La banda sonora original del relato

En Literatura, pop-rock y cine. Un diálogo intermedial, Carlos Pranger y Rafael Malpartida analizan la relación entre esas tres disciplinas y cómo las tres se alimentan entre sí. Un libro, según la autora de la reseña, multidisciplinar y ameno que señala la importancia de la música en el relato narrativo.
© MARINA CASADO

Siempre he defendido la idea de que todas las artes caminan de la mano, se mezclan, beben las unas de las otras. En el caso de la música y la poesía resulta evidente; el propio término “lírica” hace referencia a los orígenes griegos, cuando el poeta se acompañaba de una lira para recitar. En las últimas décadas, han aflorado los estudios que analizan la inspiración literaria de las canciones populares.

Los autores atienden a los géneros musicales desde un punto de vista sociológico.

Por otra parte, también se ha estudiado en profundidad la relación entre literatura y cine, a través de las películas basadas en obras literarias. Y se ha ahondado en las bandas sonoras cinematográficas como un elemento esencial que puede convertirse en uno de los más característicos, como sucede en las películas de Sergio Leone, en las que los gestos y las acciones de los personajes llegan a dialogar con la música de Ennio Morricone.

La novedad del libro que acaba de ver la luz es que aborda estas relaciones de una manera integral. Literatura, pop-rock y cine. Un diálogo intermedial (Renacimiento, 2023) estudia la presencia de las canciones populares en películas basadas en obras literarias, y el modo en el que esas canciones no constituyen un mero adorno, sino que forman parte del relato, contribuyendo a construirlo del mismo modo que otros elementos fílmicos, como los diálogos.

Los autores de la obra son Carlos Pranger y Rafael Malpartida, profesores de la Universidad de Málaga, de didáctica de las lenguas y las artes y literatura y cine, respectivamente. Ambos han profundizado con anterioridad en la relación entre las tres artes, como muestran las numerosas referencias bibliográficas utilizadas en el trabajo.

El estudio se centra en una serie de películas que analizan cronológicamente: El graduado (Mike Nichols, 1967), Jackie Brown (Quentin Tarantino, 1997), Aunque tú no lo sepas (Juan Vicente Córdoba, 1999), Mi vida sin mí (Isabel Coixet, 2003) y La flaqueza del bolchevique (Manuel Martín Cuenca, 2003). Todas tienen dos cosas en común: se basan en obras literarias y utilizan canciones “populares”, preexistentes, en su relato. Lo que más sorprende del análisis de los autores es descubrir que dichas canciones no están presentes por casualidad, sino que se integran perfectamente en el relato, contribuyen a otorgar nuevas significaciones.

Siempre he defendido la idea de que todas las artes caminan de la mano.

Quizás el caso más conocido para los lectores, por tratarse del más clásico, sea el que atañe a El graduado, con su famosa banda sonora de Simon & Garfunkel. El director, Mike Nichols, se basó en una novela de Charles Webb que había sido publicada sin pena ni gloria cuatro años antes, en 1963, a la que se criticaba por no haber otorgado suficiente profundidad psicológica a los personajes, por ejemplo.

Carlos Pranger.

Paradójicamente, fue a partir del éxito de la versión cinematográfica cuando comenzó a revalorizarse la novela. Y es que la mirada de Dustin Hoffman como Benjamin Braddock, el joven desorientado existencialmente, le concedió al personaje nuevos colores. Y más aún si esa mirada perdida se combinaba con “The Sounds Of Silence”, una de las más célebres canciones de Simon & Garfunkel, que contribuye a mostrar al espectador el tedio que siente el joven, sin metas ni objetivos, ante la perspectiva de un futuro burgués similar al de sus padres, una generación con la que no es capaz de comunicarse. Del mismo modo, cuando se enamora de verdad –de la hija de su madura amante–, la canción protagonista es “Scarborough Fair”, que plantea el amor como reto cuando Ben debe emprender un viaje para encontrar a su amada, a pesar de que se lo hayan prohibido.

A lo largo de la obra, los autores no se limitan a analizar las bandas sonoras cinematográficas y su relación con la literatura, sino que también atienden a los géneros musicales desde un punto de vista sociológico. Por ejemplo, la relación del folk con el sentido de identidad de los pueblos y cómo en determinado momento recibió el influjo del rock, dando lugar al folk-rock.

El ensayo analiza cómo las canciones forman parte del relato cinematográfico.

O la unión del soul –con sus raíces religiosas o espirituales– con el pop, para ambientar el romance noir entre Jackie Brown, la protagonista del filme homónimo de Tarantino, y un agente de finanzas. En dicha película –como en todas las de este director–, la música intradiegética es fundamental para perfilar psicológicamente al antagonista, que gusta de escuchar canciones de amor –como “Hurdy Gurdy Man”, de Donovan– en su casete mientras mata a sangre fría.

Rafael Malpartida.

El género de la canción de autor entra en escena, junto al rock urbano y la rumba, en Aunque tú no lo sepas y Mi vida sin mí. Pablo Guerrero y su “A cántaros” sirven para anunciar el cambio en la vida del protagonista de la primera, y “Lucía”, de Serrat, coincide con el nombre de su amada. Aparecen también Los Módulos, Leño o Barrabás. “Senza fine”, compuesta por Gino Paoli e interpretada por Ornella Vanoni, ilustra el amor efímero entre Ann, la protagonista de Mi vida sin mí, enferma de cáncer, y su amante. En La flaqueza del bolchevique, el rock de Extremoduro contrasta con la aparente seriedad del ejecutivo protagonista, revelando al espectador que hay mucho más allá de la apariencia.

En síntesis, se trata de una obra que aporta al lector un conocimiento multidisciplinar, y lo hace de una forma amena, encauzando perfectamente unos y otros objetos de estudio, en un mosaico que nos deja hambrientos de revisar dichos objetos o lanzarnos a aquellos que todavía no conocemos.

 

Literatura, pop-rock y cine. Un diálogo intermedial, Carlos Pranger y Rafael Malpartida, Renacimiento, Sevilla, 2023, 364 pp.

 


LA AUTORA

MARINA CASADO (Madrid en 1989) es profesora de Lengua Castellana y Literatura en Madrid. Licenciada en Periodismo y doctora en Literatura Española, es autora de cinco poemarios: Los despertares (Ediciones de la Torre, 2014)Mi nombre de agua (Ediciones de la Torre, 2016)De las horas sin sol (Huerga y Fierro, 2019)Este mar al final de los espejos (Torremozas, 2020) y Los ojos fríos del vals (BajAmar, 2022). Ha publicado dos ensayos: El barco de cristal. Referencias literarias en el pop-rock (Líneas Paralelas, 2014) y La nostalgia inseparable. Oscuridad y exilio en la obra de Rafael Alberti (Ediciones de la Torre, 2017). En 2021 vio la luz su novela juvenil Los doce reinos del Tiempopublicada en Ediciones de la Torre. En 2022, su primera novela negra, La manzana de Eris, con Cuadernos del Laberinto.