Lostalé y el don de la lectura

Javier Lostalé (Madrid, 1942) concita su capacidad poética con su vocación amistosa en Lector cómplice (Athenaica), una obra de homenajes, celebraciones y, por supuesto, iluminaciones en forma de verso con su inigualable impronta de bonhomía.
© PEDRO GARCÍA CUETO

 Javier Lostalé es mucho más que un poeta. Hombre de radio y, por encima de todo, alguien que ha tejido, a través de la poesía, grandes amigos. Para Javier, la poesía es una iluminación, un espacio de encuentro con ese silencio que transforma al lenguaje en un don que solo llama a la puerta cuando quiere.

En su último libro, Lector cómplice, publicado por Athenaica Ediciones, Javier rinde tributo a muchos escritores que han cultivado el don de la poesía con los que se siente hermanado por ese vínculo que es tejido afectivo y, a la vez, todo un cosmos de luz donde el verso se envuelve para ascender en su espacio creador.

Lostalé es poeta, pero mucho más, sabe hablar al corazón en su lenguaje que en este libro es puro fulgor que destella al lector para siempre.

Porque quien lee vive más, como ya dijo Javier, y con esa certeza se adentra en el bosque del libro cuyas hojas respiran y contienen poesía luminosa.

Lector cómplice

Al comienzo del libro, en el apartado segundo, se dirige a un futuro poeta, teniendo en cuenta las Cartas a un joven poeta, de Rilke, porque el que se cree poeta debe serlo en su integridad, como una llama que se enciende y lo ilumina: “Así pues, a quien aspire a ser poeta ha de responder en primer lugar a un verdadero estado de necesidad, cuya temperatura se mide mediante el termómetro más fiable, el de la hondura de la mirada interior…”.

Cierto, porque es desde esa mirada donde nace el poema que es hallazgo del ser que encuentra en su camino su yo para alumbrar el verso. “Necesidad y soledad”, recordando a Rilke, son los dos atributos necesarios para la escritura, porque, como bien dice Javier Lostalé, la única recompensa es la obra bien hecha. Quien espere triunfos y fama ha de mirar hacia otro lado, porque la escritura, para el poeta, es un camino de sacrificio y de luz sin más respuesta que la que uno halla en uno mismo.

Yendo al libro, la llama de los textos se halla en la voz de Lostalé al volver a leer, atentamente, a Eliot, Juan Ramón Jiménez, Clara Janés, Pablo García Baena, sin olvidar el sendero de amistad con Vicente Aleixandre o un recuerdo a la obra del gran Rafael Pérez Estrada.

El libro es iluminación, trenzado con poesía, con llamaradas, como cuando dice de la obra de García Baena, tan añorado:

“Junio, Córdoba y Málaga han sido un buen termómetro para buscar y leer la poesía de Pablo, para quizá reconocernos a través de su lengua crisol en la que se funden, con alta temperatura imaginativa, el gongorismo, san Juan de la Cruz, el modernismo, el simbolismo y el Veintisiete. Lengua con raíces muy antiguas y vuelo muy contemporáneo”.

Vive en Javier Lostalé la luz de la poesía y así evoca a amigos, comenta con pincel fino obras de los grandes y abriga a maestros como Aleixandre cuando dice: “Hasta el seno de esa luz llega la escritura de Aleixandre y tras, besar la humana pulpa, se retira para que el lector encuentre en libertad su destino”.

La única recompensa es la obra bien hecha. Quien espere triunfos y fama ha de mirar hacia otro lado.
Javier Lostalé.

                                                              Javier Lostalé.

¿Hay mejor forma de expresar esa comunicación poeta-lector, como un tejido donde ambos conviven y crecen? La luz del poema nos ilumina y el lector ya no es el mismo, se convierte por ese afán de reconocimiento en autor también de un poema invisible que solo vive en él.

En el apartado octavo, “Ser dentro de la lectura”, me quedo con la iluminación de su mirada cuando habla de amar: “Quien lee amó y, con palabras por otro ser escritas, consagra lo amado. O se dispone a amar, y en el espejo de un libro arma su corazón para que venza en todas las batallas. Incluso los más desahuciados ven cómo nace en su firmamento vacío una estrella. Y la siguen”.

Con estas palabras, el acto de leer es un todo, un salvavidas, una llama que nos incendia para seguir vivos. Lostalé es poeta, pero mucho más, sabe hablar al corazón en su lenguaje que en este libro es puro fulgor que destella al lector para siempre. Como siempre, un gran maestro.

 

Lector cómplice. Javier Lostalé. Athenaica Ediciones, 2021.

 


EL AUTOR

PEDRO GARCÍA CUETO. Ensayista español (Madrid, 1968). Doctor en filología y licenciado en antropología por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Docente en educación secundaria en la Comunidad de Madrid. Crítico literario y de cine, colaborador en varias revistas literarias y de cine, autor de dos libros sobre la obra y la vida de Juan Gil-Albert y un libro, La mirada del Mediterráneo, sobre doce poetas valencianos contemporáneos. Su último libro publicado es Francisco Brines, el otoño de un poeta (2021).