‘Mi vida con Alberti’, una recreación de un tiempo feliz

En pleno fuego cruzado entre Anna Caballé y Luis García Montero, a resultas de ‘Mi vida con Alberti’, Pedro García Cueto reseña la obra con la que María Asunción Mateo, mujer del poeta durante la década de los noventa, rompe su silencio. Un libro con vocación de ajuste de cuentas que aborda, entre otras cosas, «el mal de Alberti» o rechazo que generó esa relación.
© PEDRO GARCÍA CUETO

María Asunción Mateo nos entrega, de la mano de la editorial Almuzara, Mi vida con Alberti (Para algo llegaste, Altair), un libro donde repasa sus años de matrimonio con Rafael Alberti. El silencio de muchos años de la antigua profesora acerca de su relación con el poeta gaditano se rompe cuando encuentra una carpeta verde, donde había recortes de prensa, fotos, billetes de algún viaje. Es entonces cuando decide escribir su verdad, la que vivió con un hombre mucho más mayor del que se enamoró y viceversa. Rafael quedó prendado de la joven profesora, como nos cuenta el libro.

El amor se manifiesta cuando María Asunción Mateo evoca a su añorado Rafael, Altair para el poeta, y escribe:

“Seguir adelante sola me ha resultado difícil, muy difícil. El transcurso de los días, de los años, no ha aminorado mi perturbación por no estar unido a ti en cada instante, aunque entre los dos hay un invisible hilo transmisor que vivifica y alienta mis pasos”.

Y cuenta también el romance, las dificultades que se iban tejiendo en una relación que, con la habitual mala intención de muchos, sería criticada, principalmente, por la edad, por los supuestos intereses creados de la mujer que se acerca a un poeta famoso.

Libro no literario, que no está mal escrito, pero que deja un regusto algo amargo.

Y además lo califica el “mal de Alberti” para referirse a la inquina que esa relación despertó en la sociedad literaria que más cerca estaba del poeta. Para ella (siempre señalo que mi crítica no está basada en lo que he vivido, sino en lo que cuenta la autora), hubo una agresividad latente hacia la mujer de Alberti. Califica de «personaje» al editor Mario Muchnik y cuenta un episodio lamentable, en el que avisa a María Asunción para que vea a su padre muerto, gran amigo de Alberti.

Como vemos, hay un ajuste de cuentas. Lo cierto es que el silencio que ha mantenido María Asunción Mateo viene cargado, ahora y con este libro, de rencillas a ciertos nombres de nuestra literatura. Incluso conserva cartas, y lo expresa en el volumen, no sabemos si con la pretensión de avisarnos de un segundo libro, donde destapará más verdades.

Todo ello me hace pensar que si hubo verdades en todo lo que cuenta el lector disfrutará, porque más allá de la importancia de la crítica, del estudio con rigor, de la minuciosidad de un análisis de una vida, está lo que no se ha contado, lo que otros han hecho contra ella o contra Alberti.

El silencio que ha mantenido María Asunción Mateo viene cargado: hay ajuste de cuentas.

Por ello, desfilan nombres como Luis García Montero, Benjamín Prado, Luis Muñoz, que son los “viudos de la literatura”, según la expresión del libro. Para ella, hay algo que los convierte en seres buscadores de protagonismo, de legados, etc. Como crítico, siempre dejo un lugar a la duda, a la incertidumbre, porque lo que en el texto se afirma puede ser cierto o no.

Nos cuenta situaciones que nos asombran, como si se fuera tejiendo en la vida de Alberti una madeja donde cae irremisiblemente, quizá pensando en un momento de poca lucidez por la edad, cosa totalmente falsa debido a la capacidad del poeta del 27 para dar conferencias con una edad provecta.

Escribe la autora:

“Entre las cosas más graves que recuerdo de la perniciosa acción del coro poético que cercaba a Rafael en Madrid, es su aparición una mañana en casa ajena, la nuestra, de la que yo estaba ausente, junto a la aún entonces compañera sentimental del profesor García Montero, Prado Rodríguez, Luisito y no sé si algún amigo de estos”.

Mateo conoció a Alberti cuando este rondaba los ochenta años.

Cuenta entonces cómo se metieron con él bajo las sábanas, en un acto que recordaba al que llevaban a cabo, en los años de juventud de Alberti, algunos de los miembros de la Residencia de Estudiantes.

Navegamos por el libro, con asombro, sin que realmente sepamos si estamos leyendo una ficción o el relato de hechos reales y me pregunto si no es acaso un ajuste de cuentas. Lamento decirlo, pero me gustan los libros donde la parte de sombras se queda en las sábanas, valga la metáfora, no se airea, por ello, continúo el recorrido del libro y sigo estupefacto.

También comenta que María Teresa León murió sola, sin nadie a su lado. Todo me lleva a un enorme desamparo, porque quiero quedarme con la historia de amor de fondo, con el encuentro a hurtadillas de la pareja, con la intimidad de los dos y me interesa poco todo lo demás. En definitiva, nadie está a salvo de haberse equivocado, si es que lo ha hecho, y si hay intencionalidad, pues allá cada cual.

La autora conserva cartas, lo que alimenta la idea de un segundo libro con nuevas verdades.

Pienso en Alberti cuando, cerca del final del libro, nos habla María Asunción de viajes, de escritores, etc. y nos dice:

“Desde mi estrecha cercanía a Rafael, he sido testigo privilegiado del continuo deslumbramiento, del constante latido que sintió hasta el último segundo de su vida por la bahía de Cádiz, por sus playas, por su gente…”.

Inauguración de la casa-museo del poeta Alberti, en 1993. (Efe)

Y me quedo con ello, lejos de ese juego de malabarismo que supone encontrar culpables, de hacer un puzle del pasado, pienso entonces en lo solos que estamos, en cómo en el fondo, Rafael Alberti, con sus luces y sombras a cuestas, debió pensar, cerca de su muerte, en su Cádiz natal. No hay más que el pasado cuando el final se acerca y acariciar las olas del mar con su poesía es el motivo, para seguir leyendo su obra.

Libro no literario, que no está mal escrito, pero que deja un regusto algo amargo, porque lo que pasara o no puede tener interés para curiosos, pero a los que amamos la palabra y el verso y su aroma, nos interesa la obra, su luz y su fulgor, todo lo que aún queda cuando les hablo a mis alumnos de un hombre que fue marinero en tierra.

 

Mi vida con Alberti (Para algo llegaste, Altair), María Asunción Mateo, Almuzara, 2023, 352 pp.


EL AUTOR

La Gran Biblioteca de David: Entrevista a Pedro García Cueto, autor de La primavera de nuestro desencanto

PEDRO GARCÍA CUETO. Ensayista español (Madrid, 1968). Doctor en filología y licenciado en antropología por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Docente en educación secundaria en la Comunidad de Madrid. Crítico literario y de cine, colaborador en varias revistas literarias y de cine, autor de dos libros sobre la obra y la vida de Juan Gil-Albert y un libro, La mirada del Mediterráneo, sobre doce poetas valencianos contemporáneos.