En Estimada clientela (Siruela, 2025), Mercedes Cebrián (Madrid, 1971) nos brinda una mirada sociológica, aguda y divertidísima a un paisaje que parece transformarse a gran velocidad: el que forman los comercios físicos y todo el arte que gira en torno a ellos.
© IRENE DE LA TORRE
Aviso a (lectores) navegantes: este no es un ensayo que verse sobre el consumismo, ni un libro que anime a consumir o cualquier idea similar: nada más lejos de la realidad. Este ensayo de Mercedes Cebrián—escrito como los ángeles— ofrece una mirada sociológica, haciendo uso de un humor inteligentísimo, sobre el hábito de ir de compras en todas sus facetas, dibujando un paisaje que va añadiendo pinceladas al cuadro que moldea las costumbres de las ciudades. Es, en definitiva, una oda a los comercios que visten —o han vestido— las ciudades, así como un repaso muy agudo sobre todo lo que gira en torno al arte mayúsculo de ir de tiendas.
Por su calidad histórica y mirada retrospectiva, Estimada clientela —un libro a caballo entre la crónica y el ensayo— rebosa de una buena dosis nostálgica: la autora lo subraya, lo admite, lo sabe y le gusta que sea así. Cebrián nos sumerge y nos envuelve o arrastra hacia su nostalgia, una nostalgia contagiosa, pura, tranquila, cercana, sencilla, casi diría inocente. Y es que, como casi todo en los ritmos vertiginosos actuales, las tiendas también evolucionan, pasan a otros estados, cierran, abren, se transforman.

Edita Siruela
Por otro lado, y también las hay, las tiendas más valientes permanecen durante años y a lo largo de generaciones. Pero lo que siempre está en constante cambio son los gestos y el lenguaje comercial, así como los hábitos de compra. Cebrián hace hincapié en la importancia de que quede constancia y registro de parte de una historia que parece transformarse a pasos agigantados: la de los comercios a pie de calle y todo el imaginario costumbrista que emanan. «Se van, se van también, las perfumerías refinadas…». Como ejemplifica esta frase, sus páginas respiran un aire melancólico, sí, pero sobre todo te ríes: te ríes con inteligencia.
Ya era hora de que alguien alzara la voz de esta actividad que todos amamos o, al menos, de la que todos hemos formado parte, porque, como dice la autora al inicio del libro: «Que levante la mano quien nunca haya ido de compras». Y es que a nadie se nos escapa este hábito, ya sea por hacer la compra por necesidad, o bien por ir de tiendas como ocio, incluso sin comprar nada. Es, por tanto, un hábito compartido que da forma a un recuerdo colectivo y, como tal, tiñe las palabras de la autora de memoria histórica.
Adentrándonos en el corazón y el grueso del libro, Cebrián nos lleva de la mano por los centros de las ciudades, por las calles con nombres de gremios, nos invita a identificarnos en su propia historia, a mirar desde su prisma. Rozando la antropología, la autora pasa por muchos microcosmos o minimundos, nos describe con lupa ciertas prácticas, anécdotas o costumbres. Cada sección o capítulo es una aventura distinta, por lo que es un libro que engancha, tanto por la temática como por el manejo de la prosa, dejando a lectores y lectoras con ganas de descubrir más.
La autora tampoco deja pasar pequeños detalles, experiencias y recuerdos de buenos momentos que nos han regalado las tiendas, como descubrir en la infancia las escaleras mecánicas en algún centro comercial o vivir unas Navidades en El Corte Inglés o en la madrileña Cortylandia. También pasa incluso por el tema tabú de los robos en tiendas y no se le escapa dar un espacio a las librerías, así como dar voz a la literatura y a una extensa bibliografía, dando buena cuenta de su labor de documentación.
Desde versos de Pessoa hasta citas de antropólogos y filósofos, la labor de consulta deja su huella, incluso nos regala un poema dedicado al propio arte de ir de compras. De esta forma, vemos circular por sus páginas a la gran autora Annie Ernaux, que dedicó su libro Mira estas luces, amor mío a su experiencia en un centro comercial, donde se refugia. A raíz de esta cita, la autora dedica extensos apartados a centros comerciales, donde nos cuenta anécdotas o curiosidades, como quedarse encerrados de noche en un Corte Inglés o los gestos propios de los grandes almacenes y la existencia de cajas de cobro especiales para personas que necesitan conversación.
Cebrián nos invita a vivir despacio, en un mundo de precipicio, de vértigo.
Estimada clientela respira algo de urgente, de precipicio, de vértigo, como así lo demuestran frases así: «Ojalá siga existiendo cuando se imprima este libro», que refleja nuestro mundo contemporáneo y la breve permanencia de las cosas. En este sentido, Cebrián nos invita a vivir despacio, nos lleva por ese camino apacible: hacia la idea de anidar algo que compraste, de dedicarle atención de por vida.
Regalos, probadores, souvenirs, ventas a domicilio, mercadillos, comercio en la antigua Unión Soviética, la autora le saca jugo a todo, como si nos lo fuera desgranando y ampliando. Todos estos temas parecen brotar de forma orgánica y espontánea, como si se tratara de una conversación, de ahí su cercanía.
Este ensayo es capaz de cambiar la mirada, de transformar: después de leerlo, no se ve un escaparate igual. Es precisamente eso lo que define (o debería definir) la buena literatura: el hecho de que cuando terminas la lectura esta te produzca un cambio, o te invite a la reflexión. Que se quede dentro de ti, hablándote unos días. Con esta lectura, el comercio y todos los oficios extintos tendrán —por pequeño que sea, en ese rincón fugaz de la memoria— su merecido homenaje en ese espacio invisible que forma nuestro pensamiento.
Estimada clientela, Mercedes Cebrián, Siruela, febrero 2025, 92 páginas, 14,90 €.
Foto de portada: Clem Onojeghuo
LA AUTORA
IRENE DE LA TORRE (Madrid, 1988) es licenciada en Traducción e Interpretación, escritora y traductora literaria de inglés, francés, neerlandés y catalán al castellano. Ha publicado sus relatos y poemas en varias revistas de literatura, como Quimera, Casapaís, Ceniza, Invernadero, De Revisor (Países Bajos) o Morlanda, así como en varias antologías, habiendo sido traducida al italiano, catalán y neerlandés. Ha publicado traducciones de poesía y narrativa tanto en revistas literarias como en varias editoriales, como Navona, Editorial GG, Lengua de Trapo o Planeta. También redacta informes de lectura, tanto de originales como de literatura extranjera, para varias editoriales, y artículos para varios medios. Ha sido miembro del jurado de varios premios de traducción y de narrativa. Tiene una colección de relatos y un poemario terminados, pendientes de publicación en varias editoriales. En la actualidad, escribe su primera novela. Es socia de ACE traductores.