al margen de corrientes y categorizaciones generacionales que ha venido entregando periódicamente libros en los que las emociones y el lenguaje, la búsqueda de lo imaginario, y de lo recordado, en los pliegues de la realidad, son sus vectores esenciales.  No es extraño, por ello, que sus primeros libros fueran de poesía.  Marcados por la estética de los novísimos, dominante en la década de los setenta, destacan Cuerpo a Cuerpo (1977) y La estrategia (1977), que la crítica recibió como una de las aportaciones más interesantes y originales a esa generación. Le siguieron “Manuales” (1980) y “Cautivo y desarmado” (1987). Estos libros fueron reunidos bajo el título de “La memoria simétrica” (1995) que cierra su primera etapa creativa. En 2018 publica la antología «El sueño de la funambulista» (ed. Olé Libros) en la que el propio autor hace una selección propia de los mejores poemas de toda su obra.

En su trayectoria poética cabe señalar una segunda y definitiva etapa, que se inicia con Julia en Julio (Huerga y Fierro, 1999). A esa etapa pertenecen libros como El agua del abedul (Visor, 2002), premio de poesía de la Comunidad de Castilla y León, Paradoja del éxito (IAM, 2003), que fue traducido simultáneamente a cinco lenguas,  Fragilidad de las heridas (Calambur, 2004), Premio Vicente Gaos de poesía,  Las cenizas del nido (Visor, 2009), XIX Premio Internacional Jaime Gil de Biedma, Jardines (Everest, 2013), Premio Universidad de León, y El sueño de la funambulista (Olé Libros, 2018). Antología poética, colección Vuelta de Tuerca.

Nuestra sección «Obra en marcha» ofrece tras poemas inéditos de Bellveser. Tres poemas que recorren un sendero que va de una evocación de la ciudad de Nueva York a través de sus olores hasta la habitación vacía, abandonada por quien no hace mucho ha fallecido, pasando por un homenaje/elegía al poeta nicaragüense, desparecido en 2018, Ricardo Llopesa.

UNA ACTIVIDAD CULTURAL DIVERSA Y RECONOCIDA

Es Licenciado en Periodismo, Ciencias de la Información y Filología Hispánica por las Universidades de Valencia Estudi General y Complutense de Madrid. Es Académico correspondiente electo de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, Académico electo de la Acadèmia Valenciana de la LLengua, Asesor científico de la Fundación Max Aub de Segorbe, ex Vicepresidente del Consell Valencià de Cultura (CVC), presidente de honor de los Premios de la Crítica Literaria Valenciana, miembro permanente del jurado de los Premios de la Crítica Literaria Andaluza y de los Premios de la Crítica de Castilla y León, ejerce la crítica literaria en la prensa española y en varios suplementos literarios de periódicos hispanoamericanos. Profesor titular de Teoría de la Literatura, hasta enero de 2015 fue Director-gerente de la Institución Alfons el Magnànim (CECEL-CSIC) y Miembro del Consejo Rector del Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM).

Entre otros premios y distinciones, en poesía, ha recibido el Premio Nacional de Poesía Cultura Viva, el Premio de la Comunidad de Castilla y León, Premio Internacional de Poesía Jaime Gil de Biedma, Premio Universidad de León de poesía, Premio Vicente Gaos, y otros premios en narrativa y periodismo.

Está en posesión, del Premio Nacional al Fomento de la Lectura, del premio de la Crítica Literaria valenciana y de la Alta Distinción colectiva de la Generalitat, la Pluma de Oro del Ateneo Blasco Ibáñez y el Premio del Ateneo de Valencia. Es autor de una docena de libros de poesía que han sido traducidos, en libro, al ruso, francés, portugués, catalán, serbio e inglés, una quincena de ensayos y antologías y de tres novelas.

Poeta de obra reconocida y muy influyente, en la actualidad se dedica exclusivamente a las labores de escritor y de gestión cultural. En su agenda fija está la asistencia al Festivales internacionales (Belgrado, Yasnaya Polyana, Smeredevo, Tel Aviv, Bubva, distintos organismos y centros culturales de Rusia, Líbano, Chile, Argentina, México, Perú o Bolivia y del Instituto Cervantes), y da charlas y cursos en Universidades de distintas partes del mundo.

TRES POEMAS INÉDITOS

NUEVA YORK HUELE A PIZZA 
Nueva York huele a pasta de pizza,
a taco, a tortita y a burrito,
a queso parmesano al horno,
a perritos calientes con salsa kétchup,
y a un lejano vinagre, aromas
que recorren la ciudad perfumándola.
Nueva York es un inmenso comedor,
en cuyas calles, la gente come
como si complementaran la cocina.
En Nueva York se come en los bares,
restaurantes, cafés, hoteles, salones,
se come en los bancos públicos,
en las aceras de las calles,
en las terrazas de los comedores,
hasta en los lugares de trabajo.
Se come mientras se pedalea en la bici,
se deja la comida en el salpicadero del coche
para hablar por el móvil o poner la radio,
o los más afortunados se sientan en los bordillos
para ver pasar el tránsito mientras muerden.
Todos comen a todas horas y lo que pueden,
pues comer es una forma de estar en la ciudad.
El aparato digestivo de Broadway
desemboca en el túmulo del Trade Center
y en la memorable Saint Paul’s chapel,
por un lado, y en el Central Park por el otro,
en un teatral sarcasmo que nos ayuda a pensar
en lo efímera que es la vida y lo largas
de algunas digestiones, que nunca se acaban
en la insomne ciudad que no me permitió
ser ni forastero ni inquilino.
Me acompaña su perfume italiano,
mejicano, yanqui, irlandés,
que a veces regresa para recordarme
que en la vida, todo es una estación de paso.

RICARDO LLOPESA
En sus palabras se enredaba la noche,
perdía su oscuridad y se alargaba
como le sucede a las horas nocturnas
del estío de la primera adolescencia,
que abusa de su fuerza excesiva
en su resbalar por la experiencia de vivir,
porque aún no puede imaginar
que otra vida es posible y lo será.
El malditismo juega al tres en raya
y siempre pierde, porque esa es su condición,
no poder ganar, incluso querer perder sin desearlo,
ya que ni los míseros dioses indígenas
de su pueblo, le concedieron un vaso
de fama, ni un suspiro de gloria.
Pero a cambio vivió la fiel compañía del vino
que ahonda hasta la raíz y sus principios,
despierta los colores, enciende las ideas,
aturde las pesadumbres, nos abisma.
Amor a la botella de cuello largo de garza,
y de ancho cuerpo sin caderas que aguarda
su función de viático imprescindible.
Solo los vicios nos acompañan en la soledad.
A ti te emparentaban con Tirso, Poe, Darío,
Rulfo, Rimbaud y Bukowsky en ese horizonte
que brilla en la orilla del cristal que lo limita.
La tristeza es la hija del vino en exceso,
del aturdimiento que borra las desigualdades
de los ángeles ciegos que recorren la noche.

SOMBRA ESTÉRIL 
 La presencia de la sombra estéril
en el blanco lecho que le vio agonizar
y acogió su despedida, no es más
que la presencia de un despojo.
Nada hay que le trascienda.
A quien se ha ido, ese cuerpo
le sobraba y lo ha abandonado
en la cama, o sobre el suelo,
o dejado caer en una mesa grave.
Incluso muchas veces, las más,
cuesta reconocer a quien utilizó
ese disfraz, de tan desnaturalizado.
Se comprende que no queda
nada de su anterior morador.
Ese cuerpo, sin él, es falso.
Un cadáver es un espanto maquillado,
ropa vieja tirada en una habitación
de la casa, ropa sobrante que ya no
le es útil a nadie, y su anterior huésped
la ha rechazado para poder emprender
el viaje, trapo caído con desdén,
convertido en un objeto rígido
que ha renunciado a emocionar,
y solo opta por el desconcierto,
una máscara que comienza
a pudrirse, y hay  que retirar
para que inicie el olvido
que tampoco lo habita.