Jóvenes, aunque sobradamente preocupados

El pasado lunes 19 de mayo se retomó la sesión prevista para el día del apagón que llevaba por título: Los jóvenes escritores: su relación con el diverso mundo literario de hoy. Fue una charla muy clarificadora que permitió conocer las preocupaciones de la generación más joven para combinar su vocación literaria con la supervivencia económica, pero también frente a amenazas como la Inteligencia Artificial.
© REDACCIÓN ACE

Los participantes en esta sesión del ciclo ‘Escribir y sus circunstancias’, celebrado un lunes de cada mes en la Biblioteca Nacional de España, en Madrid, apenas habían nacido cuando se puso de moda la campaña publicitaria de un coche dirigido a los jóvenes que se reconocían como JASP, es decir, Jóvenes Aunque Sobradamente Preparados. Era el año 1993 y la juventud, la basca, aquella que se entendía hablando, llegaba pisando fuerte. Muchos estudios, mucha ambición, muchas ganas de comerse el mundo.

¿Y los jóvenes de hoy? ¿Y su relación con el mundo de la literatura? ¿Cómo compaginar la vocación literaria con el sustento económico? ¿Hay que «irse a Madrid», como hizo Jabois (autor de un libro así llamado), para conquistar la conocida como capital de la gloria? ¿Es más difícil lograr un hueco en el mundo de la poesía que en el de la narrativa? Fueron algunas de las cuestiones que planteó Sergio C. Fanjul, poeta, periodista y escritor que ejerció esta de moderador del coloquio que llevaba como reclamo Los jóvenes escritores: su relación con el diverso mundo literario de hoy, organizado por ACE, la BNE y con la colaboración de CEDRO.

Tras la introducción del presidente de ACE, Manuel Rico, que defendió el poder de la cultura para evitar caer en la espiral de la violencia que asola territorios como Gaza y Ucrania, se dio paso a un debate que, como se verá, demostró que los jóvenes de hoy están igualmente preparados que los de 1993, pero sobre todo, especialmente preocupados. Pero no adelantemos acontecimientos. Participaron en la charla Irene Reyes-Noguerol, escritora sevillana nacida en 1997, que cultiva sobre todo el relato; Marina Casado (Madrid, 1990), conocida sobre todo por su vertiente como poeta, donde ha cosechado numerosos premios, y Guillermo Borao (Zaragoza, 1990), licenciado en periodista que ha debutó con su primera novela en 2023.

El acto tuvo lugar en la BNE, como todos los del ciclo ‘Escribir y sus circunstancias’

 

Núcleos editoriales

Fanjul invitó a romper el hielo con la imagen de aquel joven Umbral (no tanto, tenía casi treinta años cuando se instaló en Madrid) que llegó a la capital dispuesto a triunfar como escritor. ¿Es necesario hoy, en un mundo hiperconectado, hacer ese viaje al centro, a los núcleos editoriales (sobre todo presentes en grandes ciudades como Madrid o Barcelona, aunque también en otras más pequeñas, como Granada, pero con su latir cultural, y sus cenáculos en torno a figuras que generan actividad, como Andrés Neuman en dicha ciudad)?

Para Irene Reyes-Noguerol, que en 2024 publicó un libro de relatos, Alcaravea, en la prestigiosa Páginas de Espuma, no es requisito sine qua non; es más, puede ser una ventaja para lograr lo que a la postre cuenta: escribir. «Soy de Sevilla y aquí me encuentro bien. Las redes sociales, las reuniones telemáticas, nos permiten cierta autonomía y eso me ayuda a escribir a mi ritmo. Me gustan las escrituras lentas así que creo que es bueno mantener esa distancia», considera Irene Reyes-Noguerol.

Por su parte, Marina Casado, que cultiva poesía pero con incursiones destacadas en la novela (como Los doce reinos del Tiempo, en Ediciones de la Torre), señaló lo distintos que son los ámbitos de la publicación de poesía y de novela. Así, el círculo de la poesía, un género dirigido a esa «inmensa minoría», quienes acuden a las presentaciones son parte de esa «tribu poética», fiel pero reducida, que se vuelven a encontrar en otra presentación, y así sucesivamente, en un círculo de cierta endogamia.

No obstante, reconoce Casado, es conociendo gente como se abren las puertas, aunque también hay que estar prevenido ante la «mediocridad, sobre todo en poesía», la existencia de personajes aficionados a decirte «cómo tienes que hacer las cosas» desde un claro paternalismo, y personas que buscan intereses no siempre honestos. «Me he llevado algunos desengaños», reconoció.

Guillermo Borao destacó la oportunidad que supuso para él pasar ocho meses en la residencia de la Fundación Antonio Gala, en Córdoba, en convivencia con otros escritores y con todo el tiempo necesario y las condiciones ideales para encerrarse a escribir. Además del aprendizaje que supuso la experiencia, también fue clave para meter la cabeza en el mundo editorial. «Me ayudó a conocer a editores, como la propia Ana García D’Atri, editora de Gala, que le ayudó a publicar en Penguin Random House», comenta Borao, autor de una primera novela titulada La sastrería de Scaramuzzelli, publicada en Roca Editorial (que forma parte del grupo Penguin Random House).

 

La tradición: lastre o legado

Irene Reyes-Noguerol se gana la vida, como Marina Casado, como profesora de Lengua y Literatura en enseñanza secundaria, y ha comprobado en primera persona el poco interés que los más jóvenes tienen acerca de la cultura clásica (recordemos que Reyes-Noguerol es una experta en la cuestión, con una obra de divulgación al respecto titulada De Homero y otros dioses, publicada en Maclein y Parker). Ella defiende la condición conectada de los creadores, al contrario de la idea de que una persona es una isla; es más, Reyes-Noguerol habla de distintas penínsulas unidas a un continente común. «Lo fundamental es leer, no tanto escribir, la verdadera pasión debe nacer ahí», sostiene esta escritora sevillana, seleccionada por la revista Granta como una de las más talentosas de su generación.

Marina Casado también se mostró partidaria de conocer la tradición y romper con la idea de la originalidad, del genio capaz de romper todo los moldes. «Reivindico la des-originalidad y ser consciente de que todo está dicho y hecho y que, como mucho, podemos aportar una mirada nueva», comentó Casado. En su caso, la lectura de Luis Cernuda, concretamente del poema «Para unos vivir», marcó su carrera y su despertar literario. «Fue como una revelación… y me sentí del todo identificada con esos versos. A partir de ahí, me puse a leer más en serio y a escribir». Y siguió cultivando sus lectura en todos los géneros, incluidos el negro, con gran devoción por autores como Patricia Highsmith o Raymond Chandler.

La fortaleza letrada

Leer es una pasión, pero también un modo de escribir más y mejor, y de regar un sueño muy concreto: publicar. O, como dijo Sergio Fanjul, «conquistar la fortaleza letrada». Para ello, no hay que descartar ninguna vía, ni siquiera la de la denostada autopublicación que, según Guillermo Borao, puede ser «una vía digna para ganar visibilidad». Y ahí están casos como el de Eloy Moreno, que empezó de eso modo, para terminar vendiendo cientos de miles de ejemplares de su Bolígrafo de gel verde en una editorial grande.

Marina Casado, con muchos premio en su haber (dos veces finalista del prestigioso Adonais), defiende la participación en esos certámenes para darse a conocer y de paso obtener prestigio, un aval. Aunque también reconoce que resultar premiado en dichos certámenes a veces es una cuestión de suerte, de dar con la tecla, con el tema adecuado, de resultar oportuno. El talento influye, señaló, pero no hay que despreciar el factor suerte y, añadió, ser perseverante.

Alcaravea | Editorial Páginas de Espuma

Debut en el relato de IR-N

También hay que estar abiertos a propuestas de todo tipo que, a la larga, pueden dar sus frutos. Sobre todo siendo un autor o autora aún joven y que, por tanto, no cuenta con lectores ni con un bagaje muy grande. Es decir, tiene que ganarse a pulso su hueco editorial. Es lo que hizo una de las ponentes, Irene Reyes-Noguerol, cuando aceptó pasar dos años publicando textos en un blog, a propuesta de la editorial Maclein & Parker, que finalmente publicó su libro sobre dioses mitológicos. Por un lado, afiló la pluma, se curtió escribiendo y, por otro, demostró a la editorial que lo suyo no era flor de un día, que su apuesta literaria iba en serio.

La inteligencia artificial como preocupación

Llegados al tema de la época, del momento, es donde los participantes fruncieron más el ceño. Donde demostraron que son una generación JASP, pero con la P de preocupada. No tanto en el caso de Guillermo Borao, que consideró que al final el ser humano se adapta a todo, y que toda crisis es una oportunidad. Es más, la llegada de la IA, apuntó, también facilita labores, como las correcciones ortotipográficas que, en cuestión de segundos, te permiten plataformas como ChatGPT.

No lo vieron de modo tan halagüeño ni Marina Casado ni Reyes-Noguerol, aunque quizá su condición de profesoras de Secundaria influyó al considerar que vivimos «un momento peliagudo». Así, Reyes-Noguerol confesó que «es desasosegante asumir que estamos asistiendo al final de una era y al comienzo de otra pero que no podemos hacer nada, como individuos, para cambiarlo». Y refirió las situaciones a las que se enfrentan los actuales maestros y la imposibilidad, por ejemplo, de pedir una redacción, ya que la mayoría de los casos será una máquina quien la redacte. Así, casi todas las redacciones que entregan sus alumnos terminan con un «En conclusión» la clásica muletilla de herramienta de IA generativa como ChatGPT.

Por su parte, Marina Casado aludió al caso de una persona de su entorno que está empezando a mandar poemarios a concursos que escribe casi exclusivamente con la IA, en una tendencia abierta que parece llamada a ir a más.

Un panorama «oscuro» al que Sergio Fanjul, moderador de esta charla sobre  el futuro de los escritores jóvenes, quitó hierro con la figura de Juan José Millás. «La gente compra a Millás porque es él… porque es la obra de un autor al que siguen y aprecian… Ahí sigo siendo optimista».

Si quieres ver el video del coloquio al completo, pincha en este enlace.

 

De izq. a dcha: Javier Ortega, director de la División Cultural de la BNE, Sergio C. Fanjul, Marina Casado, Irene Reyes-Noguerol, Manuel Rico y Guillermo Borao.