Hacia un teatro del viento y la plegaria

En Arquitecturas fugares, Viviana Paletta explora lenguaje, cuerpo y extrañeza desde el exilio con una poesía que revela identidad y sentido en lo incierto.
© MARTÍN RODRÍGUEZ-GAONA

La concepción más difundida en torno a la poesía probablemente la define como una escritura intimista y reflexiva, ciertamente comunicativa, que comparte, ya sea una experiencia o una intuición filosófica, incluso en ocasiones moral (de ahí aquella extensa inclinación al verso sentencioso o edificante). Mas dicha entonación, aún siendo satisfactoria, no se corresponde con las propuestas más ambiciosas desde el inicio de la modernidad, en las que, ante todo, destacan la conciencia del lenguaje y la extrañeza.

Publica Ediciones La Palma

Por consiguiente, hasta bien entrado el siglo XXI, para los lectores mayoritarios, la escritura poética femenina debía inevitablemente inclinarse a lo sentimental: de expresarse algún desacuerdo o rebeldía, éste tenía que circunscribirse a lo anecdótico, sea como experiencia individual o posicionamiento político.

No obstante, la rebeldía, desde las concepciones poéticas más modernas, se manifiesta primordialmente a través de una actitud que cuestiona el discurso, el lenguaje y el habla normalizados. En el caso de los poetas que se desarrollan en el exilio, esa peculiar hiperconciencia obedece asimismo a una forma de negociar la identidad personal y también a la extrañeza con respecto a las tradiciones nacionales. Para un poeta que vive cierto desarraigo cultural o lingüístico resulta natural ser distinto a las fuentes; un proceso que se duplica pues debe situarse tanto frente a las influencias originales como a las adquiridas.

Es decir, su propia escritura se despliega con cierta inevitable depuración que ofrece la posibilidad de una síntesis. Por consiguiente, es razonable que el suyo sea antes que un lenguaje que afirma, uno que descubre. En otros términos, se trataría de poetas que, a partir de su propio extrañamiento, revelan. 

Así, un modo de acceder a Arquitecturas fugaces de Viviana Paletta (Buenos Aires, 1967) sería acompañar a sus personajes fantasmagóricos en un recorrido en el que lo real nunca es del todo sólido, pues se aproxima a un simulacro. Rostros desdibujados, cuerpos y protagonistas apenas sugeridos establecerían los distintos y raudos disfraces de una identidad entrando y saliendo de problemáticas zonas de sentido. Pese a las sombras y el claroscuro, se atisba la importancia del cuerpo (un asunto presente ya en El patrimonio del aire de 2003), el mismo que con sutileza desfila y danza exponiéndose empecinadamente a la dificultad de decir algo:

 

El cuerpo inerte
inertes todos
los de antes, los que vendrán luego
los de ahora mismo.

[…]

El sitio más querido de este vuelo.
Deber errar.

Por mencionar otros ejemplos sobre la irrenunciable relevancia del cuerpo: Nijinsky (en el vuelo de su locura), el exilio como condición doble («lejos el pantano que es este país / y su impertinencia / contra todos nosotros») o la maternidad que, antes que un símbolo, implicaría una condición que desborda sorpresa.

En esta edificación alrededor de la incertidumbre, la propuesta de lenguaje de Viviana Paletta opta por una amalgama entre descripción, reflexión y lirismo. Decir sólo sería viable, entonces, tras una consustancial y asumida conciencia de su imposibilidad, tras familiarizarse con la inminencia del silencio y la nada. De este modo, aunque los poemas exhiban constantemente ribetes existencialistas, el libro en su conjunto constituye la polifonía de un eco, un catálogo de modulaciones y resonancias improvisadas frente al vacío.

El libro en su conjunto constituye la polifonía de un eco.

Mas en la escritura de Paletta resalta asimismo su apego a lo concreto —o, si se prefiere, su desconfianza ante lo abstracto—, lo que le permite abordar la realidad desde una percepción que es simultáneamente débil e implacable. De esta manera, pese a la contención de lenguaje, la poeta evade el mantra de lo trascendente esencialista. Dicho estado de concentración le permite incluso rescatar personajes y acontecimientos que se exaltan sólo desde cierta agudeza o profundidad, usualmente asociada a la memoria o el dolor. Aparecen en consecuencia, inesperadamente, inequívocos ramalazos de metafísica («¿Qué es la ira de Dios?»), potenciados siempre a partir del propio uso del lenguaje (la alternancia entre la narración y el simultaneísmo vanguardista). Esto daría pie a aquella elevación interrumpida propia de la arquitectura fugaz que menciona el título. O, más precisamente, al eco de una breve emoción estética que acaso reconforta desde la confusión.

 

Arquitecturas fugaces, Viviana Paletta, Ediciones La Palma, 76 pags.


EL AUTOR

MARTÍN RODRÍGUEZ- GAONA (Lima, 1969) ha publicado los libros de poesía  Efectos personales (Ediciones de Los Lunes, 1993), Pista de baile (El Santo Oficio, 1997), Parque infantil (Pre-Textos, 2005) y Codex de los poderes y los encantos (Olifante, 2011) y Madrid, línea circular (La Oficina de Arte y Ediciones, 2013  / Premio de poesía Cáceres Patrimonio de la Humanidad), y el ensayo Mejorando lo presente. Poesía española última: posmodernidad, humanismo y redes (Caballo de Troya, 2010). Ha sido becario de creación de la Residencia de Estudiantes de 1999 a 2001, y desempeñó el cargo de coordinador del área literaria de esta institución hasta 2005. También ha obtenido la beca internacional de poesía Antonio Machado de Soria en 2010. Su obra como traductor de poesía norteamericana incluye versiones como Pirografía: Poemas 1957-1985 (Visor, 2003), una selección de los primeros diez libros de John Ashbery,  La sabiduría de las brujas de John Giorno (DVD, 2008), Lorcation de Brian Dedora (Visor, 2015) y A la manera de Lorca y otros poemas de Jack Spicer (Salto de Página, 2018). Como editor ha publicado libros para el Fondo de cultura Económica de México y la Residencia de Estudiantes de Madrid. Con su último libro, La lira de las masas, obtuvo el Premio Málaga de Ensayo 2019. Su último libro de poemas publicado: Motivos fuera del tiempo: las ruinas (Pre-Textos, 2020).  Con el ensayo Contra los Influenccers: la ciudad letrada ante la corporativización ecnológica de la literatura ha ganado el premio Celia Amorós de Ensayo 2022.

 

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