Como anticipo publicamos en primicia los poemas que componen una de las secciones del libro Tu nombre es Eros de Miguel Veyrat, que se presentará el 14 de diciembre de este mismo año en la Librería pública Azcona de Madrid publicado por la editorial Tigres de papel. En su preliminar bajo la invocación de “El triunfo de Eros”, el catedrático de la Universidad de villa Manuel Ángel Vázquez Medel asegura entre otras cosas que “tras el Diluvio, que lo destruye todo, que regenera en palingenesia, pues supone la muerte y el renacimiento a la vida a través del agua, podemos ahora vivir ese tránsito de la “leyenda”, de la falsedad y el engaño, del consuelo ilusorio, a la “historia” de cada uno de nosotros, en la que adquiere sentido cada momento de la existencia, ahora recreado, captado, comprendido, en la palabra.
En los ritos de tránsito, en los puntos culminantes de los pasajes, tiene un lugar especial la poética del nombre, tan importante en toda la obra de Veyrat, pero que aquí es el fundamento mismo de la creación. Ahora se afirma: Tu nombre es Eros. Y ese posesivo, ese “tu”, como el “tú” de la poesía última de Cernuda, es a la vez marca de soliloquio, de conversación consigo mismo, de autoconocimiento y dilucidación de la conciencia (“Mi nombre es eros” es el título de una de las secciones), pero también apelación vocativa al otro, apertura a la alteridad y a la otredad, descubrimiento en nosotros mismos de una raíz, un origen, un impulso, que está también en los demás.”
Miguel Veyrat (España, 1938) es poeta, periodista, traductor y ensayista. Publica en 1975 su primer libro de poesía en la colección Adonais. En la década de los noventa inicia una nueva etapa de escritura dedicada por entero a la poesía con la publicación de Elogio del Incendiario, Conocimiento de la Llama, La Voz de los Poetas, Babel bajo la Luna, Instrucciones para Amanecer, Fronteras de lo real, Razón del Mirlo, Poniente, Pasaje de la noche, El hacha de Plata y Diluvio, del que publicamos crítica en República de las Letras recientemente. Ha publicado cuarenta libros, la mitad de ellos de poesía.
POTHOS & HIMÉROS
Elenguaje es una piel: yo froto
mi lenguaje con el otro
Roland Barthes
Fragmentos de un discurso amoroso[i]
Regreso al jardín
Querría yo estar vertical
Sobre tu sombra
Para morir contigo
Como un ave en pleno
Vuelo que después
Caería de un golpe seco
Frente a tu ventana
Abierta por la sombra
Desde el alba del vacío
A los brazos que otorgan
O tendidos imploran
Por el territorio del deseo
Contigo como sombra
De ave en pleno vuelo
Frente a tu ventana morir
Ausencia doble
Ambas mitades
Del andrógino
Suspiramos
Una tras otra
Entre pasado
Y presente
Confundidas
En la marea
Del deseo boca
A boca mecen
El ánima doble
De la ausencia
A contraluz
Porque ella dice vienen
Los muertos a mi
Uno a uno llegan
Energías descontroladas
No han colmado su ansia
Aquella receptáculo
Y término concluye
Uno a uno los concluye
Cerrando círculos
Concéntricos como guía
τομή
No lo trazado como grieta
Abierta en la lengua
Una simple cicatriz
Tampoco otra mente
Sino la que miraba
Boca seca
Velando porque
Ya nunca se cerrara
Él decide que Ella
Sea antídoto de Ella
A contraluz de los centros
El poeta
Cazador de lenguajes
Como Orfeo
Constató lo que
Veía para usarlo luego
En el asombro
Y en su hechizo todo
Se iluminaba
Después lo nombraba
Mas la sombra
Permaneció
—y aullaba sola
En el ciego mediodía
Caía ella a plomo caída
(En el principio de Pauli)
Aún así mantuvieron
Sus mentes
En blanco mientras
Sus manos operaban
El canto primordial
De su corazón nadie
Habló —tan
Falso que no sangraba
Cuenta atrás
De la ausencia
Ya sólo podemos
Dizer escribir orar
Los vivos mientras dure
El recuerdo de los muertos
Pues la propia muerte ignorante
De su condición infinita jamás podría
Encontrarnos entre los vastos jardines sin aurora
[i] Le langage est une peau: je frotte mon langage contre l’autre, en “Fragments d’un discours amoureux” Roland Barthes, Éditions du Seuil, Paris 1977
Los lienzos que ilustran los poemas son de George Inness (1825-1894). Fue un pintor estadounidense de paisajes que evolucionó desde el romanticismo de la Escuela del río Hudson hacia los planteamientos estéticos de la Escuela de Barbizon, fruto de sus frecuentes viajes a Europa y su admiración por la obra de Claudio Lorena. Por gentileza de Concha Rodríguez.