José Antonio Santano (Baena, 1957) nos regala un poemario que no solo demuestra su madurez en el oficio del verso, sino una «tremenda juventud» que irradia todo de entusiasmo contagioso.
© PEDRO GARCÍA CUETO
José Antonio Santano, gran poeta de larga trayectoria, publica en Olé libros, editorial que está en auge en su elección de grandes autores, Sepulta plenitud, que ya en el título, parece una contradicción, si sepulto es algo ya enterrado, la plenitud es naturaleza, momento álgido de la vida. Por ello, adentrarse en este libro, es entender el vitalismo de Santano, su amor por la vida.
Dice en el prólogo Francisco López Barrios:
“La obra de Santano, su vibración comunicativa, se encuentra en un complejo momento de renovación. Y ahora me refiero a la segunda cualidad que distingue Sepulta plenitud como un libro no de madurez, sino de tremenda juventud, de tremenda revisión crítica de los ya hecho para añadirle con tino lo que quedaba por hacer”.
El tiempo que transcurre, lo vivido, lo que queda por vivir; todo se ensambla en ese círculo de amor a la vida que es el libro. Y es la poesía de José Antonio Santano lumbre que acoge la hoguera del pensamiento, es llama donde nos recogemos en el invierno. Su poesía palpita y en los versos anida el fuego inaugural, el que desvela al amante, el que despierta al desconsolado. Bello paisaje tejido de versos esmaltados de belleza:
“Ayer la tarde estuvo coronada / de un aire dolorido y de barbecho / que subía conmigo hasta la cumbre”.
Todo asciende en este proceso de crecimiento que es el libro.
El “aire dolorido y de barbecho” es el tiempo, que ya ha sido sembrado, pero también aquel que nos alumbra todavía, que nos recoge en la cenicienta tarde herida y luminosa. Y qué mejor final cuando dice:
“Ayer la tarde estuvo coronada / con los versos humildes del poeta”.
Y es humilde su poesía, arraigada a la tierra, como la de Claudio Rodríguez, envuelta en la vibración del campo, del atardecer, de los bellos paisajes de la niñez.
Su poesía palpita y en los versos anida el fuego inaugural.
Y volverá a vibrar, porque no hay mayor patria que la tierra, donde José Antonio Santano expresa el amor verdadero, como hizo Claudio en el Don de la ebriedad. Es entonces, cuando sucumbimos a ese amor que es fusión, como los versos heridos de san Juan o la tristeza alumbradora del mejor Aleixandre de Sombra del paraíso:
“Mi patria es el silencio / la muerte que bosteza en este valle / el aroma de otoño y de alpechín / mi patria / son los labios del aire y de los ríos / la luz que el sol ofrece cada día…”.
Envuelto en la naturaleza que se renueva vive el poeta su deslumbramiento, eje vertebrador del libro, espacio luminoso que nos asombra y por el que navegamos. Y en el último poema llamado “Epitafio”, vemos la verdad de un hombre que iluminado regresa de la muerte, para hacer del tiempo claridad y evanescencia. Todo asciende en este proceso de crecimiento que es el libro, de la ceniza al esplendor, de lo sepulto a la simiente de la vida:
“De la ciudad sepulta / a la que hoy me habita / toda la luz de otoño / crecida en sus silencios”.
Lleva el poeta el tiempo, el mundo clásico, Agripina, Lucio y tantos otros, seres que no ha conocido, pero que conviven con él en este paisaje tejido a conciencia que es el libro.
La hermosura de sus páginas es un arrobamiento, y como nos diría Jorge Guillén “el mundo está bien hecho”. Luz sobre luz, paisaje sobre claridad, este libro nos abraza con su verdad, la de un humilde poeta y su paso por la vida.
Sepulta plenitud, José Antonio Santano, Olé Libros, 2023, 72 pp.
EL AUTOR
PEDRO GARCÍA CUETO. Ensayista español (Madrid, 1968). Doctor en filología y licenciado en antropología por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Docente en educación secundaria en la Comunidad de Madrid. Crítico literario y de cine, colaborador en varias revistas literarias y de cine, autor de dos libros sobre la obra y la vida de Juan Gil-Albert y un libro, La mirada del Mediterráneo, sobre doce poetas valencianos contemporáneos.