El adiós de Antonio Hernández (Arcos de la Frontera, 1943 – Cádiz, 2024) se ha producido con la dignidad con que vivió. Una tarde gaditana de calma lluviosa que ha hecho sonar sus marinas campanas mientras el poeta que las creara se dormía en sus raíces.
© JOSÉ LUIS ESPARCIA
El autor de El mar es una tarde con campanas, accésit del premio Adonais de 1964, ha dado carta de naturaleza a la belleza esperanzada de sus versos:
“Nada de lo que muere deja olvido
sino raíces…”
En este punto de una vida jalonada de poesía: Oveja negra (1969); Donde da la luz (1978); Con tres heridas yo (1983); Sagrada forma (1994); Habitación en Arcos (1997); A palo seco (2007); Nueva York después de muerto (2012) y Viento variable (2016) entre los dieciséis publicados; de títulos de narrativa: Nana para dormir francesas (1988); Sangre fría (1994); La leyenda de Géminis (1994) Vestida de novia (2004); El tesoro de Juan Morales (2016), junto al mítico El Betis la marcha verde (1978), entre la docena de libros narrativos; pasando por Los premios literarios ¿cosa nostra? (1976), o La poética del 50: una promoción desheredada (1978), entre la más de media docena de libros de ensayo, y las innumerables reediciones y antologías, la condición de escritor adquiere una fuerza suplementaria por la evocación del gran ser humano que fue, dejando testimonio irrefutable en las luces de textos, no solo relevantes en su rigor literario, sino reforzados en su emotivo compromiso con la vida en paz y justicia social, de aquí un último libro del que, en las últimas semanas confesaba estar más satisfecho que del resto, Viento variable (2016) terminó siendo la niña poética de sus ojos.
ACE debe a Antonio Hernández, como a otras personas, su compromiso incondicional en momentos de especial delicadeza de la situación asociativa desde el origen, por lo que su memoria formará parte de la memoria colectiva de la asociación.
Su premio nacional de poesía y sus dos premios nacionales de la crítica en poesía, así como las numerosas distinciones de gran importancia en el ámbito lírico y narrativo, hacen de la figura literaria de Antonio Hernández un miliario ejemplar en la senda en que figuran ya los grandes ejemplos que nos dejaron.
Quien obtuviera el tratamiento de Excelentísimo, gracias a alguna distinción oficial, solo atendió a la distinción que le otorgara la amistad que derrochaba con sus muchos y buenos amigos, muchos de los cuales perfectos desconocidos a los que él quiso colocar literariamente en la cumbre a cuyo acceso, su don y capacidad creativa le autorizaba:
Si la diosa te elige
procura emocionar
pero con arte: el agua
se derrama sin copa.
Fue Premio Nacional de Poesía y dos veces Premio de la Crítica.
La obra global de Antonio Hernández reconoció siempre sus raíces, del mismo modo que ha sembrado las suyas propias en el curso de la literatura española de las últimas décadas. La poderosa luz de su poesía deslumbra los bellos perfiles de su narrativa, pero, en el fondo no ha dejado de ser alguien que narró en su prosa y en su poesía. La historia tiene la última palabra.
EL AUTOR
JOSÉ LUIS ESPARCIA nace en La Encina (Alicante), en 1956. Muy joven se traslada a Córdoba, donde vive muchos años, hasta trasladarse a Madrid y, en 1982, a Pinto. Ha publicado los libros de poemas: Canto de tierra, Septiembre, Ciudades, A Córdoba; la novela: La Austeridad de los Sánchez; los volúmenes de cuentos: La Confidencia, Última voluntad y otros; un libro de historia local: Historia de La Encina y su estación, junto al profesor Francisco Esteve. Incluido en numerosas antologías de poesía y narrativa, ha sido premiado en certámenes de poesía como “Oliver”, “Casa de Andalucía en Pinto” o “Ateneo de Alicante”, y de narrativa, como “Antonio Machado”, “Dulce Chacón”, “Lodosa”, “La Ortiga celeste” y otros. Imparte conferencias en España y en varios países y es colaborador de distintos periódicos y revistas.