Sobre «Oriente Medio. El más lejano y el más cercano», de Hilal Karaham

El autor realiza un acercamiento a un libro quw compendia, en una rigurosa selección, una «visión sazonada y plural de la obra de Hilal Karaham». 
© FRANCISCO MORALES LOMAS

Hilal Karaham es doctora, poeta y traductora turca cuya trayectoria es amplia tanto en el ámbito nacional turco como internacional, formando parte de comités internacionales de festivales de poesía. Es miembro del centro PEN en Turquía y directora del Festival Internacional de Poesía en su país. Al tiempo que forma parte de diversos movimientos como el Frente Poético en Defensa de los Derechos de la Mujeres y la Asociación de Escritores, así como embajadora del Instituto Internacional para la Paz. Desde 2017 es consejera de publicaciones de la revista de poesía bilingüe Absent y Rosetta World Litterature. Entre sus obras de poesía podemos citar La noche que rompe la pasión (2012), Poemas selectos (2014), traducidos al rumano; La rue qui cherche la mer (2016), en traducción al francés; Poemas hacia las sombras (2017), traducidos al árabe… con los que ha obtenido algunos premios literarios importantes.

Oriente Medio. El más lejano y el más cercano. Poemas selectos (2018) es una compilación de poemas traducidos a la lengua de Cervantes que nos ofrecen una visión sazonada y plural de la obra de Karaham, donde se sintetiza su visión social al tiempo que su compromiso estético y su modo de estar y ser en el mundo. Percibimos que existe una pretensión de universalizar su discurso poético cuando trata de que su obra sea traducida a diversas lenguas del mundo que poseen millones de hablantes. Esta universalización de su lírica tiene mucho que ver también con la propia universalización de su discurso poético, que partiendo de raíces propias y cercanas (la situación vital, social y humana de personas cercanas y de ella misma) consiente en llegar al resto de la humanidad.

Hilal Karaham, en la presentación de su libro

En consecuencia, estaríamos ante un discurso claramente humano y solidario. Y en los temas que secuencian su obra en este libro se hallan muy presentes la mujer como centro del poema en su condición de persona, y en el ámbito público y personal que la determina, el amor, la condición del ser humano en sociedad con toda suerte de invectivas y acechanzas, y la definición metafórica de las grandes palabras sobre las que asienta su visión personal del mundo.

En este sentido se estructura en cuatro libros:

  1. «Jaula de huesos», con seis poemas.
  2. «Poemas femeninos», con nueve poemas.
  3. «Poemas de amor», con cuatro poemas.
  4. «Poemas cortos», con tres poemas que llevan por título, “El río fluye a orillas de la atención”, “Poemas del vino” y “Diccionario propio”, aunque en realidad agrupan un número más amplio y abigarrado de poemas que sintetizan su visión del mundo en unas cuantas oraciones.

En todos ellos, no obstante, existen unas líneas generales, una voluntad formal precisa que tiende a la estructura axiomática del verso, al haiku, a la búsqueda de una expresión metafórica trascendente y la consolidación de una ética del poema que sea una respuesta comprometida ante la situación de la existencia. Son poemas, no obstante, diferenciados temática y formalmente, aunque existan esas coordenadas de encuentro entre ellos que determinan una visión solidaria y magnánima de la existencia con el otro.

Representa una poesía claramente comprometida y que eleva en sus descripciones el diapasón de la desesperanza.

En «Jaula de huesos» alude a dos términos muy significativos con claro valor simbólico, la pérdida de la libertad y la ausencia de las condiciones sociales y económicas mínimas. Es una lírica donde la sangre con su simbología y lo tétrico de la existencia se halla presente, situaciones terribles, hambre, niños en el total abandono… muestran un mundo creado con trazos gruesos y terroríficos donde la maldad habita, siendo siempre los ofendidos, los masacrados, los seres más indefensos. Una indefensión que representa una poesía claramente comprometida y que eleva en sus descripciones el diapasón de la desesperanza. Son muy significativos estos versos que definen perfectamente este enfoque demoledor: “Cada uno vive en la jaula del corazón/ viendo la tierra a través de sus heridas”. Dolor que se asume en el verso con malestar y con denuncia ante una Europa que “parece ciega, escucha sorda”. Las mujeres y los niños son el eslabón débil de esa cadena humana en la que Hilal Karaham se ha detenido: “Las mujeres se compran y se venden/ a cambio de camellos/ que son circuncidados de la vida// Sus rostros están tatuados en los hombres, / sus corazones son segadoras”.  Niños hambrientos, refugiados, rencor, carroña, miseria son palabras que nos anuncian que “la buena voluntad perdió sus manos, / la vida se desenredó a través de sus fijaciones”. Es una visión punzante en la que “Ninguna mañana puede salvarse/ del acantilado desde el que/ la noche lanza a la ciudad”.

En «Poemas femeninos» la retórica lírica se concentra en el ámbito de la mujer a través de una simbología agonizante. La mujer viuda, la mujer madre, la mujer a la espera de que algo pueda hacer cambiar una especie de predestinación en el mal. Mujer perseguida, mujer diezmada, mujer que sufre el incesto, que espera una solución mágica para su existencia, pero la respuesta es una luz apagada, una habitación a oscuras. Poemas muy humanos, en los que está presente esa visión de las 275 niñas de Chibok, que fueron secuestradas por el grupo terrorista Boco Haramy el 16 de abril de 2014 en Nigeria, o las 301 mujeres que enviudaron en Soma el 13 de mayo de 2014, llenando de muerte y vacío su casa; o ese simbólico “agujero negro” de la existencia que se va adueñando progresivamente de sus vidas y, sin embargo, Karaham se pregunta, como Blas de Otero, como Unamuno, como tantos otros, ¿dónde estaba Dios entonces?: “Es increíble como el Dios podría pasar por encima de/ esta afrenta”. Son palabras que azuzan la desesperanza, el silencio, el frío… pero también la protesta, el compromiso y la denuncia ante un mundo que no se ha creado para la mujer.

Son poemas, no obstante, diferenciados temática y formalmente, aunque existan esas coordenadas de encuentro entre ellos que determinan una visión solidaria y magnánima de la existencia con el otro.

En «Poemas de amor», Hilal Karaham centra su atención en la simbología de cruzar el umbral de la puerta, porque en realidad se trata de un espacio entre el amor y la vergüenza, entre el futuro y el pasado. Es una doble sensación en la que al mismo tiempo que existe el patrimonio del recuerdo en forma de olores y piel desafiante, y acaso “el corazón es tan profundo que puede amar/ a todos al mismo tiempo”, nos encontramos ante lo desconocido, ante ese umbral a ciegas. Existen esas sensaciones acumuladas, la respiración cercana, el cuerpo del amor, la piel, que se prepara para todo tipo de inspiraciones… Una sensualidad conquistada al tiempo, pero también detenida simbólicamente en esa serpiente que se traga el extremo de su cola.  El amor puede ser regresar al camino, encontrar esos “viajes verdaderos”, esa dicha de ser entendido y de tener el corazón en las manos o poseer el vestigio de los labios y la boca, en una bella metáfora, como “gota de agua”.

Breves y potenciales poemas que nos hablan de la vida para dar paso en «Poemas cortos», en su último libro, a un recorrido por la existencia desde Oriente y el acopio de significados en tan solo tres o cuatro versos.

En ellos está presente la asociación del ser humano y la naturaleza, el despertar sensual al mundo, la concentración de significaciones en torno a simbologías diversas: el cansancio de lo material (“la arena está cansada”), las caricias, el tacto de los pies, el ruido del agua, el interior, que se hace espacio de lo vivido, una huella del tiempo: “Se olvida lo que se vive/ y lo no vivido;/ el río llega a tal lugar”.

En ese recorrido vital y enriquecedor, el vino posee una simbología manifiesta en el poema homónimo “Poema del vino”, con citas de Horacio y Ovidio, donde se exaltan sus bondades simbólicas y se apuesta metafóricamente por una definición que aúna múltiples significados: sensualidad, vida, calma, espejismo, daga, maldición, cura de amor… Es una majestuosa senda en la que la poeta compendia en leves trazos un mundo, una perspectiva en torno a su sentidos y las antítesis de los mismos para mostrar su fuerza, su razón de ser, tanto en la comprensión de la pena como en la respuesta del amor o la virtud de su clarividencia: “Cuando el vino toca,/ el hombre puede verse/ en su fuego”.

Por último, el diccionario se apodera de la esencia de su vida y en el poema finisecular hace un recorrido por los términos que la definen: la memoria, las mujeres de Oriente, la muerte, el pasado, el cuerpo, los mendigos, el poder, la poesía, la mujer y el hombre, la paz, la arrogancia, el secreto, la alegría, la palabra… Son los poemas más experimentales y en los que Hilal Karaham expresa un pensamiento condensado, cerrado, que es como una especie de retrato robot de su mirada del mundo en el que la palabra, por ejemplo, es metafóricamente una “cáscara desplumada”, o la alegría, “llama saltando sobre el agua”.  Algunas de sus ideas ya habían sido expresadas de un modo más amplio en otros poemas, ahora, sin embargo, son simbologías que se aúnan para enunciar una identidad: la vida, como “vaina pensativa”; el pasado, “bolsa vacía hinchada de pensamiento”; el cuerpo, “una buhardilla/ mi ataúd”; el poder, como el peso de ese árbol durante la caída, o la poesía, finalmente, como “la mano de un joyero”.

Son poemas muy diferentes a los primeros que comentábamos y nos permiten hablar de una poesía de amplio recorrido, plural, heterodoxa y rica, donde caben múltiples registros y, sobre todo, una visión personal de la existencia, siempre humana, siempre comprometida con la vida.


EL AUTOR

FRANCISCO MORALES LOMAS. Académico de la Academia de Buenas Letras de Granada y de la Academia Artes Escénicas de España. Doctor en Filología Hispánica. Profesor Titular de Universidad. Catedrático de Lengua Castellana y Literatura en E.S. Licenciado en Derecho y licenciado en Filosofía y Letras. Presidente de la Asociación Andaluza de Escritores y Críticos Literarios (AAEC) desde hace doce años y presidente de la Asociación Internacional Humanismo Solidario (AIHS). Vicepresidente de la Asociación Colegial de Escritores de España-Andalucía y vicepresidente de la Asociación de Dramaturgos, Investigadores y Críticos Literarios de Andalucía. Ha recibido algunos premios literarios. Ha publicado más de sesenta títulos en poesía, narrativa, teatro, ensayo y crítica literaria, una treintena de capítulos de libros y un millar de artículos de crítica literaria. Poesía: Veinte poemas andaluces (1981), Basura del corazón (1985), Azalea (1991), Senara (1996), Aniversario de la palabra (1998), Tentación del aire (1999), Balada del Motlawa (2001), La isla de los feacios (2002), Eternidad sin nombre (2005), Tránsito (1981-2003). Antología (2005), Noche oscura del cuerpo (2006), La última lluvia (2009), Puerta del mundo (2012). Narrativa: El sudario de las estrellas (1999), Juegos de goma (2002), Candiota (2003), La larga marcha (2004), El extraño vuelo de Ana Recuerda (2007), Tesis de mi abuela y otras historias del Sur (2009), Bajo el signo de los dioses (2013) Cautivo, (2014) y Puerta Carmona (2016). Teatro: El lagarto (2001), Un okupa en tu corazón (2003), La yaya de Mauritania (2005), El urólogo (2007), El caníbal (2009), Caníbal teatro (14 obras de teatro breve, 2009), El encuentro (2012), El desahucio (2014), Vaffanculo, Los monstruos de la razón (en Teatro completo. Volumen 1, 2014), El hombre de hierro, Los ídolos, El buen salvaje y su prima de Verona y Feliz cumpleaños, papá (en Teatro completo. Volumen 2, 2015) y La farmacopea, El encuentro, El pordiosero, El poeta caníbal, El hombre de color, El descubrimiento, El ascensor y la cabra, El mecánico, La prima, Los inmigrantes y La casa (en Teatro completo, Volumen 3, 2017). Como ensayista tiene publicadas veintiocho obras.