La nueva novela de Francisco Morales Lomas revisita el periplo europeo de Hannah Arendt desde una perspectiva íntima y política. Una narración que permite adentrarse de forma lúcida, gracias a la potencia narrativa de la obra, en las tensiones del pasado siglo XX.
© FRANCISCO LÓPEZ BARRIOS
Una joven de rostro anguloso y expresivo viaja en un tren que la conducirá desde Heidelberg hasta Karlovy Vary. Anochecerá pronto y Johanna Arendt, la mujer que será conocida en el futuro como Hannah Arendt, un diminutivo cariñoso para Johanna, guarda silencio, sumida en reflexiones que resaltan el carácter anguloso de su rostro y le dan a su mirada la intensidad que la acompañará para siempre.
El tren serpentea para salir de Alemania y seguir adelante en un viaje de liberación para esta mujer joven, de pequeña estatura pero atractiva, que se siente desfallecer cuando uno de los dos policías que suben al tren para hacer los controles de rutina le pregunta si va a Karlovy Vary porque en Alemania no hay balnearios suficientes. Es una pregunta provocativa, que desglosa en pocas palabras una posible acusación de antipatriotismo. La joven Johanna decide guardar silencio mientras le entrega su documentación al policía. Todo está en regla. «Buen viaje». «Gracias». Mira por la ventanilla y observa cómo la tarde se deshace en un juego brillante de luces y de sombras que oscurecen el verdor de los árboles del bosque e iluminan el horizonte con una cascada de difusos tonos anaranjados.

Edita Esdrújula
Este es, más o menos parecido, el arranque de un libro que me ha robado dos madrugadas de sueño y que me ha llevado a confirmar algo que tengo claro desde que leí la primera novela de Francisco Morales Lomas. Estamos ante un novelista nato, ante un narrador que no cultiva las florituras del lenguaje, que no sacrifica lo que cuenta a los fulgores, tantas veces innecesarios, que incrustan el adorno donde debería aclararse el argumento.
El tren sigue avanzando en un viaje que después de Génova llegará hasta París. Un viaje que el autor de Un siglo llamado invierno convertirá en un trayecto a veces angustioso por los recuerdos de la protagonista, por su conciencia de un tiempo que ha pasado y que incluye el suyo propio y no solo el político. Un viaje en el que, con milimétrico sentido del ritmo narrativo, Morales Lomas diversifica la atención del lector e incluye desde descripciones paisajísticas bellas y oportunas, escritas con trazos ajustados —«la tarde va relevando sus colores y los matices de la luz se difuminan a medida que una débil neblina se va apoderando de los campos. Las nubes, ligeras y casi imperceptibles, desvanecen su luminosidad en leves estertores de colores que se van perdiendo en lontananza»—, hasta reflexiones políticas historicistas que aportan la voz del narrador en ocasiones y en otras la de la propia protagonista.
San Agustín, Nietzsche, Vilfredo Pareto, Gaetano Mosca, Karl Marx y algún otro pensador de principios del siglo XX enriquecen con su presencia y la de sus teorías, a veces mal entendidas y otras veces mal leídas, el panorama dialéctico que transformó la visión del mundo y condujo a un desastre cuyos penúltimos coletazos vivimos en nuestros días.
Pero lo que podría ser el viaje de la desolación, de la frustración amorosa y del eco de un adiós envuelto en el horizonte de la incertidumbre se convierte, gracias al narrador y su maestría, en una gavilla de situaciones divertidas, alejadas del sombrío universo germánico y más propias de un Sur en el que la alegría de vivir es, o era hasta hace pocos años, una expresión constante de la sabiduría popular.
Una novela para lectores inteligentes, con ecos de la gran literatura centroeuropea.
Al llegar a este punto no pude evitar una sonrisa embargada de recuerdos de años en los que La Carihuela de Torremolinos me sirvió de refugio y salvavidas por circunstancias políticas que no vienen al caso. Porque, aunque la acción se desarrolla entre Génova y Recco, un pequeño pueblo turístico y costero, los personajes en el texto podrían ser la típica turista alemana y el típico taxista malagueño de turno, que le cuenta cuatro películas, le asegura su admiración por Alemania, la invita a vivir el Torremolinos nocturno de los sesenta, heterodoxo oasis de libertad, y que finalmente consigue, en una playa alejada y discreta, que la teutona se abandone a sus instintos y renuncie por una vez a la insulsa liturgia de la racionalidad permanente.
La vida de Johanna fue cambiando. París no fue una fiesta parecida a la de Hemingway, aunque el latido bohemio de la ciudad se dejó sentir con fuerza. La coctelera ideológica se agitaba con regularidad inacabable, llena de matices, abierta a comunistas que odiaban a Stalin y a sionistas que atrajeron a Johanna por lo novedoso para ella de sus teorías, pero de los que con el tiempo abjuró para volver a su posición de intelectual crítica y comprometida más con su experiencia vital y política que con la experiencia ajena. Pasó París, pasó el amor por su marido Günter, pasó el descubrimiento de la delicadeza entre el amor de los cuerpos iguales, pasó la guerra.
Un escritor sin recursos hubiera rematado la novela con un adiós neoyorquino a la sombra quizás de la estatua que con tanto énfasis anunciaba una libertad que solo se cumplió en la chatarra encantadora del sueño americano.
El amor volvió a encontrar el signo de la veracidad y Morales Lomas le concedió a Martin Heidegger la oportunidad de justificarse, de contarle a quien quisiera oírle, y no solo al tribunal que le juzgó por colaboración con el nazismo, que él fue el único rector alemán de universidad que dimitió de su cargo, que él fue el único rector que prohibió colocar en su universidad el cartel de «judío».
Pero, aunque todavía queda más texto por comentar, pienso que ya hay pistas suficientes como para decir que estamos ante una novela para lectores inteligentes, de prosa larga, potente y pausada, con resonancias de la gran literatura centroeuropea. Una novela de acción y reflexión apasionante y apasionada que plantea con maestría de virtuoso la recreación literaria de situaciones conflictivas individuales y colectivas que costaron millones de vidas en batallas absurdas.
Enhorabuena a Francisco Morales Lomas, autor de un libro, Un siglo llamado invierno, inolvidable.
Un siglo llamado invierno, Francisco Morales Lomas, Esdrújula, octubre de 2025, 502 páginas, 22 euros.
EL AUTOR
FRANCISCO LÓPEZ BARRIOS está considerado por la crítica independiente como uno de los escritores más originales de la literatura española actual. Nació en Granada, vivió su infancia en Marruecos, su adolescencia en Galicia y el principio de su madurez, en Madrid.
Premio Andalucía de la Crítica 2015, Primer Premio de la Universidad de Sevilla por la excelencia de su obra Periodística y Literaria, Premio Internacional de relatos Canne Al Vento, 2021, Italia, entre otros galardones nacionales e internacionales, López Barrios inició su carrera periodística en la revista Triunfo, en los años setenta, en Madrid. Fue redactor jefe del Área de Cultura del diario El Independiente y fundó y dirigió Cuadernos del Mediodía, primer suplemento cultural en la historia del periodismo andaluz, entre otras circunstancias positivas literarias y profesionales.



