El nuevo libro El buen lugar, del poeta extremeño Basilio Sánchez, confirma la vigencia de la poesía como refugio ético y estético. Una obra luminosa que dialoga con tradición, contemplación y la esencia misma de la palabra.
© JOSÉ ANTONIO SANTANO
Dejó escrito el poeta ovetense Ángel González, Premio Príncipe de Asturias de las Letras y Reina Sofía de Poesía Hispanoamericana, en las páginas introductorias a su libro Poemas (selección personal) (Cátedra, 1980): «…sigo creyendo que la palabra poética, si logra alzarse hasta el nivel de la verdadera poesía, no es nunca inútil. Porque las palabras del poema configuran con especial intensidad ideas y emociones, o a veces incluso llegan a crearlas… Pero aun sin ambiciones de transformar al mundo, con la más modesta pretensión de clarificarlo (o de confundirlo) o simplemente de nombrarlo (o de borrarlo), la poesía confirma o modifica nuestra percepción de las cosas, lo que equivale, en cierto modo, a confirmar o modificar las cosas».

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Este debate sobre la utilidad o inutilidad de la literatura, de la poesía y, en general, del saber humano, está recogido con brillantez en el libro La utilidad de lo inútil, de Nuccio Ordine, cuando, entre otras cosas, afirma: «Existen saberes que son fines por sí mismos y que —precisamente por su naturaleza gratuita y desinteresada, alejada de todo vínculo práctico y comercial— pueden ejercer un papel fundamental en el cultivo del espíritu y en el desarrollo civil y cultural de la humanidad. En este contexto, considero útil todo aquello que nos ayuda a hacernos mejores. Y en este sentido, no hay duda alguna de que la poesía nos hace mejores. Y añado lo que, de forma tan clara, nos legara Hölderlin en este verso: «Pero lo que permanece lo fundan los poetas (Was bleibet aber, stiften die Dichter)».
La permanencia del discurso poético está garantizada, y más aún con libros como el que hoy es objeto de este comentario, El buen lugar, del poeta extremeño Basilio Sánchez (Cáceres, 1958), cuya magnífica obra ocupa ya un lugar preeminente en el panorama de la literatura contemporánea española.
He de confesar que El buen lugar ha dejado en mí una huella imborrable: por su limpia escritura, por la penetrante expresión del pensamiento que habita en todas sus páginas, por sus continuas referencias a escritores que han influido en su manera de entender el mundo y por su esclarecida palabra. Que El buen lugar no es un libro cualquiera podrán comprobarlo todas aquellas personas que lo aborden, porque desde el principio y hasta el final los apresará de tal manera que difícilmente podrán abandonarlo; amén de que, una vez concluida su lectura, querrán volver a sus páginas para descubrir —tantas veces releamos— matices que pasaron desapercibidos antes.
Podríamos resumir su contenido en el sentido de que «es un libro que nos invita a seguir el itinerario vital y poético de Basilio Sánchez», con una prosa, además, brillante. Y así lo han reconocido, hasta ahora, escritores de la talla de:
- Fernando Aramburu: «No le cae a uno en las manos todos los días un libro tan rico en reflexiones lúcidas, a la vez tan claro de lectura y tan ameno».
- Jordi Doce: «Difícil resumir una propuesta tan llena de vislumbres, incitaciones y pies para la reflexión. Una propuesta cuya convicción y coherencia la convierten en un testimonio de excepción —tan certero como luminoso— que el lector no tarda en sentir como propio».
- José Luis Puerto: «Ese “buen lugar” de que habla el poeta es la poesía, reivindicada a través de la imagen de la casa («La casa, como refugio espiritual y poético y como un elemento permanente del paisaje interior en el que se sitúa el hombre que escribe»)».
- Antonio Daganzo: «Basilio Sánchez nos recuerda, en este espléndido libro que es El buen lugar, el vínculo estrechísimo —mas no siempre inextricable— de la poesía y lo inefable. Porque la poesía, nuestra amada poesía, es el centro germinador, la armonía secreta fundadora, la creadora sin tasa de la que provenimos. O como Basilio Sánchez deja escrito en su ensayo: «La masa madre del corazón»».
- Pedro Bosquet: «Es, sin boatos ni publicidad, uno de esos libros que se quedan grabados a fuego lento, cocción eterna y reposo calmo. Párrafos que ingresan en la parte posterior de la memoria y ahí anidan y vuelven al consciente como lo que son. Reflexiones de lucidez de lo que es absorber y sedimentar eso que llamamos vida».
Es seguro que llegarán otros comentarios a las redacciones de periódicos, revistas o suplementos de libros, pues la extraordinaria hechura de El buen lugar recorrerá todavía un largo camino entre lectores y críticos.
‘El buen lugar’ ha dejado en mí una huella imborrable.
En mi humilde opinión, El buen lugar reúne dos elementos principales de toda obra literaria: el estético y el ético, sin los cuales el hecho escritural carece de sentido. El artificio desaparece y el poeta-ensayista se muestra en su total desnudez, ajeno a modas o círculos de poder; se refugia en la casa (lugar de meditación) y en su interior deja que acontezca la vida, expresión de la verdad, la suya y la del mundo que se expande ante sus ojos de hombre y de poeta.
Basilio Sánchez sabe bien del alma de las cosas sencillas y sus silencios, que en sus adentros fructifican llegada la noche o en clara alborada, y que son la esencia de su escritura. El elemento estético consigna a su palabra fulgor, luminiscencia, pura belleza; y el ético conforma y moldea su condición humana hasta límites insospechados. Ambos se complementan para crear, desde la contemplación, un nuevo universo, una realidad distinta: «La poesía es una forma humilde y respetuosa de acercarse a las cosas. No pretende agotarlas ni definirlas, sólo sobrevolarlas, quererlas y disfrutarlas. […] El aspecto contemplativo, que no es exclusivo de las religiones ni de la mística, es la esencia de la poesía: el conocimiento a través de la contemplación, de la mirada atenta e interiorizada de las cosas. Una aprehensión de la realidad que no busca ninguna contrapartida, salvo la de regocijarse con la simple presencia de lo que existe…».

Basilio Sánchez es médico y poeta
La prosa contenida en El buen lugar nos redime del ruido actual y nos invita a alojarnos en «el lugar soñado», donde el silencio es «música callada», lo invisible y absoluto: «Admiro la belleza de las cosas que viven en silencio, que ellas mismas segregan el silencio con el que se rodean, que lo asumen como si fuera el aire que respiran, la condición profunda, sin orgullo, de su naturaleza. El silencio es hermoso como una hoja. El silencio es un ruido de semillas en la convalecencia de la nieve, un arranque invisible de las cosas que regresan al sol».
Existen, además, otros aspectos que hacen de este libro «el lugar ideal» para quedarse, para vivir serenamente los días, el tiempo necesario para descubrir que lo noble y bueno no pertenece al mundo materialista, sino al del espíritu, donde se almacena la verdad: la verdad literaria y vital de Basilio Sánchez a modo de diario, autobiografía que nos lega con la pasión de la experiencia, el conocimiento y la poesía desde todos los planos posibles.
Un recorrido que el lector no olvidará en mucho tiempo, como no olvidará este libro que acoge un pensamiento indisociable de los valores literarios más significativos: ética y estética. Poesía y prosa en estado puro.
Concluyo, y lo haré con el poema que ofrenda su autor al principio del libro y que guiará los pasos de los lectores hasta alcanzar ese «buen lugar» que todo ser humano idealiza o sueña, y al que Basilio Sánchez nos ha conducido magistralmente para revelarnos, con su escritura luminosa y mágica, su particular manera de entender el mundo, enraizado en la tierra y sus infinitos silencios:
Este es el buen lugar.
De esta tierra ha manado leche y agua.
de esta tierra
las hojas del manzano
extrajeron su pudor y su fuerza.
De esta tierra sacaron nuestros muertos
el rojo de las bayas,
el silencioso verde de los campos.
El buen lugar, Basilio Sánchez, Pre-Textos, 2025, 228 páginas, 18 euros.
EL AUTOR
JOSÉ ANTONIO SANTANO (Baena, Córdoba, 1957) cultiva la poesía, narrativa, ensayo y crítica literaria. Es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Almería, y autor de más de veinte libros, entre los que destacan Profecía de Otoño; Exilio en Caridemo; Suerte de alquimia o Tiempo gris de cosmos, todos ellos galardonados con prestigiosos premios.