La necesidad del reto | Sobre El fin de la aventura, de Antonio García Maldonado

El autor escribe sobre un ensayo actual y pertinente, que examina la dificultad para hallar retos y aventuras en una sociedad que está digitalizando hasta el último resquicio de la intimidad.
© RECAREDO VEREDAS

En estos tiempos de inflación libresca, el ensayo de Antonio García Maldonado consigue dos logros poco frecuentes: la originalidad y la pertinencia. Lo hace vinculando uno de los afanes básicos del ser humano (la búsqueda de retos, de aventuras) con el vertiginoso desarrollo de la tecnología. Para ello expone, en primer lugar, su concepción de la aventura y viaja hasta tiempos pasados, cuando existían numerosas fronteras inexploradas, que estimulaban el conocimiento y el hallazgo, cuya conquista aportaba resultados de asombrosa precisión. Cuando, por lo tanto, la aventura estaba al alcance, sino de todos, sí de quien la buscara con suficiente empeño. Ello ocurría, además, cuando los medios eran muy precarios, poco mayores de los que deparan los sentidos. Un ejemplo asombroso es el de Erastóstenes, que midió con precisión casi absoluta la circunferencia de la tierra. Poco a poco García Maldonado nos adentra en nuestros días, donde cualquier descubrimiento, cuya precisión, aunque resulte paradójico, será aproximadamente igual que la lograda hace miles de años, requiere miles de artilugios digitales renovados cada dos por tres. Lo inexplorado no se acaba, pero cada día es más difícil de conseguir porque su alcance requiere tales medios técnicos que cualquier aproximación deviene casi imposible. La aventura, por lo tanto, se ha reducido y ello causa efectos en aspectos tan fundamentales para el ser humano como son la ilusión o el sentido, porque más allá de la comodidad una vida sin sentido resulta invivible.

Porque la soledad avanza a pasos agigantados y domina todos los ámbitos. Todo es posible a través no del ordenador, sino del teléfono móvil, desde la inversión económica, al ocio o a los afectos.

Es un libro, así pues, sobre lo que fue la aventura, sobre lo que es ahora y sobre lo que será en el futuro, restringida a unos pocos por los nuevos y dificilísimos códigos que provoca la digitalización extrema y el avance en el conocimiento. Por supuesto no olvida el componente social que tiene la adquisición de ese conocimiento y la soledad que trae consigo. Las consecuencias de encontrarse en medio de un torbellino, de una revolución tan importante como la industrial sin saber a dónde nos conduce. Utiliza una prosa clara, pero no fría, que no teme dar su opinión, pero tampoco resulta panfletaria. Por ejemplo lo hace cuando confronta el ultraliberalismo, el individualismo salvaje, con la necesidad humana, casi animal, de establecer vínculos, tanto laborales como sociales, con la necesidad de afecto, de amor, incluso en ámbitos tan aparentemente ajenos a tales sentimientos como el laboral. Así ocurría, siguiendo uno de sus ejemplos más interesantes, en la película El cazador, donde los protagonistas superan el irremediable trauma que causa el reclutamiento para la guerra de Vietnam gracias a su compañerismo, al colchón que suministra la fábrica y el bienestar industrial ya perdido. Porque la soledad avanza a pasos agigantados y domina todos los ámbitos. Todo es posible a través no del ordenador, sino del teléfono móvil, desde la inversión económica, al ocio o a los afectos y el margen para la compañía necesaria disminuye. Como bien afirma nunca había habido antes tantas actividades y nunca habían sido tan solitarias.

Aparecen ejemplos interdisciplinares, casi posmodernos, que van desde lo cinematográfico –desde la ya mencionada El cazador a Amanece que no es poco– a lo ensayístico y facilitan la comprensión de las tesis expuestas por el autor. Si siguiera todos los caminos que abre el libro tendría un tamaño enciclopédico, sin embargo deja abierta la puerta para que el lector complete por su cuenta.

En el fin de la aventura también se aborda un problema tan grave y tan actual, tapado por la urgencia infinita que supone la crisis del COVID, como es el cambio climático. Muestra las distintas posturas que existen al respecto y las vincula con su tesis central: el regreso a un mundo más humano, a medio camino entre el actual y las distopías del ecologismo radical. También sitúa al cambio climático como una de las aventuras de nuestros tiempos, en la que todos podemos implicarnos, y que requiere la voluntad y el esfuerzo también de todos. Así lo explica: el potencial de la lucha contra el calentamiento global para imbricar la iniciativa individual con el propósito colectivo en una relación que no exige renuncia de libertad sino su refinamiento. Dedica las últimas páginas a una frontera que el ser humano nunca podrá traspasar, al menos el ser humano tal y como le conocemos en la actualidad: el espacio. Sin embargo, la colonización de nuevos planetas, que regale espacio vital ante amenazas tan duras como la actual pandemia, es otro frente para esa aventura esencial.

Un libro, a la postre, profundamente humano, lleno de una buena voluntad –nunca ingenua sino bien plantada en la tierra- imprescindible en unos tiempos demasiado descreídos.

El fin de la aventura. Antonio García Maldonado. La Caja Books. 2020, Valencia. 190 páginas, 17 €.


RECAREDO  VEREDAS  (Madrid, 1970) ha estudiado Derecho, Edición y Creación Literaria. Ha publicado 9 libros. El último es. Los que más le gustan son los más breves, los poemarios Nadar en agua helada (Bartleby, 2012) y Esa franja de luz (Bartleby, 2019), pero se siente orgulloso de toda su progenie. Incluye el ensayo No es para tanto (Sílex, 2016), la recopilación de testimonios Todo es verdad (Sílex, 2020), las novelas Deudas vencidas (Salto de Página, 2014) y Amores torcidos (Tres Hermanas, 2021), la colección de relatos Actos imperdonables (Bartleby, 2013) y dos obras perdidas en el espacio-tiempo: la colección de relatos Pendiente (Dilema-Escuela de Letras 2004) y el manual Cómo escribir un relato y publicarlo (Dilema-Escuela de Letras, 2006). Ha trabajado para diversas editoriales, entre las que destaca Alfaguara. Ha sido profesor en la Escuela de Letras y en Fuentetaja. Ha reseñado, entre otros medios, en Quimera, ABC, Política Exterior,  Letras Libres y Revista de Letras.