Bajo el título de la obra más conocida de Calderón de la Barca, la autora nos acerca su visión sobre la novela breve, recién publicada, Poeta en Madrid, del escritor y profesor universitario Justo Sotelo.
© LUCIANA PRODAN
(…) Me viene a la memoria el Che gelida manina, pero ella no me responde con semplicità; clava sus labios en mis orejas y las desgarra hasta que la sangre nubla las butacas. La música corre desbocada y nubla mis sentidos. Cierro los ojos. Mis entrañas penetran en sus sueños de cartón y se desvanecen las cien mil vírgenes. A intervalos, como asustados, escucho unos silbidos. Fijo mis ojos en el escenario. Mimí enlaza con sus dedos mi pelo, lo besa y susurra unas palabras que no consigo entender. Dejo de escribir. Levanto la tapa y observo la fotografía de Elvira. Alguien escribió sobre la sensibilidad pervertida y me ofreció la coartada para añorar lo que antes debo destruir. Musetta se acerca desde su lugar preferido del café Momus. Me pide que baile con ella, pero soy incapaz de dar dos pasos seguidos. Marcello, que acaba de atarse los cordones de los zapatos al fondo del escenario, me sustituye sonriente. Rodolfo apaga las luces, coge a Mimí de la mano y se escapa con ella, escribe Justo Sotelo al comienzo de su ¿novela? Poeta en Madrid, editada por Huso, y entonces, en lugar de pensar en La Boeheme, en Giacomo Puccini (o en la similitud, la veracidad y la voracidad que ostentan y bautizan a estos personajes – tan iguales y tan distintos- pero que también forman parte de la trama) comienzo a sentir.
A sentir y presentir lo mismo de siempre: que voy a terminar abrazada a sus palabras casi sin darme cuenta. Aferrada, como si ellas me sacaran a bailar sin la necesidad de pedirme permiso y me adivinaran las ganas.
Porque Sotelo nos desafía. Su literatura esta vez nos toma de la mano y nos invita a soñar. A despertar de aquel pasado dormido. Perdido.
A escaparnos de nosotros y de los otros. A reconocernos en todos esos espejos que nos cuentan quiénes somos, quiénes fuimos, y quiénes queremos ser para encontrar el sentido. El motivo (sinceramente, escribir esto y no acordarme de sus crónicas ilustradas, esas que él publica en las redes todos los domingos con la única intención de resucitarnos las mañanas, me resulta imposible).
Y esta novela no es la excepción. Sotelo no iba a quedarse con las ganas de escribir sobre lo que le importa, y entonces inventó una excusa. Una voz. A un poeta, un actor, un narrador. A una ¿persona? y un personaje que se esconden detrás del disfraz de Gabriel Relham para reunirse con todos sus fantasmas (los del pasado, los del presente y los del ¿futuro?) con total impunidad y persiguiendo un único objetivo: reconstruir y reencarnar su propia historia (que es la de todos y la de ninguno, claro).
Amores perdidos. Arrepentimientos, sueños y fe. Miedos. Nostalgia. Agonías. Amigos que son, que nunca fueron, pero que pueden llegar a ser.
Diálogos que nos incomodan. Reacciones que nos interpelan. Relaciones que nos conmueven y que se dividen en capítulos, en actos, en escenas. Una novela y una obra de teatro también. La intrepidez que envuelve y deja al desnudo las ganas de ser escritor. La lucha y el oficio. La incansable pulseada entre talento y redención. Y la rendición.
El discurso literario se abre a todas las modalidades posibles y se bifurca por los diferentes senderos de la creación. La pluma de Sotelo se vuelve mágica/mente borgeana y comienza a fusionar historia, fuentes, datos, citas, ficción y realidad, de una manera casi quirúrgica. Litúrgica.
¿Qué es mentira? ¿Qué es verdad? No lo sabemos. O quizás sí, porque la prosa y la poesía de Sotelo se esconden y se dejan ver en cada párrafo. En cada página. En cada verso. En cada lugar de este laberíntico viaje que se transforma en mapa, alma y espejo. Que nos invita a perdernos. Que no nos podemos ni debemos perder.
LA AUTORA
LUCIANA PRODAN nació en Buenos Aires, en 1977. Es locutora nacional, periodista y escritora. Ha trabajado en los principales medios de su país, tanto en radio como en televisión. En la actualidad colabora también con medios españoles. En el año 2012, presentó con éxito su primer libro No somos reinas, donde se enfoca en los dobles discursos, las etiquetas y los mandatos femeninos. En octubre de 2016, en el Teatro La Casona, se estrenó Amarrados, su primera obra de teatro como autora. En agosto de 2017 presentó En sangre viva (Moglia Ediciones), su primer libro de cuentos. En 2020, publica su segundo libro de cuentos, La perfecta casualidad de seguir con vida (Huso editorial). En 2021, publica dentro de la Colección Palabras hilanderas de Huso, el ensayo: Clarice Lispector: pararse sobre los escombros.