Los claroscuros de Flaubert en su prodigiosa correspondencia: ‘El hilo del collar’

En el segundo centenario del nacimiento de Gustave Flaubert (1821-1880), se publicó El hilo del collar: Correspondencia (Alianza) en un viaje al centro del escritor, pero también del hombre que fue el autor de La educación sentimental. Un acontecimiento literario, biográfico, que algunos expertos consideran el mejor epistolario de un escritor del siglo XIX.
© ANA ALEJANDRE 

El epistolario de Gustave Flaubert, publicado por Alianza Editorial, es muy oportuno en el segundo centenario del nacimiento del escritor francés. Nos ayuda a entrar de lleno en la correspondencia flaubertiana que forma este volumen que lleva el título de El hilo del collar: Correspondencia, compuesto por 4000 cartas que abarcan desde 1833 —cuando Flaubert tenía doce años y escribe a su amigo Ernest Chevalier—, y finaliza en 1880, año en que el autor de Madame Bovary escribe a Guy de Maupassant cuatro días antes de su muerte, la de Flaubert, en Ruan. Este epistolario ofrece un retrato veraz del hombre, además del escritor.

Con sus corresponsales femeninas se explayaba con más facilidad que con los hombres.

Y ese retrato epistolar completo presenta a un Flaubert en todas sus facetas humanas y caracterológicas, muchas veces contrapuestas, como son la del hombre colérico, filosófico, exaltado, taciturno y a la vez apasionado en su expresión amorosa, vicioso, pero también moralista a veces, intelectual y burgués, sin medias tintas, que escribía, vivía y amaba de esa misma forma total, exacerbada y exaltada. El Flaubert que tenía grandes ideales y muchas utopías, al que le atraía el pasado, pero temía al futuro, porque, también, sentía un gran desprecio por la sociedad de su época y criticaba ferozmente a sus contemporáneos.

El hilo del collarAlgunos estudiosos de la obra de Flaubert consideran que su correspondencia constituye el mejor epistolario de un escritor del siglo XIX. En este libro, se divide la cronología de las cartas en diversos períodos importantes en la vida de su autor. Todo el epistolario es un agradable viaje por un vasto territorio que representa la personalidad compleja y fascinante del escritor, además de que permite conocer la intimidad de Flaubert.

A través de sus obras y de este epistolario, que es también obra suya, bulle la vida en todo su esplendor, en toda su luz y oscuridad.

Desde que se inicia hasta que finaliza dicha correspondencia, se encuentran en esas cartas todos sus avatares, deseos, ilusiones, preocupaciones, amores y desamores, ilusiones y desengaños, las fobias y las fieles de este escritor insigne. Además, se encuentran bien reflejados los personajes con quienes se escribía, sus teorías literarias, su desprecio hacia la imbecilidad de la sociedad y sus preocupaciones políticas, pero siempre con un tono calmo y sosegado, como si estuviera de vuelta de todo. También aparece reflejado su lado más lúbrico, sus descripciones de los burdeles de Oriente, sus amoríos menos convencionales. Todos estos aspectos crean un gran mosaico donde aparecen perfilados diferentes personajes desde aristócratas a burgueses provincianos, desde vividores parisinos a mujeres de dudosa reputación, sin faltar escritores prestigiosos como Victor HugoÉmile ZolaCharles Baudelaire, George Sand o Iván Turguénev, pero también aparecen escritores fracasados o aspirantes a literatos.

En el apartado de mujeres también mantenía correspondencia con muchas de ellas, pero siempre con las características de ser inteligentes, cultas y, algunas, también escritoras. Entre ellas se pueden citar los nombres de Louise Colet, además de la ya citada George Sand, y Marie-Sophie Leroyer de Chantepie.

También aparece reflejado su lado más lúbrico, sus descripciones de los burdeles de Oriente, sus amoríos menos convencionales.

También se escribió con otra mujer no escritora, Leonnie Branne, viuda de un periodista de quien se enamoró y de cuya correspondencia se conservan 123 cartas que Flaubert le remitió. Aunque no se sabe bien cuál era la naturaleza de su relación, pues no hay datos que confirmen que fuera amorosa o simplemente una amistad. Con sus corresponsales femeninas se explayaba con más facilidad que con los hombres. El escritor, cuando se dirige a ellas, pone de manifiesto que no tenía una gran idea de sí mismo ni mejor que la que tenía de sus semejantes.

El traductor y antólogo de esta obra, Antonio Álvarez de la Rosa, realiza una excelente labor que ayuda a que el lector pueda leer el epistolario como una grandiosa novela de aquella época. Además, recomienda a los lectores, en el prefacio de la obra, que lean esta obra en un momento de calma y sosiego emocional, ya que la lectura de estas cartas puede llevarlos, de la mano de Flaubert, hasta el abismo de la condición humana, a través de la sonoridad de su lenguaje, de la expresión de sus sentimientos con osadía y sin tapujos, de su sensación de farsa y tragicomedia que supone la vida y de una lección de insobornable sabiduría y libertad de pensamiento.

Algunos estudiosos de la obra de Flaubert consideran que su correspondencia constituye el mejor epistolario de un escritor del siglo XIX.

Este gran epistolario sirve de radiografía del escritor y del hombre, con sus contradicciones, apasionamiento, su búsqueda incansable del estilo literario tal como lo concebía, en todos sus claroscuros de hombre y escritor que le hace incomparable, porque a través de sus obras y de este epistolario, que es también obra suya, bulle la vida en todo su esplendor, en toda su luz y oscuridad. Todo ello gracias a su talento narrativo y su apasionada y compleja personalidad, que le ha otorgado su pátina indeleble que perdurará siempre, vivificando su obra literaria, expresión de sus propias ideas, pero en la que siempre aparece además de su talento, su corazón de hombre en el que cabía de todo menos la mezquindad y la mediocridad. Flaubert está vivo en su epistolario como sigue estando en toda su obra y sin fecha de caducidad alguna.

 

El hilo del collar: Correspondencia. Gustave Flaubert. Traducción: Antonio Álvarez de la Rosa. Alianza Editorial, 2021, 672 pp.


LA AUTORA

ANA ALEJANDRE, cuyo nombre completo es Ana María Alejandre Carrizosa, nació en Azuaga (Badajoz), aunque ha residido en diferentes ciudades de España y Marruecos hasta instalarse definitivamente en Madrid. Escritora de narrativa, articulista, crítica literaria y editora. Es licenciada en De­recho, diplomada en Dirección Comercial de Empresas, diplomada en Anatheóresis (grado superior) y grafóloga. Asimismo, está diplomada en estudios profesionales de edición y corrección. Ha publicado cuatro obras hasta el momento: Un día cualquiera (novela, 2013), La ofrenda (novela, 2010), la colección de relatos Doce cuentos solitarios (2007) y la novela Tras la puerta cerrada (2003). Próximamente, saldrá publicada su nueva novela Cartas cruzadas. Directora y editora de la publicación digital Editanet Espacio Literario y Artístico http://www.editanet.com, y http://www.editanet.org, publicación digital sin ánimo de lucro y de periodicidad trimestral. También ha creado y mantiene más de una veintena de webs y blogs temáticos en búsqueda de una constante plataforma de expresión por su decidida vocación literaria. Colabora habitualmente como articulista y crítica literaria en Diario Siglo XXI, y ha colaborado esporádicamente en República de las Letras (de la Asociación Colegial de Escritores de España) y otros medios.