La editorial Alfaguara recupera el libro de relatos Te dejo, amor, el mar como prenda, de Carme Riera, publicado en 1975 y que colocó a la escritora mallorquina en el mapa de la literatura española. Una publicación que viene acompañada de Gracias. Cincuenta años después, libro de recuerdos literarios que funciona como complemento perfecto a la efeméride.
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El marco, como se suele decir, incomparable. Pues pocos edificios con tanta solera, e historia, como el de la RAE de Ruiz de Alarcón, erigido muy cerca, en la misma calle, de donde vivió (y murió) Pío Baroja y Nessi, cuya incorporación a la institución truncaría la Guerra Civil. Y la compañía, inmejorable. Porque Carme Riera, escritora y académica (desde 2012 ocupa el asiento n) de la RAE, estuvo flanqueada por Josep Borrell, exvicepresidente de la Comisión Europea, y la escritora de novela histórica Julia Navarro.
La ocasión bien merecía la celebración de un evento de altura, pues se presentaba la reedición de Te dejo, amor, el mar como prenda, que recupera Alfaguara cincuenta años después su primera edición. Lo hace, además, con un compañero de viaje editorial, ya que se publica de manera conjunta a Gracias, cincuenta años después, una autobiografía literaria en la que Carme Riera revela las razones que han inspirado su trayectoria como escritora a lo largo de medio siglo. Un libro íntimo y reflexivo que ofrece al lector una mirada sincera al oficio de escribir, con sus claros y también sus sombras.
El director de la RAE, Santiago Muñoz Machado, que inauguró el acto, señaló la calidad de este libro de relatos «en torno al mar y la mujer como ejes de una mirada narrativa que combina lo íntimo, lo poético y lo social». También destacó el hecho de que este su primer libro se publicara, en 1975, en «catalán balear», bajo el título de Te deix, amor, la mar com a penyora.
Por su parte, Carolina Reoyo, editora de Alfaguara, destacó el hecho de que el libro no haya perdido un ápice de frescura, y que se pueda leer como si hubiera sido escrito hoy mismo. Dueña de una trayectoria «fecunda y singular», la editora destacó la capacidad de Riera para combinar «sencillez con sutileza», así como lo cotidiano con lo extraordinario y la fuerza con la ternura. De su rica producción literaria, traducida a 16 lenguas, Reoyo destacó título, la mayoría de ellos con importantes reconocimientos, como En último azul, Las últimas palabras, El verano del inglés 0 La mitad del alma.

Josep Borrell, Carme Riera y Julia Navarra, en el acto de la RAE, el pasado 22 de octubre de 2025. Foto: RAE
Hermosa y transgresora historia de amor
¿Dónde estabais hace cincuenta años? Julia Navarro rompió el hielo de la presentación en sí, llevando a la protagonista, Carme Riera, a sus primeros años en la docencia, en la Universidad Autónoma de Barcelona. Por su parte, Josep Borrell se encontraba al otro lado del charco, en la Universidad de Standford, en Palo Alto (California), con el final de la guerra de Vietnam todavía caliente. Franco aún vivía cuando se publicó el libro de relatos de Carme Riera, que, como señaló el propio Borrell, se atrevía con dos transgresiones. La primera publicarse en catalán, idioma que, si bien cada vez se publicaba más, no dejaba de ser una lengua poco amiga del Régimen todavía imperante.
Porque, como recordó el propio Borrell, también catalanoparlante de nacimiento, en la escuela en la que él se formó, como en todas, había un gran retrato de Franco que decía: «No hables catalán. Habla la lengua del Imperio». Y Borrell se preguntaba, ¿de qué imperio?
La segunda transgresión, como recordó un Borrell que leyó entonces este libro de relatos Te dejo, amor, el mar como prenda, fue la de atreverse a contar, en un momento en que la censura franquista seguía en pleno funcionamiento, una historia de amor entre dos mujeres, profesora y alumna para más inri. Y con el desenlace fatal del suicidio, perdón por el espóiler a medias, de una de ellas.
Riera aclaró que el censor no estaba dormido cuando pasó los filtros, y la interpretación que da es que el amor lésbico no entraba siquiera en las cuestiones a prohibir porque ni siquiera se tenía en cuenta, importaba, existía para los órganos censores. Recuerda también que el texto incomodaba incluso a la gente de su entorno, como un compañero al que pidió ayuda en la corrección del texto, y que le espetó: ¿Por qué nos haces esto?
«Para mí es un lujo tener dos lenguas».
Pero Carme Riera, hoy presidenta de CEDRO, académica de la lengua, y autora de unas cuantas obras reconocidas por el público pero también por los distintos jurados que la han premiado, tanto en castellano como en catalán, lo hizo. Y, entre sus muchas aportaciones a la literatura, la historia de esas dos mujeres, en el relato que da título al libro, y que ya es un verso en sí mismo, Te dejo, amor, el mar como prenda.
Una «hermosa y transgresora historia de amor», como convino Julia Navarro que enseguida tuvo buena recepción entre los lectores y que le abrió pronto las puertas del panorama literario, hasta hoy. «Solo pudo dar gracias a la vida», dijo Riera, al modo por cierto de su paisano Rafael Nadal, como queda patente en el libro que se vende como complemento: Gracias. Cincuenta años después, y que también se presentó en el acto celebrado en el Salón Principal de la RAE.
La cuerda locura de los escritores
Preguntada por Julia Navarro por la obra que más le ha acompañado en sus cincuenta años de dedicación profesional a la escritura, Riera reconoció, aunque sonara a tópico, que en El Quijote había encontrado una fórmula de ironía, de «autoironía», con la que moverse por el mundo. Y citó a Juan G. Hortelano cuando decía que se levantaba a las seis de la mañana para mirarse al espejo sin que le produjera horror. «Sin autoironía mueres», añadió Riera, y recordó la importancia del baciyelmo cervantino como un concepto necesario, pues lleva implícita la imaginación, la capacidad de romper convenciones. Ni bacía ni yelmo: baciyelmo.
Son materiales estos que pertenecen más al ámbito de Gracias. Cincuenta años después, el libro en el que repasa su trayectoria como escritora y que se publica de modo simultáneo al libro de relatos. Ahí reflexiona sobre su relación con los actores del libro, como la agente literaria Carmen Balcells, que le recriminaba que, al escribir en catalán, limitara su público a una población de un puñado de millones de lectores, mientras que el público potencial de lectores en español era de 500 millones. «Para mí es un lujo tener dos lenguas. ¿En qué pienso? Depende de con quién hable», matizó Riera, que ya ganó el Premio Josep Pla (que se entrega a obra escrita en catalán) por Dins el darrer blau, en 1994, que le valió también el Premio Nacional de Narrativa, con el libro ya traducido, por la propia Riera, como En el último azul.
«La autoironía es clave para moverse por el mundo».
La autora recordó como sus inicios fueron difíciles. Casi tanto como los del Baroja al que un profesor le machacaba con la frase de: «Usted nunca será nada». Así, Riera tardó en aprender a escribir, por unos problemas de dislexia que en colegio de monjas en el que estudiaba no solo eran ignorados sino mal interpretados. Prácticamente la trataban como una analfabeta y su máxima preocupación era que no pudiera hacer la Primera Comunicación ya que «no sabía leer», y por tanto no podría leer los salmos, cánticos y demás protocolos eucarísticos.
Pero le pusieron un profesor particular y apareció también la figura de Rubén Darío. Fue una Navidad en la que su padre le leyó la Sonatina del escritor nicaragüense. «Me gustó tanto que le pedí que la volviera a leer… y terminé de aprender con aquel estímulo, el de Darío». Si Riera nos da las gracias en su libro de memorias, los lectores también podríamos hacer lo mismo con ese padre que insistió en su educación lectora.



