Antonio Manilla explora en Lo que deja de verse en el fulgor (Pre-Textos) un mundo interior fragmentario, íntimo y cargado de memoria, naturaleza y fugacidad.
© JESÚS CÁRDENAS
Tras el compendio de su trayectoria creativa en Lenguas en los árboles, Antonio Manilla regresa con Lo que deja de verse en el fulgor, un poemario que se adentra en territorios inexplorados de su mundo interior. En lugar de la consolidación de un mapa, este libro se presenta como la exploración de una caverna iluminada por una luz tenue, que revela al tiempo que oculta, invitándonos a reflexionar sobre lo que escapa a la mirada superficial.
El poemario se estructura en cuatro secciones: «Cosas que no verá ningún astrónomo», «Pensamientos verdes sobre el cielo azul», «Relámpago y hoguera» y «Lo que deja de verse en el fulgor». Cada una actúa como una lente que ofrece perspectivas complementarias sobre las obsesiones y búsquedas del poeta, siempre enfocadas en lo esencial. Como se refleja en versos definitorios del libro, la poesía de Manilla captura «la chispa que refulge apenas un instante / contra la oscura noche / -con nostalgia de vida entera- / alada de la lumbre / de este continuo irnos que es vivir».

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Manilla no ofrece certezas absolutas, sino que prefiere la introspección y la pregunta. Se enfrenta a la luz para comprender las sombras que proyecta, explorando esos espacios ciegos donde el silencio resuena con elocuencia. El título, melancólico y sugerente, es la clave para su poética: reconocer que detrás del fulgor se ocultan fragmentos de verdad perceptibles solo a través de una mirada atenta, consciente de la ambigüedad y la complejidad de la realidad. La sección homónima concentra esta intención, explorando la pérdida, el desengaño y la belleza de la imperfección.
La lectura de «Lo que deja de verse en el fulgor» nos enfrenta a un espejo astillado donde la imagen del yo se refleja de forma fragmentada. El yo poético se presenta como un sujeto escindido, habitado por contradicciones, marcado por el tiempo y la fugacidad. Se busca a sí mismo en paisajes, rostros y palabras, sin alcanzar una definición definitiva. Este desdoblamiento es evidente en «Cosas que no verá ningún astrónomo», donde el poeta abandona la observación científica del cosmos para explorar íntimamente lo desconocido. Esta sección culmina con la extraordinaria conclusión de «Credo»: «He aquí que cuanto fui, sobre todas las cosas, / es solamente un hombre. // Gusano a veces, mariposa siempre».
La memoria juega un papel fundamental, revisando el pasado para comprender el presente y exorcizar fantasmas. El pasado no es un refugio, sino un campo de batalla. Como se deduce de «Sobre un tema de Aulo Persio Flaco», «la vida un soplo / ceniza, sombra, fábula», refrescando los tópicos del Carpe Diem y el Tempus fugit. Los recuerdos, fragmentarios e imprecisos, son piezas de un puzzle incompleto, dejando la sensación de que algo esencial permanece oculto. En «Relámpago y hoguera», esta melancolía se intensifica, entrelazando la fugacidad del instante con la persistencia del recuerdo. Como se lee en «Imposible olvido»: «Los antiguos recuerdos / alimentan la hoguera del presente. // En la memoria verde del verano / se frustra el fuego del olvido».
Cada palabra está elegida y colocada con precisión.
La naturaleza, omnipresente en la obra de Manilla, es un espejo del alma, un territorio donde proyecta anhelos y miedos. El río y la montaña simbolizan el paso del tiempo y la resistencia frente al olvido. «Pensamientos verdes sobre el cielo azul» explora la dialéctica entre naturaleza y pensamiento, cómo el paisaje influye en nuestra percepción del mundo y de nosotros mismos. El tono se vuelve crítico, como en «Septiembre, la montaña», donde «Las setas que despuntan en la umbría / nadie las buscará. / Cuanto abarcan tus ojos / es tierra despoblada. // Húmeda leña, inútil para el tiempo que viene». En «Relámpago y hoguera», Manilla vislumbra una trascendencia, una conexión con algo más grande, alcanzable a través de la experiencia estética y la capacidad de asombro.
El lenguaje de Manilla es preciso y depurado, desprovisto de adornos superfluos. Cada palabra está elegida y colocada con precisión, transmitiendo autenticidad y honestidad. No busca la belleza fácil, sino la verdad desnuda. Sin embargo, esta búsqueda no implica renunciar a la belleza. Los poemas están impregnados de una delicada musicalidad y un ritmo sutil que envuelve al lector.
Un aspecto central de «Lo que deja de verse en el fulgor» es la reflexión sobre la escritura poética y la capacidad de la palabra para capturar la esencia de la realidad. En «Confesión de arte», escribe con ironía: «No se me alcanza la palabra / que de repente pierde la cabeza, / que arrasa y funda». Esta reflexión se convierte en autoconciencia, indagando en los límites del lenguaje.
«Lo que deja de verse en el fulgor» es un libro estimulante que invita a una lectura atenta y reflexiva. Antonio Manilla nos ofrece una poesía honesta y profunda sobre la fragilidad humana, la fugacidad del tiempo y la belleza del mundo. Nos invita a mirar más allá del fulgor, a adentrarnos en las sombras para descubrir verdades ocultas, recorriendo un camino de introspección y descubrimiento a través de la palabra poética. Este viaje nos revela que la verdadera comprensión reside no solo en lo evidente, sino también en aquello que, a primera vista, «deja de verse en el fulgor».
Lo que deja de verse en el fulgor, Antonio Manilla, Pre-Textos, 2025, 68 pp, 13 €.
Foto de portada: Maria Vlasova (unsplash)
EL AUTOR
JESÚS CÁRDENAS (Alcalá de Guadaíra, Sevilla, 1973) es profesor de Lengua Castellana y Literatura. Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla.
Como investigador literario, ha escrito ensayos y dado conferencias sobre Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, Vicente Aleixandre, Luis Cernuda, García Lorca, Pier Paolo Pasolini… Como crítico literario colabora con reseñas en diferentes revistas literarias.
Hasta la actualidad es autor de los libros de poemas: La luz de entre los cipreses (Sevilla, 2012), Mudanzas de lo azul (Madrid, 2013), Después de la música (Madrid, 2014), Sucesión de lunas (Sevilla, 2015), Los refugios que olvidamos (Sevilla, 2016), Raíz olvido, en colaboración con Jorge Mejías (Sevilla, 2017), Los falsos días (Granada, 2019) y Desvestir el cuerpo (Madrid, 2023). Es socio de ACE.