La memoria del éxodo en «Pasar haciendo caminos», de Presina Pereiro

Pasar haciendo caminos narra el drama de los refugiados españoles de la Guerra Civil española que cruzaron la frontera hacia Francia en enero de 1939. Entre ellos se encontraba Antonio Machado que encontró la muerte al mes siguiente de su partida y, aunque no aparezca en la novela, la autora hace referencia al poeta con el título elegido. Una magnífica narración que hace justicia y rescata del olvido este terrible episodio de nuestra historia reciente.
© INMACULADA GARCÍA HARO 

Ochenta años después del fallecimiento de Antonio Machado, la autora malagueña, Presina Pereiro, nos ofrece con esta narración, “Pasar haciendo caminos” (Colección Manguta de Libros -Edic. del Genal- Málaga, 2018), cuyo título se inspira en uno de los versos más conocidos del poeta, un justo homenaje a los refugiados de la guerra civil española que, al igual que él, en 1939, cruzaron la frontera hacia Francia principalmente por los pasos fronterizos de La Junquera y Portbou, sin saber que formarían parte de la mayor catástrofe humanitaria de la historia reciente de nuestro país. Con un impecable estilo narrativo, exento de dramatismo pero sin eludir ningún posible detalle escabroso, la autora se introduce en la piel de Hortensia a la que convierte en narradora en primera persona y protagonista de este terrible éxodo, la mayor diáspora de la historia de España. Así describe un episodio de este exilio: “Mañana seguiremos el camino, sé que vamos hacia Lérida. No encontramos la ciudad, no es fácil, ya no existe aquel puente sobre el Segre; Marilú, la hermana del muchacho que me sacó a bailar, ha sufrido un ataque de ansiedad cuando un grupo de ilerdenses se ha unido a nosotros y nos han contado lo del bombardeo…Fue terrible, no me explico por qué no sonaron las sirenas, no es justo, no, tantos muertos sin razón, un colegio entero, un autobús de viajeros, gente normal, pacífica, tranquila, que comenzó el día en su rutina y al rato estaba muerta. Como mi Gerardo.”

Con la caída de Barcelona en enero de 1939 en manos del ejército rebelde, último reducto importante republicano en la zona norte de España, medio millón de refugiados buscaron la huida a Francia como única salvación. El jefe del gobierno francés, Édouard Daladier, ante la presión de la opinión pública internacional, autorizó el 5 de febrero el paso a territorio francés de los refugiados. Además de estos cientos de miles de civiles, el resto del gobierno republicano y de la 130ª Brigada Mixta del Ejército Popular iniciaron la huida. Hasta el 15 de febrero de 1939 ingresaron oficialmente en el departamento francés de Pirineos Orientales (que entonces contaba con unos 230.000 habitantes), un total de 353.107 personas, sobre todo a pie: familias enteras con todas sus pertenencias que no habían tenido la posibilidad de escapar de otro modo, soldados que habían combatido en el Frente del Ebro y miembros de las Brigadas Internacionales. Cuando las autoridades francesas comprobaron la magnitud del éxodo, la catástrofe humanitaria era ya inevitable; pocas semanas antes del fin de la guerra, el «informe Valière», realizado a petición del Gobierno francés, estimaba, a 9 de marzo de 1939, la presencia de unos 440.000 refugiados en Francia, de los cuales 170.000 eran mujeres, niños y ancianos, 220.000 soldados y milicianos, 40.000 inválidos y 10.000 heridos. “Al salir de Gerona el camino es penoso, mucho: antes caminábamos sobre terrenos llanos, ahora remontamos cuestas empinadas, las carreteras se estrechan, el frío es intenso, hay nieve. Hemos llegado al punto en que los objetos importan poco, por eso no lamentamos la muerte de la mula, poco a poco hemos abandonado los enseres en las cunetas, lo hacen todos, no es posible avanzar con tanto impedimento”.

Presina Pereiro. Pasar haciendo caminos. Ediciones del Genal.

El gobierno francés, impotente ante la situación, decidió conducir a los exiliados de la zona este hacia las playas de Argelès-sur-Mer, a 35 km de la frontera. Fueron situados sobre la misma playa y la zona se cercó con alambre de espino. Les custodiaban tropas coloniales, marroquíes, senegaleses y algunos gendarmes. La situación se tornó caótica: no había campamentos de barracas, letrinas, cocina, enfermería ni siquiera electricidad, y comenzaron a multiplicarse los casos de disentería. Las condiciones de vida de los refugiados en este campo fueron inhumanas. Fueron construidos barracones de madera y de lona por los propios reclusos, así como improvisadas cocinas y letrinas excavadas en la arena. La ayuda de organizaciones como Cruz Roja y los suministros humanitarios fueron insuficientes para tal cantidad de gente, y muchos perecieron víctimas del hambre, la humedad, el frío y enfermedades como la disentería y la sarna. Así lo narra Pereiro, con una impecable pericia y veracidad histórica que refleja su vocación paralela como historiadora, tal y como refleja su amplio y especializado currículum dado que fue Licenciada en Filosofía y Letras por la UMA y durante un largo periodo se dedicó en exclusiva a la investigación histórica becada por el CSIC. Al volver he visto a los gendarmes rodearnos con una alambrada de púas, supongo que será para protegernos, para que no nos roben ni se lleven a nuestros niños. Mañana preguntaré. Desde luego, podían haber tenido algo más previsto, no sé, al menos letrinas o electricidad, o tiendas de campaña…bueno, no importa, estamos acostumbrados a pernoctar al relente”. La alimentación era muy escasa; algunos días llegaban camiones con pan y sacos de legumbre que tenían que cocinar con agua salada. Con la llegada del invierno los más débiles fueron los primeros en caer, además de muchos otros que murieron de tifus.​

En marzo de 1939, el fotógrafo Robert Capa visitó el enorme campo de la playa de Argelès-sur-Mer, tal y como refleja la autora. La descripción que hizo del mismo fue: “…un infierno sobre la arena: los hombres allí sobreviven bajo tiendas de fortuna y chozas de paja que ofrecen una miserable protección sobre la arena y el viento. Para coronar todo ello no hay gua potable, sino el agua salobre extraída de agujeros cavados en la arena”[1]. A pesar de las penurias, los refugiados se organizaron para realizar actividades culturales, llegando a construir los llamados «barracones de cultura», donde llevaban a cabo las actividades que las circunstancias les permitían. Básicamente, su objetivo era levantar el estado anímico del colectivo, llegando a editar una pequeña publicación, el Boletín de los Estudiantes. Para describir ese halo de esperanza la autora crea el personaje de Manuel, implicado de lleno en este halo de humanidad y luz: “El fotógrafo se llama Robert Capa, …yo no lo conozco pero Manuel la ha guiado por el campo y le ha hablado de nuestra situación. Se ha quedado prendado de nuestros barracones de cultura…”.

Y de todo ello fue testigo Antonio Machado, que dejó un valiosísimo testimonio escrito dado que desde marzo de 1938 en que se trasladó a Barcelona hasta 22 de enero de 1939, cuando sale hacia Francia cruzando Port Bou

Como podemos comprobar, todo ello queda perfectamente reflejado a través de los ojos de Hortensia. Presina Pereiro nos posiciona dentro de estos hechos históricos desde el punto de vista de una mujer con todo lo que ello conlleva. Ello denota su experiencia en participación de movimientos sociales y culturales relacionados con la igualdad de género. Sin ahorrarse el más mínimo detalle respecto a las vejaciones a las que, por su condición de mujer se ven sometidas la protagonista y su hermana Violeta que, junto a sus hijos e hijas, iniciaron la travesía del dolor, del hambre, el abandono y la injuria, la autora malagueña no prescinde de un solo fragmento de esta épica terrible fruto, sin duda, de una exhaustiva investigación que, dada la singularidad de esta magnífica colección de  “micronovelas de diez mil palabras para robar el tedio”, ha exigido un profundo y difícil ejercicio de síntesis narrativa, todo ello con un personalísimo estilo que da cohesión a toda la narración. “Miro a mi hermana y no la reconozco. No le importa mendigar alimentos para Rosita, yo creo que se ofrece como hicimos con el soldado del establo a cualquiera que pueda cederle un vaso de leche: camina entre las filas, busca las cabras, ya es experta; se acerca, charla, se insinúa por un vaso de leche, ¡Dios! Yo no le digo nada, disimulo, bastante vergüenza debe sentir ella.” Los conflictos bélicos causan índices mucho más elevados de violencia sexual, además de dejar a las mujeres en una situación muy vulnerable ante la pobreza y la destrucción de bienes y así queda testimoniado en esta magnífica narración: “…que hagan lo que quieran con mi hermana, pero que a los chiquillos que los dejen en paz. Un soldado empuja a la muchacha detrás de una roca…, ya imagino lo que pretende. Seguro. Violeta se baja la falda y se encoge de hombros”.

Casa Qintana, hostal que acogió los últimos días de Machado en Collioure

Todo ello nos hace recordar la frase escrita por el poeta y filósofo español Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana da la bienvenida a los visitantes del bloque número 4 del campo de Auschwitz “Quién olvida su historia está condenado a repetirla”, y así se ha cumplido pues, como afirma Samí Naïr en las primeras páginas de su libro “Refugiados: Frente a la catástrofe humanitaria una solución real” [2], haciendo referencia a la situación actual del flujo de desplazados que llegan a Europa: “Intento en este libro describir la dura condición de los refugiados, los peligros que deben afrontar en el camino a su destino, el modo en el cual se les acoge en la frontera…”.  En la actualidad estamos siendo testigos de una tremenda crisis humanitaria que se ha visto incrementada desde 2015 con la llegada de un gran número de refugiados que llegan a las costas europeas provenientes de Siria. Ellos también huyen de la guerra y ellos también han encontrado alambradas. La historia se repite y de nuevo, por motivos más relacionados con intereses internacionales, la sociedad civil sufre las consecuencias. Igual sucedió en nuestro país, pues es de todos sabido que no se puede comprender la prolongación de la Guerra de España durante un periodo de casi tres años en clave de estricta guerra civil, sin tener en consideración las verdaderas dimensiones y consecuencias de la ayuda alemana e italiana a los sublevados (desde julio de 1936), y, sobre todo, la no intervención puesta en escena por Reino Unido y Francia, en aras de justificar su rechazo a ayudar a un régimen homólogo como era la democracia española ante una agresión procedente tanto desde el interior como desde el exterior del país, tal y como se establecía en el Derecho Internacional de la época, dentro del cual el Pacto de la Sociedad de Naciones servía de eje sustentando el llamado orden de Versalles. Los combates entre aviones soviéticos y alemanes e italianos en el cielo de Madrid, la guerra civil entre italianos (unos del CTV, otros del Batallón Garibaldi) que tuvo lugar en Guadalajara, la debilidad y los miedos franceses, la evolución británica de la no intervención hasta su deriva –terminológica y geográfica- en el appeasement o el lamento de Franklin D. Roosevelt respecto a la última oportunidad perdida en España para una paz real, representan una clara muestra de las implicaciones internacionales de la cuestión española;[3] y es que, como afirmó Manuel Azaña, “La única no intervención efectiva aplicada a España fue la no intervención de la Sociedad de Naciones”. Y así lo refleja Presina Pereiro en este libro, auténtico testimonio de unos hechos históricos de terribles consecuencias: “Damos nuestros nombre y atendemos los rumores, dicen que ese buen don Eduardo Daladier es el mismo que cerró las fronteras y nos dejó tirados en el frente del Ebro, dicen que se negó a ayudarnos en la puñetera guerra”.

Y de todo ello fue testigo Antonio Machado, que dejó un valiosísimo testimonio escrito dado que desde marzo de 1938 en que se trasladó a Barcelona hasta 22 de enero de 1939, cuando sale hacia Francia cruzando Port Bou. El poeta continuó, entre otras obras, una serie de veintiséis artículos para la vanguardia que había comenzado en julio de 1937, bajo el título “El mirador de la guerra”[4]. En ellos Machado fue fiel y reiterartivo en sus ideas tratando de convencer a los gobiernos de Francia e Inglaterra de la vileza de no apoyar al gobierno legítimo de la Repúplica desde que el 1 de agosto de 1936 Francia planteó a la Sociedad de Naciones el Pacto de “No-Intervención “en España que fue suscrito por Inglaterra, la URSS, Italia y Alemania. Sin embargo, el pacto se incumplió sistemáticamente por parte de Italia, Alemania y la URSS. Estos artículos constituyen uno de los testimonios más clarividentes de la Guerra Civil Española. En Barcelona nos encontramos a un Machado cargado de años, laureles y achaques pero que renuncia al descanso para mantener su pluma activa hasta el final del conflicto. Así afirmaba que “Inglaterra y Francia no podrán ser nunca amigos de la Alemania hitleriana y de la Italia de Mussolini, sin antes vomitar hasta las últimas migas del festín de Versalles y, lo que es más grave, sin antes renunciar a gran parte de sus vastos dominios coloniales”.

Collioure. Panorámica de su playa

Pero el 22 de enero de 1939, y ante la inminente ocupación de la ciudad, el poeta y su familia salieron de Barcelona en uno de los vehículos de la Dirección de Sanidad; les acompañan, entre otros amigos, el filósofo Joaquín Xirau, el filólogo Tomás Navarro, el humanista catalán Carlos Ribas, el novelista Corpus Barga y la interminable caravana de españoles que la autora describe en “Pasar haciendo caminos”. Tras una última noche en suelo español, en Viladasens, las cuarenta personas que componían el grupo culminó el último tramo hacia el exilio. Apenas a medio kilómetro de la frontera con Francia, tuvieron que abandonar los coches dada la imposibilidad de avanzar entre la muchedumbre. Tuvieron que abandonar sus maletas al pie de la larga cuesta que hubo que recorrer bajo la lluvia y el frío del atardecer hasta la aduana francesa, que sólo pudieron superar tras largas y complicadas gestiones. Unos coches les llevaron hasta la estación ferroviaria de Cerbère, donde gracias a las influencias de Xirau se les permitió pasar la noche en un vagón estacionado en vía muerta.

Presina Pereiro

A la mañana siguiente, con la ayuda de Navarro Tomás y Corpus Barga, se trasladaron en tren hasta Collioure (Francia), donde el grupo encontró albergue en la tarde del día 28 de enero, en el Hotel Bougnol-Quintana. Allí quedaron a la espera de una ayuda que no llegaría a tiempo.​ Antonio Machado, dada su delicada salud, no dilató su exilio; murió a las tres y media de la tarde del 22 de febrero de 1939, miércoles de ceniza. Su madre murió el 25 de febrero, justo el día en que cumplía los ochenta y cinco años de edad, ​ haciendo efectiva la promesa que formuló en voz alta en Rocafort: «Estoy dispuesta a vivir tanto como mi hijo Antonio». Ana Ruiz fue enterrada junto a su hijo en el nicho cedido por una vecina de Collioure, en el pequeño cementerio de la localidad francesa donde reposan sus restos desde entonces.

Todos estos hechos reflejan la vileza y la inconsciencia de los intereses de la política internacional que pueden desembocar en terribles dramas humanitarios a los que, siendo causantes de ellos, no se les da solución. Los protagonistas de esta magnífica narración son, verdaderamente, las almas de todos aquellos refugiados que, gracias a escritoras como Presina Pereiro o fotógrafos como Robert Capa, han recuperado su drama del olvido para recordarnos la deuda que muchos países vecinos no han saldado con España.

[1] Capa, R. Todos los rostros: campos de concentración franceses. 1940
[2]  Samí  Naïr “Refugiados: Frente a la catástrofe humanitaria una solución real”Edit. Planeta, S.A.,Barcelona, 2016
[3] David Jorge  “La Sociedad de Naciones y la Guerra de España” https://www.ucm.es/data/cont/media/www/pag-13888/DJorge_Texto%20Seminario%20(2).pdf
[4] Morales Lomas, Francisco “Poética machadiana en tiempos convulsos: Antonio Machado durante la República y la Guerra Civil” Edit. Comares, S.L. Granada, 2017.


LA AUTORA

INMACULADA GARCÍA HARO nace en Málaga. Es licenciada en Filosofía y Letras y cuenta con numerosas publicaciones de poesía, narrativa, ensayo y crítica literaria. Su obra ha sido traducida al inglés, al rumano y al holandés. Ha participado en numerosos encuentros y congresos de poetas nacionales e internacionales y, recientemente, ha sido galardonada con la Medalla de Reconocimiento a la Actividad Literaria de la Editorial Botella al mar en Punta del Este, Uruguay. Es gestora cultural promoviendo la igualdad de género en el ámbito literario y artístico desde el Grupo de Autoras por la Literatura y las Artes (Grupo ALAS) de la que es Vicepresidenta.

http://rutadeinma.blogspot.com http://www.alasescritorasyarte.com

http://www.aceandalucia.org