Las “Historias fingidas y verdaderas”, de Blas de Otero, en una reedición-homenaje

Este año 2016 se cumple un siglo desde el nacimiento en Bilbao de Blas de Otero. La editorial “El Gallo de Oro” ha publicado una edición bilingüe (euskera-castellano) de la obra “Historias fingidas y verdaderas”, del poeta. Es un homenaje merecido que hubiera precisado, por parte de las administraciones de nuestro país, de una dedicación de esfuerzos y recursos comparable al menos a la que se ha destinado a otros autores. Si la poesía es, casi siempre, la pariente pobre entre los géneros literarios, cuando se trata de situar en su lugar a uno de los poetas más importantes de la lengua castellana del siglo XX, la falta de sensibilidad y atención del Estado, que ni siquiera contempló un homenaje en el Congreso Internacional de la Lengua promovido por las Academias y por el Instituto Cervantes, en Puerto Rico, han sido clamorosas.

La obra reeditada ha sido prologada por el poeta y Premio Cervantes Jose Manuel Caballero Bonald y traducida al euskera por el presidente de la Real Academia de la Lengua Vasca-Euskaltzaindia, Andrés Urrutia, gran conocedor de la obra del rapsoda bilbaíno.

La reedición del libro se produce también cuando se cumplen 45 años desde que se publicase por primera vez esta obra de Blas de Otero considerada “inextinguible y hermosa” por Caballero Bonald en su prólogo, informa la editorial en un comunicado. Con este texto, Blas de Otero inaugura “una escritura lírica y prosaica, tierna e irónica, arraigada en la ética y la estética”. Blas de Otero (Bilbao, 16 de marzo de 1916- Majadahonda, Madrid, 1979) fue uno de los principales representantes de la poesía social de los años cincuenta en España que siempre aspiró “a la belleza y la justicia, escribiendo desde la más profunda necesidad”.

DOS POEMAS DE “HISTORIAS FINGIDAS Y VERDADERAS”

Reproducimos, a continuación, dos de los poemas en prosa de Blas de Otero. El homenaje de República de las letras. 

«COLLIOURE»

Ocurrió en el Pirineo orienteal, frente al mediterráneo. Una lenta pena latía en el fondo: nuestro más noble, nuestro más querido poeta quedó allí, serenamente fiel hasta su final. Pero nadie quiere remover ni avivar otro triste tiempo de nuestra patria. Nadie, y menos que nadie las nuevas vidas que desde entonces fueron pujando. Ninguno de ellos vuelve la cabeza hacia el hacha y el tajo. Todos miran, desean, exigen, el retoñar de un tronco único. Abierto al aire de una justicia ineludible. Como lo soñó siempre don Antonio Machado.

«POESÍA Y PALABRA»

Sabido es que hay dos tipos de escritura, la hablada y la libresca. Si no se debe escribir como se habla, tampoco resulta conveniente escribir como no se habla. El Góngora de las Soledades nos lleva los dictados de Teresa de Cepeda. Sin ir tan lejos, la palabra necesita respiro, y la imprenta se torna de pronto el alguacil que emprisiona las palabras entre rejas de líneas. Porque el poeta es un juglar o no es nada. Un artesano de lindas jaulas para jilgueros disecados.

El disco, la cinta magnetofónica, la guitarra o la radio y la televisión pueden –podrían: y más la propia voz directa– rescatar al verso de la galera del libro y hacer que las palabras suenen libres, vivas, con dispuesta espontaneidad. Mientras haya en el mundo una palabra cualquiera, habrá poesía. Que los temas son dada día más ricos y acuciantes.