Pierre Lemaitre sorprende a sus lectores con un ‘reciclaje’ editorial al publicar en 2023 la novela con la que se dio a conocer, La gran serpiente, de 1985, afirmando no obstante que no escribirá más literatura de género negro.
© JESÚS CAMARERO
El escritor francés Pierre Lemaitre acaba de publicar ―quizá para sorpresa de algunos de sus lectores― su ‘primera’ novela negra, La gran serpiente, que es su última obra publicada, pero también la primera novela que escribió allá por 1985, justo en el inicio de su carrera literaria. Así se cierra el círculo de la escritura negra de Lemaitre, nada más comenzar, porque el autor ya ha anunciado que nunca escribirá más novelas negras, incluso a pesar de la reciente publicación de su Diccionario apasionado de la novela negra, en el que el autor demuestra ser todo un especialista del género.
En efecto, la tetralogía ‘Verhoeven’ ―Irène, Alex, Rosy & John, Camille―, al igual que la trilogía ‘Los hijos del desastre’ ―Nos vemos allá arriba; Los colores del incendio; El espejo de nuestras penas―, sin olvidar sus otras novelas de éxito ―Vestido de novia; Recursos inhumanos y Tres días y una vida―, según Lemaitre no estarían ubicadas dentro del género negro, pues tras haber escrito y abandonado en un cajón La gran serpiente en 1985 no habría escrito nunca novela negra, sino una amalgama de novela policiaca e histórico-social, o simplemente thriller.
De ahí venía quizá la necesidad de sacar a la luz, de una vez, esta novela genuinamente negra olvidada justo en el inicio de la escritura, pero donde ya se encontraban paradójicamente registrados los temas, escenarios y personajes que luego han ido apareciendo en toda su producción literaria.
Así pues, Lemaitre es un autor de éxito, reconocido internacionalmente desde hace años, cuando los lectores se vieron seducidos por los primeros títulos de la tetralogía policiaca ‘Verhoeven’.
En el caso de La gran serpiente, su éxito literario y editorial podría estar basado además en un recurso o artificio narrativo asaz original ―y aquí se demuestra la maestría y la valía literaria del autor en clave ‘negro’. Se trata de una cierta inversión del paradigma narrativo, porque desde el mismo principio se conoce al detalle todo el entramado de crímenes, a su misma autora, las circunstancias, los lugares y las armas empleadas (que jamás son eliminadas).
Es una contravención del género por la cual se riza el rizo del argumento, se altera la trama habitual y se obtiene una nueva fórmula de suspense, en la que la intriga de nuevo cuño conduce al lector por un camino diferente. Ahora bien, el móvil concreto es prácticamente desconocido en todos los casos, aunque se sabe que se trata de un tipo de crimen organizado, pero nada más.
Lemaitre domina la dosificación de expectativas en la narración.
Para ayudar también en ese procedimiento, Lemaitre ha introducido otro recurso: la focalización múltiple del narrador. Cada subcapítulo ve alternar sistemáticamente a los distintos protagonistas, sin continuidad narrativa entre sí, al modo de secuencias yuxtapuestas separadas simplemente por dos líneas en blanco, como si fueran planos superpuestos de una narración fílmica. El lector tiene que saber ―y lo sabe siempre, porque hay una mínima lógica narrativa que se lo facilita― en qué punto de vista se sitúa la narración en ese momento.
El mecanismo tiene su interés e importancia porque produce un dinamismo añadido al relato, así como una velocidad de lectura y comprensión considerables. De este modo, el lector se mantiene siempre atento, en una posición omnisciente en todo caso, ya que conoce lo esencial (y algo más) de la intriga. Y todo ello no hace sino multiplicar su interés, pues su horizonte de expectativas, que gobierna el avance eficaz de la narración (no lo olvidemos), funciona a pleno rendimiento.
Precisamente, uno de los momentos más interesantes y sorprendentes, que este mecanismo propicia, se da cuando el policía encargado de la investigación es asesinado por la autora de todos los crímenes y, sin razón alguna en principio. Aunque no lo es menos el desenlace, que lo hay, en el que la asesina es ejecutada brutal y exultantemente por un viejo discapacitado y demente, el único personaje que ha sido capaz de descubrir una pista para descubrir la clave de todo el entramado.
«¡Toda la novela patas arriba!», pensará el lector, abrumado por estas inopinadas transgresiones del género. Pero, más allá de la sorpresa inicial y de alguna inquietud añadida que permanece como un poso perturbador en la imaginación del lector, estos episodios constituyen sin duda unos hitos narrativos muy relevantes, pues el autor deja muy alta la consideración de su saber hacer literario.
El autor ya ha anunciado que nunca escribirá más novelas negras.
Además, para el lector, no deberían revestir ninguna gravedad, ya que desde el comienzo de la novela debería estar acostumbrado a que ninguno de los crímenes acaba de encajar en la lógica policial: los agentes siempre están ‘des-pistados’ porque todas las investigaciones están mal encaminadas. Como se puede comprobar entonces, La gran serpiente bien podría ser considerada un experimento narratológico de laboratorio novelesco de no poca enjundia literaria.
La gran serpiente. Pierre Lemaitre, Salamandra, 2022, 320 pp.
EL AUTOR
JESÚS CAMARERO (Guipúzcoa, 1958) es doctor en Filosofía y Letras por la Universidad de Valladolid, y profesor de Filología Francesa en la Universidad del País Vasco. Ha sido docente de Crítica literaria, Literatura comparada y Literatura francesa.
Ha escrito obras de distintos géneros como narrativa, ensayo, poesía, crítica literaria y guion cinematográfico entre las que destacan ensayos como El escritor total (1996), Metaliteratura (2004) o Cosmópolis o ética de la ciudad utópica (2006).