Homenaje a la inmensa labor de Maya Altolaguirre, tanto como editora como investigadora, siempre a favor del redescubrimiento de la mejor poesía española del Siglo XX. La colección Cuaderno Adrede publicó en 2017 un número especial en forma de homenaje de diversos autores. Sobre ello se extiende la autora del presente artículo.
© CARMEN DÍAZ MARGARIT
Al fin volaste en Ícaro hacia tu luz natal
Maya Altolaguirre
La Fundación Gerardo Diego ha salvado del olvido la intensa labor editorial de Maya Smerdou Altolaguirre en su colección Cuaderno Adrede. Durante treinta años veló por la difusión y el cuidado de la lírica en Ediciones Caballo Griego para la Poesía. En esta hermosa andadura, todo su afán y su legado fue sacar a la luz todas las maravillas inéditas de los poetas de la generación del 27.
Su ilusión vital fueron los proyectos editoriales que fluían sin cesar. Como un milagro o un río Guadiana se sucedieron unos a otros desde 1976 a 2006, como escribe José Infante. De 1979 a 1985, no publicó nada.
Maya Altolaguirre, doctora en Filología Moderna, alternó la docencia como Profesora Titular, en la Universidad Complutense de Madrid, con su ferviente labor editorial. Sus investigaciones cervantinas dieron lugar a numerosos estudios y a libros editados como Cervantes y la novela inglesa y a otros que no pudo terminar, como Cervantes y la generación del 27. Escribió mucho sobre el 27 y sobre su tío, como por ejemplo su edición crítica de Las islas invitadas en Castalia. También redactó preliminares en sus Colecciones. Fue a su vez Secretaria General de la Sociedad Española de Literatura General y Comparada, y editó el Anuario 1616, en Minos. En Lisboa organizó unas Jornadas, Ecos de la Generación del 98 en el 27, que publicó también en 1998. Toda su actividad literaria no cabría en estas páginas.
Entrega del legado de Maya Altolaguirre a la Fundación Federico García Lorca
La Fundación Gerardo Diego ha editado Maya Altolaguirre (1), un bello ejemplar cuyo esmero recupera una saga de razas editoriales, en la actualidad casi inexistentes. En la edición, late el sincero y cariñoso recuerdo de Elena Diego,“Maya”, donde evoca las estrechas relaciones que mantuvieron los Altolaguirre con los Diego, y las “innumerables iniciativas de Manolo en cuya realización invita a Gerardo a participar”.
Su ilusión vital fueron los proyectos editoriales que fluían sin cesar. Como un milagro o un río Guadiana se sucedieron unos a otros desde 1976 a 2006.
José Infante escribe una espléndida biografía, exhaustiva y doliente, desde la infancia a sus últimos días. Dibuja la semblanza de la editora y la profesora, de la niña y la fragilidad, del ímpetu y la soledad. Pureza Canelo redacta también con profundo sentimiento “Pionera Maya”. Estas tres colaboraciones están prendadas de belleza, respeto, cariño, memoria, hondura y desamparo por haber perdido una mujer incomprendida. Andrea Puente se encarga de la catalogación y las imágenes de las ediciones de Maya. A todos ellos les expreso mi más sincera gratitud.
Como recopila José Infante, desde su primera infancia en el Limonar malagueño, Maya se deslumbró con los poetas que después se convirtieron en la generación del 27, y con la actividad de la imprenta Sur o de Litoral, a la sombra de su tío Manuel. La familia Smerdou vivía en la “Villa Maya” del Limonar. Como su padre Porfirio, al iniciar la guerra, comenzó a salvar a republicanos ocultándolos en su casa, la familia decidió que Concha Altolaguirre y sus hijos se pusiesen a salvo, Porfirio, Jorge, Luis y Maya. Pero la niñera no consintió en que se llevaran a Maya que, con apenas dos años. Comenzaba así el largo exilio que la unió y la alejó de su familia durante toda su vida. Tuvo muchos amigos como Matilde Caparrós, Marisa Morales, Elena Catena, Milagros Arizmendi, Elena Diego, Pepe Infante, Pureza Canelo o el incondicional editor Manuel Bonsoms. Maya también gozaba de la amistad de muchos miembros de la corte intelectual española. Sería imposible nombrarlos a todos.
Su primer amor editorial se fraguó en Málaga, en 1976 y 1977, cuando con Fernández-Canivell, imprimió tres números de la magnífica revista Caballo griego para la poesía. Inspirada en revistas de Manuel Altolaguirre, -como 1616 o Héroe-; y en la homónima de Pablo Neruda, que editaron Altolaguirre y Concha Méndez, entre 1935 y 1936, en Madrid. José Infante no recuerda muy bien porqué dejó de editarse la revista de Maya S.A. Cree que se debió a que el Consejo Editorial estaba dividido entre Madrid, donde vivían los Altolaguirre, y Málaga, donde Rafael León y su mentor se encargaban de la impresión.
Maya se deslumbró con los poetas que después se convirtieron en la generación del 27, y con la actividad de la imprenta Sur o de Litoral, a la sombra de su tío Manuel.
Hubo una estirpe editorial en Málaga que se afanaba por imprimir textos de una belleza poética y limpia. Altolaguirre transmitió su fascinación por las galeradas a Maya Smerdou, que editó con sumo cuidado la citada Revista Caballo Griego para la Poesía (1976-1977) y 41 títulos de Ediciones Caballo Griego para la poesía entre las colecciones Pentesilea, Héroe, Minos e Hijos de la Ira (1978- 2003) y las de la Biblioteca del 27 (1998-2006).
Maya después de crear y presidir la Fundación Generación del 27, en 1996, junto a Elena Diego, Claudio Guillén, Jaime Salinas y Ángel Yangüas Cernuda, se aventuró en la nueva serie editorial Biblioteca del 27, también dentro de Ediciones Caballo Griego para a Poesía, donde planificó hasta diez colecciones, como recuerda Pepe Infante. Salieron a la luz (1998- 2006) las colecciones Imagen, Público, Presagios y Oscura Noticia. Quedaron inéditas: Las islas invitadas, Las Nubes o Los Encuentros. Elena Diego rememora que las publicaciones de la Biblioteca del 27 se publicaron gracias al apoyo de la Universidad de Alcalá y otros patrocinadores.
La catedrática de francés, refiriéndose a las reuniones del Patronato de la Fundación Generación del 27, destaca la complicidad feliz de sus miembros, que según Elena les permitía “disfrutar de una amistad que deseaba ser digna de la que nuestros mayores conocieron.” La hija de Gerardo añora “aquellas reuniones amistosas, frecuentemente alrededor de una mesa en un restaurante familiar próximo a la casa de Maya”.
No descuidó Maya Altolaguirre, en su incansable búsqueda de la belleza, a los pintores que ilustraron sus libros, como José María Prieto, Gregorio Prieto, Elena Pastor, Enrique Brinkmann, Adolfo Halty, Paulino Vicente, Manuel Altolaguirre o su nieta Macarena Smerdou, entre otros. En sus publicaciones eran frecuentes los Preliminares y los Epílogos con firmas de prestigio.
En 2006, y como canto de cisne, publicó Imagen de Dámaso y Eulalia Galvarriato, con textos de Elena Diego, Claudio Guillén y José Infante. En el albedrío del espíritu mágico de Maya, coinciden Elena Diego y José Infante precisamente como colaboradores también en este Cuadernos Adrede.
Desde que falta Maya, aunque subsistan con fuerza en Málaga el Centro Cultural de la Generación del 27 o la larga tradición de Litoral, el mar malagueño se ha quedado sin el entusiasmo editorial de los Altolaguirre, Emilio Prados…
Desde que falta Maya, aunque subsistan con fuerza en Málaga el Centro Cultural de la Generación del 27 o la larga tradición de Litoral, el mar malagueño se ha quedado sin el entusiasmo editorial de los Altolaguirre, Emilio Prados… Tras años de inactividad, la imprenta Sur vuelve a estampar desde 2018. Quizá el espíritu de Maya Altolaguirre aliente a las musas y a los dioses mayas para que renazca una nueva generación de poetas, pintores y editores que le haga sombra a la del 27.
El legado de Maya Altolaguirre descansa -gracias a la incansable labor de Matilde Caparrós, su amiga más fiel, y de Juan de Loxa– en el Museo Casa Natal Federico García Lorca de Fuentevaqueros.
Pureza Canelo finaliza su peculiar homenaje a Maya recordando que: “Ya quedan pocos de los alborotados por Maya entre nosotros. También a su memoria este sencillo cuaderno fiel al espíritu de Gerardo”. Este Cuaderno Adrede es pura justicia a Maya Altolaguirre. Se prensó en Bedia, -la imprenta histórica con solera de Santander que equivale a la editorial malagueña Sur -, hoy en manos de Carmen Bedia. Este libro recoge por primera vez el Catálogo de todos los títulos de Maya Altolaguirre, que ha estado al cuidado impecable de Andrea Puente. El libro concluye con un índice onomástico y una sección de Imágenes de Ediciones Caballo Griego para la Poesía.
Maya Altolaguirre nos dejó el 17 de febrero de 2016. Elena Diego la conmemora “inteligente, generosa, impredecible. Maya ha dejado honda huella humana y literaria. Descanse en paz quien tanto hizo por los demás.”
(1) Maya Altolaguirre. Edición al cuidado de Pureza Canelo y Andrea Puente. Biografía de José Infante. (Cuadernos adrede, 8). Fundación Gerardo Diego. Bedia Artes Gráficas. Santander. 2017. 83 páginas.
Autores de las Colecciones de Ediciones Caballo Griego para la Poesía (1978-2006)
*Pentesilea (1978-1991) Poesía: Jorge Guillén, Rosa Chacel, José Infante, Concha Méndez, Dámaso Alonso, Victoria Atencia, Pureza Canelo, José María Prieto, Ernestina de Champourcin, José García Nieto, Pablo Luis Ávila, Clara Janés.
*Héroe (1979-1996) Prosa: Juan Ramón Jiménez, Juan Gil-Albert, Manuel Altolaguirre, Rosario Hiriart, De Altolaguirre a Gerardo Diego, Luis Mateo Díez y: Varios Autores, Versus Amadeus (homenaje a Mozart) .
*Colección Minos (1992 y 2002)
*Revista Anuario 1616.
*Hijos de la Ira (1997-2003). Facsímiles de Dámaso Alonso, Luis Cernuda y María Teresa León Goyri.
BIBLIOTECA DEL 27 (1998-2006)
*Imagen (1998-2004) Antologías. Luis de Góngora, Pedro Salinas, Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre, Emilio Prados, Federico García Lorca, Jorge Guillén y Federico García Lorca.
*Público (1998-2005) Teatro. Gerardo Diego, Concha Méndez, Federico García Lorca, Concha Méndez y Manuel Altolaguirre.
*Presagios (1998) Epistolarios. Vicente Aleixandre
*Oscura Noticia (2004) Inéditos. Eulalia Galvarriato.
*Sin colección (2006). Dámaso Alonso y Eulalia Galvarriato.
LA AUTORA
CARMEN DÍAZ MARGARIT (París, 1961), ha vivido en Valencia, San Sebastián y Madrid, donde reside actualmente. Se doctoró en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid. Ha sido profesora de Español para Extranjeros, colaboradora del Departamento de Literatura Española de la Facultad de Filología en esta misma universidad y profesora de Enseñanza Secundaria, de Lengua y Literatura Española. Ha publicado entre otros, los siguientes libros de poesía: Gacelas de la selva alucinada (1991), Perfil de sirenas (1994), y Orlando o el desconcierto de las alondras (1999). En prosa poética, destacan Las visiones azules de Isadora (1990), Monólogo de una nube con “Las islas invitadas” (1993) y “Requiem en Re menor” de Mozart (1999). Destacamos así mismo la publicación de su tesis doctoral, sus ensayos, sus numerosos artículos, sus ediciones de otros autores y alguna obra teatral como El loco y su pelícano.