El autor celebra la reedición de un libro de conversaciones con Luis García Berlanga, una de las grandes figuras del cine español. A lo largo de las páginas El último austrohúngaro muestra la enorme obra y el peculiar carácter del director valenciano.
© PEDRO GARCÍA CUETO
La editorial Alianza ha publicado a finales del año pasado El último austrohúngaro, Conversaciones con Berlanga, reedición del libro que ya publicaron Juan Hernández Les y Manuel Hidalgo en 1981. Con un prólogo a la nueva edición, firmado por Manuel Hidalgo porque Juan Hernández Les falleció en enero del 2019, podemos adentrarnos en un universo berlanguiano lleno de luz e ironía.
Para Manuel Hidalgo conocer a Berlanga fue un privilegio como dice en estas líneas:
Cuando ahora he repasado nuestras conversaciones, me he sentido muy afortunado por haber tenido el privilegio de conocer, tratar y disfrutar de la confianza, el talento, el humor y la agudeza de pensamiento de Luis García Berlanga, cuya voz y gestos me han llegado exactos –como si los tuviera delante otra vez- al releer sus palabras.
Luis García Berlanga
Las entrevistas se hicieron cuando Berlanga preparaba Patrimonio Nacional y se llevaron a cabo en su despacho de la Gran Vía, perteneciente a la productora Jer Films. Muy divertido es todo lo que va surgiendo en la conversación, desde la idea del director valenciano de la muerte como algo que nunca ha de llegar. Supersticioso e hipocondríaco, Berlanga entiende la vida como un juego, cuya lucidez atraviesa lentamente la mirada del entomólogo que sabe penetrar en los personajes, buscar en ellos su verdad. Pero tampoco cree en métodos como el Actor´s Studio, deja a los actores expresarse, les da alas, cree en la improvisación y en la imaginación.
A lo largo de la conversación, cita mucho a Azcona y considera que este tiene un ideal que consiste en identificar el tiempo real con el tiempo cinematográfico. Considera también que sus películas no siguen al neorrealismo, sino que son una degeneración del mismo, van directamente hacia una sainetería costumbrista.
Supersticioso e hipocondríaco, Berlanga entiende la vida como un juego, cuya lucidez atraviesa lentamente la mirada del entomólogo que sabe penetrar en los personajes, buscar en ellos su verdad.
Se repasan en el libro todas sus películas, comenta que Calabuch ha envejecido porque todos los personajes son buenos, eso le “jode” al director valenciano, que nunca en las entrevistas deja de usar su vocabulario habitual donde aparecen tacos y fantasías sexuales. Fue Berlanga un precursor, sin duda alguna, que otorgó al cine una mirada irónica, penetrante, donde los personajes expresaban sus temores y sus ambiciones, logrando un extraño universo de seres que se acercan al sainete pero que podemos identificar como reales en una España de la dictadura.
El origen de El verdugo, una de sus grandes películas, parte de un amigo abogado que le tocó ir de oficio a la ejecución de un reo. En dicha ejecución el verdugo se encontró mal, lo que sirvió de base para crear aquella historia tan divertida, con un humor negro muy definido, donde Pepe Isbert está genial y Nino Manfredi también. La relación con Nino fue más difícil que con Pepe porque aquel le preguntaba demasiadas cosas sobre el personaje, pero Berlanga no entiende el cine como una indagación, sino como un descubrimiento, donde las cosas suceden, tal y como ocurren en la propia vida.
También es divertido cuando cuenta que se hizo con una muñeca durante el rodaje de Tamaño natural, pero que no le dio resultado:
Sí, pero no con la que aparece en la película. Fue con otra que aún tengo en mi casa, aunque, bueno, en realidad, solo conservo la cabeza. Me compré un maniquí articulado, procedente de una fábrica en quiebra. Le compraba ropa, la vestía, la metía en mi cama e intenté el coito con ella. Pero no dio resultado, lo que confirma que las muñecas pueden ser como las mujeres.
Nuestras vidas, para el gran director valenciano, son tragicomedias, vivimos como seres que en cualquier momento pasamos de la risa al llanto.
Todo el libro es un paisaje de ocurrencias, lucidez, sentido del humor y de paradojas vitales, porque Berlanga no entendía la vida como algo demasiado serio, hasta de la tragedia se puede hacer humor. Nuestras vidas, para el gran director valenciano, son tragicomedias, vivimos como seres que en cualquier momento pasamos de la risa al llanto.
La feliz idea de Alianza de reeditar esta joya nos sirve también para recordar a un hombre que en 2021 cumple el centenario de su nacimiento, un director que ejerció un humor que puso a la sociedad española en su punto de mira, como todas las películas dedicadas a esa etapa de la transición, con aquellos franquistas inolvidables como Luis Escobar o su hijo en la ficción, José Luis López Vázquez en La escopeta nacional y en sus continuaciones. Gran director de actores, por Berlanga han pasado todos los grandes de nuestro cine y ha sabido alumbrar un cine ingenioso de la mano de un guionista extraordinario como Rafael Azcona.
Concluye el libro y ya parece que has conocido al genio, has dialogado con él. Berlanga es la historia de nuestro cine y en el libro podemos disfrutar del humor de un genio que supo tomarse la vida en broma, aunque como sabemos que la vida al final es seria y siempre toca perder.
El último austrohúngaro. Conversaciones con Berlanga. Manuel Hidalgo y Juan Hernández Les. Alianza Editorial. 2020. 20,9 €, 296 páginas.
EL AUTOR
PEDRO GARCÍA CUETO. Ensayista español (Madrid, 1968). Doctor en filología y licenciado en antropología por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Docente en educación secundaria en la Comunidad de Madrid. Crítico literario y de cine, colaborador en varias revistas literarias y de cine, autor de dos libros sobre la obra y la vida de Juan Gil-Albert y un libro, La mirada del Mediterráneo, sobre doce poetas valencianos contemporáneos.