La concesión lírica en ‘Poemas mínimos’, el viaje a lo esencial de Atilano Sevillano

En Poemas mínimos, Atilano Sevillano exalta la brevedad, el silencio, el amor y el tiempo a través de una lírica breve, profunda y esencial. Una entrega que continúa una apuesta por la poesía más despojada de lo accesorio.
© JESÚS CÁRDENAS

La concisión es un atributo fundamental del poeta, quien, con maestría, busca extraer el máximo jugo y resonancia del lenguaje a través de la connotación. Este arte de decir mucho con poco se logra mediante un proceso de depuración y destilación, una eliminación progresiva de los estratos superfluos para revelar la esencia. Esta concisión, tan apreciada en la lírica, se manifiesta con particular fuerza en el discurso sobrio y breve de Atilano Sevillano (Argusino de Sayago, Zamora, 1954). Su trayectoria literaria, marcada por entregas líricas previas como Presencia indebida, Hojas volanderas, Trazos. Haikus y otros poemas y Las cuatro estaciones. Haikus para jóvenes lectores, así como por incursiones exitosas en el relato breve, el aforismo y el teatro, culmina, por el momento, en Poemas mínimos (Ediciones Rilke), una obra que exhibe su maestría en el arte de la brevedad.

Edita Rilke

Poemas mínimos, el quinto poemario de Atilano Sevillano, se caracteriza por una brevedad asombrosa, una desnudez lírica conmovedora y una profunda indagación en la naturaleza humana. Sus casi 110 poemas, escritos en verso libre, se distribuyen en dos «Cuadernos», siendo el segundo el de mayor extensión. Ambos dialogan de manera intrínseca sobre el transitar del tiempo y la palabra poética, y la complejidad del amor. La disposición de los poemas es variada: muchos llevan título explícito aludiendo a la página, mientras que otros, especialmente en la segunda parte, carecen de él.

En algunos casos de la segunda sección, como en las páginas 67 y 70, se agrupan hasta tres poemas bajo una misma entrada, lo que subraya la intención del autor de crear bloques temáticos o reflexivos. Asimismo, en la segunda parte, los versos fluyen con la cadencia de un mantra, a través de la reiteración sugestiva de vocablos y frases, tales como «Pienso», «Me acuerdo» o «Del yo al tú», que confieren una musicalidad y una profundidad meditativa al conjunto.

El principal motivo que vertebra este poemario es la propia creación poética, un tema recurrente en la obra de Sevillano. Al igual que en uno de sus maestros, Claudio Rodríguez, el poder del silencio ejerce una influencia total en su escritura. Este silencio no es ausencia, sino un espacio vital que huye del ruido y la muchedumbre, un refugio para la palabra que busca su verdad esencial. La composición inaugural, «Mínima poética», guiada por la luz de otro poeta de la excelencia, Giuseppe Ungaretti, se erige como una declaración de principios:

«Dichoso el poema / cuando nos arrastra / al centro del vacío, / a la desnuda sencillez. / Y nos acoge en el silencio / de su propia música».

Sus versos nos susurran, invitando al lector a un viaje íntimo.

Esta estrofa condensa la poética del silencio de Sevillano, donde las palabras, despojadas de artificio, se unen con una fuerza inherente para contribuir a la claridad del mensaje. Este principio se percibe claramente en las composiciones agrupadas bajo el título «Confidencias poéticas», donde la introspección sobre el acto de escribir es palpable. La poesía es para Sevillano un acto de reconstrucción, de «Recomponer / pedazo a pedazo / otra vez la palabra». Esta idea se refuerza en el poema que abre la segunda sección, «Ars poética», donde afirma que:

«Y es que el poema / —a modo de dardo preciso— / siempre nos sorprende».

A lo largo del volumen, diversos versos subrayan la importancia de la palabra poética, ya sea de forma lírica y evocadora, como en la invitación a «acariciar la secreta armonía / que las palabras ordenan. / Y dar con el poema / que abra y funde / su propio mundo / y el nuestro», o a través de aforismos contundentes que revelan una verdad inmutable: «El poeta no necesita que las cosas ocurran para invocarlas».

La escritura, en su concepción, es un camino incierto, un ejercicio mágico de exorcismo y reparación, un acercamiento a la palabra esquiva. El propio autor lo expresa con lucidez: «Las palabras son mágicas: / exorcizan, conjuran / y reparan». De este modo, el poeta zamorano se concentra en lo verdaderamente esencial, despojándose de lo superfluo. Sin embargo, como es natural en todo creador, las dudas, las incertidumbres y los interrogantes acechan, como se revela en «Oficio de escritor»: «Pero de las plantas uno / no se puede fiar». Esta honestidad frente al proceso creativo añade una capa de autenticidad a su obra.

El balance final de la existencia nos lleva a un equilibrismo perpetuo.

Cruzando el anterior motivo e implícito al propio acto de escribir, el foco se desplaza hacia el amor, el motivo más universalmente tratado por la poesía. Sevillano lo aborda con una amplia gama de colores, que van desde la exaltación jubilosa de la amada («Eres mi amuleto / y sin ti voy a la deriva»), pasando por la desazón y el desgarro («Ya cruje. Y cuánta grieta / se abre en nuestro amor»), hasta llegar a la herida profunda y el dolor de la separación y la despedida:

«Breve historia de amor. / [.] Se despidieron sin más / Nadie les advirtió / que se echarían / de menos».

De origen zamorano, Sevillano vive en Valladolid

El amor, en Poemas mínimos, se muestra a menudo como una ilusión frágil, donde los amantes son descritos como actores o títeres inmersos en una «frágil / tragicomedia / que no acabamos / de entender». Esta visión agridulce dota de gran realismo a sus versos. La versatilidad de Sevillano se manifiesta no solo en el uso del verso libre, sino también en la incursión en formas poéticas japonesas como tankas o senryus, ejemplificado en este conciso y doloroso poema: «El móvil deja de sonar / noche tras noche. / Corazón roto».

Junto al amor, el paso inexorable del tiempo emerge como otro eje temático central, dejando su huella profunda en la existencia del sujeto y, por extensión, en su modo de ser. La vida se revela como un regalo incierto, plagado de contradicciones y miedos. En «Interpelaciones», el poeta se enfrenta a la complejidad existencial: «¿Cuáles son los entresijos / del misterio burlón de la vida? / ¿Cómo inventar el arte y manera / de juntar el azar y la certeza?».

Y añade: «Lo que en realidad / no nos deja vivir / es el miedo / a lo desconocido, la incertidumbre». Sin embargo, a medida que avanza el poemario, el tono se eleva hacia un optimismo más resiliente: «No importa zozobrar. / A veces la deriva / te lleva a buen puerto». El balance final de la existencia se muestra como un estado de perpetuo equilibrista, donde la sabiduría se adquiere con el paso del tiempo: «Con los años uno se da cuenta / de qué somos lo que somos: / náufragos en el Piélagos / del destino, / y pura contradicción».

Atilano Sevillano, un acérrimo defensor del minimalismo poético, logra transmitir en Poemas mínimos sentimientos y reflexiones de una profundidad conmovedora con un lenguaje claro y conciso. Sus versos nos susurran, invitando al lector a un viaje íntimo y reflexivo a través de la esencia misma de la palabra.

 

Poemas mínimos, Atilino Sevillano, Ediciones Rilke, 2025, 114 páginas, 12 euros.

Foto de portada: Sarah Dorweiler

 


 

EL AUTOR

JESÚS CÁRDENAS (Alcalá de Guadaíra, Sevilla, 1973) es profesor de Lengua Castellana y Literatura. Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla.

Como investigador literario, ha escrito ensayos y dado conferencias sobre Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, Vicente Aleixandre, Luis Cernuda, García Lorca, Pier Paolo Pasolini… Como crítico literario colabora con reseñas en diferentes revistas literarias.

Hasta la actualidad es autor de los libros de poemas: La luz de entre los cipreses (Sevilla, 2012), Mudanzas de lo azul (Madrid, 2013), Después de la música (Madrid, 2014), Sucesión de lunas (Sevilla, 2015), Los refugios que olvidamos (Sevilla, 2016), Raíz olvido, en colaboración con Jorge Mejías (Sevilla, 2017), Los falsos días (Granada, 2019) y Desvestir el cuerpo (Madrid, 2023). Es socio de ACE.