La culpa y el tiempo | «Aves del paraíso», de Luisa Etxenike

Luisa Etxenike escribe una novela contenida y lírica sobre la paternidad, la responsabilidad de los padres sobre los actos de los hijos y esa edad intermedia entre la madurez y la vejez. 
© RECAREDO VEREDAS

Las mejores novelas superan el marco histórico donde se ubican y se convierten en reflexiones sobre aspectos esenciales del ser humano. En Aves del paraíso ese aspecto esencial es la relación paterno-filial, concretada en el sufrimiento de un padre por los actos impíos de su descendiente. El marco escogido es el terrorismo de ETA, pero la misma historia podría ocurrir –y a buen seguro ocurre- en cualquier parte del mundo. Pese a la universalidad, la perspectiva de Etxenike resulta sumamente original porque se aleja desde la primera página del foco central de la trama y construye un potente relato sobre la culpa y la extrema dificultad de alejarse de su radiación.  En muy pocas páginas el narrador realiza una elipsis que comienza en el nacimiento del hijo, cuando el padre toma al recién llegado al mundo entre sus manos, y culmina en la conversación final. Lo central, lo traumático, queda omitido y debe ser recreado por el lector. Pero Etxenike no es una minimalista al uso. Como es norma en tal escuela lo que se muestra es solo una parte mínima de lo que ocurre y deja rastro suficiente para que el lector interprete, pero lo mostrado no es un simple trazo, sino una serie de imágenes vivas, orgánicas. Por ejemplo, en la página 18, describe con absoluta claridad las consecuencias de la ansiedad: Manos al cuello en cualquier momento, dejándote sin aire.

La toma de conciencia del padre implica una quiebra radical de la ilusión y de las expectativas que siempre genera un hijo, una crisis vital que se concreta en una profunda depresión. Etxenike escoge, por tanto, la zona emocional frente a la argumental. Evita la posición que tomaría, por ejemplo, una novela negra, que ensalzaría la tensión provocada por los antecedentes y consecuencias de la acción centrándose en la trama más obvia, que es la del criminal y la de su víctima. Tal opción no implica en absoluto que la trama se descuide: El lector siente interés desde la primera página por el origen del sufrimiento del hombre, de su exilio real y moral. Es decir, Etxenike parte de las consecuencias para alcanzar la causa. La información aparece en aparente desorden, siguiendo los vaivenes emocionales del padre, su vagabundeo por el sur de Francia y el País Vasco, una tierra bellísima convertida en un simple paisaje de dolor bajo los ojos del protagonista. La habilidad narrativa de Etxenike hace que conforme las páginas avanzan todo cuadre pero el lector no tiene la certeza total de lo ocurrido hasta que la autora decide mostrarlo de manera directa, sin dejar espacio para la ambigüedad. Tan difícil reto precisa una elección narrativa correcta: se vale de una tercera persona muy próxima a una primera, un narrador que es la sombra absoluta del protagonista, que prácticamente se apoya sobre sus hombros y sabe más sobre su vida que él mismo. Porque el protagonista ha decidido olvidar lo que no quiere ni puede asumir, aunque no pueda hacerlo y, como todos, al final se vea obligado a asumir la verdad.

El marco escogido es el terrorismo de ETA, pero la misma historia podría ocurrir –y a buen seguro ocurre- en cualquier parte del mundo. Pese a la universalidad, la perspectiva de Etxenike resulta sumamente original.

El estilo es lírico, aunque tal vez más austero que en su precedente “Absoluta presencia”, lo que ayuda a la cohesión de la novela, a su poder narrativo. Puede afirmarse que Etxenike es una poeta que ejerce de narradora, similar en su vinculación de potencia lírica y narrativa a otras artistas de la palabra como Menchu Gutiérrez o Chantal Maillard. Gracias a su talento poético, Etxenike entremezcla lo narrativo con imágenes tan eficaces, tan sólidas que pese a su aparente complejidad se entienden a la perfección. Son latigazos, revelaciones de sentido para cualquiera que haya vivido. Aunque la novela pueda ser entendida por cualquier lector, la comprensión plena queda reservada para el lector que cuente con cierto bagaje vital. Podría incluso afirmarse que solo quien haya sufrido puede comprender con plenitud sus imágenes. La descripción de las aves y sus rituales quedan como muestra de una naturaleza indiferente al dolor humano, que prosigue su curso, sus rituales tan prácticos como inmutables. En el desenlace Etxenique recurre a la información directa, aunque ya sepamos lo que ocurre. Tal vez la novela precisaba ese cierre contundente. Ese diálogo entre un padre y un hijo destinados a la incomunicación hasta que, dentro de décadas, si ambos siguen vivos, el hijo pueda tomar conciencia.

La recepción pública y crítica no suele valorar la importancia de la edición. Y la posee porque la forma condiciona el sentido tanto como el fondo. No solo incluye las palabras escogidas, también pesan las decisiones editoriales. Aves del paraíso precisaba exactamente la edición que ha tenido: limpia, amplia, con bellas ilustraciones en blanco y negro que recuerdan a las láminas naturales del Siglo XIX, que aportan la tranquilidad que precisa un tema terrible.

Aves del paraíso. Luisa Etxenike. Nocturna Ediciones. Madrid, 2019. 120 páginas, 16 €.


RECAREDO  VEREDAS  (Madrid, 1970) ha estudiado Derecho, Edición y Creación Literaria. Ha publicado 7 libros. Los que más le gustan son los más breves, los poemario Nadar en agua helada (Bartleby, 2012) y Esa franja de luz (Bartleby, 2019), pero se siente orgulloso de toda su progenie. El último en llegar ha sido el ensayo No es para tanto (Sílex, 2016). Le preceden la novela Deudas vencidas (Salto de Página, 2014), la colección de relatos Actos imperdonables (Bartleby, 2013) y dos obras perdidas en el espacio-tiempo: la colección de relatos Pendiente (Dilema-Escuela de Letras 2004) y el manual Cómo escribir un relato y publicarlo (Dilema-Escuela de Letras, 2006). Ha trabajado para diversas editoriales, entre las que destaca Alfaguara. Ha sido profesor en la Escuela de Letras y en Fuentetaja. Ha reseñado, entre otros medios, en Quimera, ABC, Política Exterior,  Letras Libres y Revista de Letras.