Sobre «Manumisión», de José Cabrera Martos

El nuevo poemario de José Cabrera Martos, entre la comunicación y la construcción de un discurso que indaga en la relación entre el ser y el tiempo histórico. 
© FRANCISCO MORALES LOMAS

Decía hace un tiempo que la poética de José Cabrera Martos es la resultante de la alianza entre fondo y forma, una síntesis en la que tan importante resulta el proceso de comunicación poética como la orfebrería formal en torno a ella. Los poemas de Cabrera Martos se transforman en un medio de comunicación para trasladarnos las injusticias que tienen lugar en muchos lugares del mundo, pero también la sonoridad expresiva que puede adornar y canalizar su locución.

Su último poemario Manumisión (Ed. Valparaíso, Granada, 2017) se inserta plenamente en ambas líneas rigurosamente estructuradas en tres partes -cada una con siete poemas- y  un poema prologal, que sirve de obertura, y todo ello con la temática de la libertad con sus sentidos múltiples en un momento en que la degradación de esta palabra es consustancial a su sentido póstumo. Porque podríamos preguntarnos: ¿qué es la libertad en una sociedad globalizada donde nuestros datos y nuestra identidad están en manos de las grandes multinacionales de la comunicación? La manumisión del título muy expresiva en las sociedades esclavistas ¿se corresponde con la sociedad actual? ¿Somos ciudadanos libres o el esclavismo del siglo XXI es otro?

Realmente Cabrera Martos plantea una temática muy interesante que conecta directamente con un sentido ético de la existencia pero también de la construcción del discurso literario. Hay una manifestación inicial sobre qué sentido hay del concepto de ser y cómo el pasado nos conforma. El poeta necesita transparencia, claridad, como decía Wittgenstein. Necesitamos evidencias.  Nos hallamos insertos en la niebla, huyendo de sí, perdidos… pero con la voluntad precisa del vivir, de ser, de estar en el mundo. Acaso en el sentido de Dasein, al que se refería Heidegger en Ser y tiempo.  Necesitamos al mismo tiempo definir qué es la realidad, ¿la realidad interior es muy diferente de la exterior? Y en ese pintura de esa realidad que nos conmueve “pintar lo cotidiano” pero “con un nuevo orden”. En esta organización del pensamiento el poeta se deja seducir por la alegoría de la existencia, la construcción de ese nuevo orden y mirar hacia el futuro, porque el ser humano lo es si siente la necesidad de mirar hacia delante: “No sé si habrá mañana”, se pregunta el poeta. Una pregunta que ya es una respuesta, donde el miedo al futuro es un inhibidor de alta frecuencia del ser y donde la casa y sus pasadizos interiores, la propia cotidianidad, son los elementos que mantienen esa sustancia del vivir.

Principios como justicia, belleza, verdad o desobediencia están plenamente justificados en el poema

Esa búsqueda del ser en su identidad, en su organización de sí, es permanente a través de los juegos simbólicos diversos con los que el escritor desea crear una evidente riqueza semántica que no minimice el acto en sí, y donde la ruina de lo creado y la muerte no sean determinantes de ese futuro. Y al mismo tiempo que la duda es un reclamo para el ser, se produce una suerte de binomio creador formal en el que la esticomitia, como estructural en el poema, genera una destrucción en el orden lógico de la frase tanto como en la gradación de los anacolutos que lo sustancian todo.  De este modo la forma, como decíamos al principio, determina un estado de sentido y comunicación preciso muy estructurado y relevante donde lo cotidiano, la casa y sus metáforas diversas se dan la mano y cómo el día a día determina ese futuro en ciernes que afirmaba con dudas: “Hoy me han cortado el suministro también como/ voto obligado a la pobreza, noche/ oscura, mientras otros se elevan construyendo/ moradas exteriores y el consumo/ de luz se ha disparado/ para ahuyentar la oscuridad interior”.  A través del intertexto de San Juan de la Cruz acapara la actualidad cuya vigencia espiritual rota nace de esa estructura material también desgarrada. Y ante esta situación trágica (en la lírica de Cabrera Martos el protagonista siempre acude a la épica) se propone como recorrido la mirada interior: “Todo está dentro de ti, es inútil la búsqueda”.

Cabrera Martos con Manumisión definitivamente crea, ofrece, las grandes claves de lo que hemos dado en llamar Humanismo Solidario. Una lírica en la que la perspectiva subjetiva debe ser necesariamente otra a la de la lírica tradicional y en la que el poeta mira a los demás para sentirse en comunión con ellos. Los demás somos nosotros mirados desde otra perspectiva. Y allí estará siempre el hombre: “Y me llamaron hombre”.

Y siempre la inquietud de lo recibido y la búsqueda de un futuro donde la manumisión no sea solo una palabra.

Lo formal tan importante siempre en la obra de Cabrera Martos se hace muy presente a través de la cursiva que conduce su propia estructura interna y nos traslada por principios éticos y morales que nos muestran otra literatura profunda y creadora. Principios como justicia, belleza, verdad o desobediencia están plenamente justificados en el poema tanto como ese recorrido literario por el mundo y ese yo que se esconde en la nevada reciente a medida que la poesía se prosifica y el poema se convierte en historia, en fábula que atraviesa siempre los conceptos de identidad/no identidad, ser/no ser que nos concita a la búsqueda tanto como a la definición.

A veces su lírica puede entenderse como un discurso hermético que necesita un lector avezado en un mundo que nos duele, que surge de consuno como una estructura que nos imprime dolor. Y siempre la inquietud de lo recibido y la búsqueda de un futuro donde la manumisión no sea solo una palabra. El poeta es un resiliente que sabe de ese mundo y que lucha por conquistar otros caminos: “Nosotros no esperamos/ para derribar a los dioses/ que no existieron nunca y nunca/ fueron más que los hombres”.

El comienzo del ser y la creencia en él son sustanciales en estos versos que convocan a un tú que mira siempre hacia el interior para poder ser iluminado ante tanta oscuridad (“Hoy creemos en luces/ fijas, internas”) y el acto en sí de la creación es lo que nos define como seres humanos. Ser un poco esos dioses que cogen el barro y crean: “Puede que seas feliz cuando olvides el mundo/ que te proponen y cojas el barro en tus manos”. El acto de la creación como resolución de las ecuaciones planteadas, como una forma de solventar ese futuro que en sus versos triunfa siempre con una optimista esperanza, como la de esa niña de Perito Moreno  que hundió su corazón en el lodo.

Pero Cabrera Martos resiste porque cree fervientemente que “solo nacemos para ver la edad del relámpago”.

En definitiva, un poemario rico en matices y abierto al lector pero profundamente comprometido con la realidad del ser humano y donde desde la perspectiva de esa humanidad conquistada todos somos uno, el poeta en canto y verso y el mundo como formas de ser.


EL AUTOR

FRANCISCO MORALES LOMAS. Académico de la Academia de Buenas Letras de Granada y de la Academia Artes Escénicas de España. Doctor en Filología Hispánica. Profesor Titular de Universidad. Catedrático de Lengua Castellana y Literatura en E.S. Licenciado en Derecho y licenciado en Filosofía y Letras. Presidente de la Asociación Andaluza de Escritores y Críticos Literarios (AAEC) desde hace doce años y presidente de la Asociación Internacional Humanismo Solidario (AIHS). Vicepresidente de la Asociación Colegial de Escritores de España-Andalucía y vicepresidente de la Asociación de Dramaturgos, Investigadores y Críticos Literarios de Andalucía. Ha recibido algunos premios literarios. Ha publicado más de sesenta títulos en poesía, narrativa, teatro, ensayo y crítica literaria, una treintena de capítulos de libros y un millar de artículos de crítica literaria. Poesía: Veinte poemas andaluces (1981), Basura del corazón (1985), Azalea (1991), Senara (1996), Aniversario de la palabra (1998), Tentación del aire (1999), Balada del Motlawa (2001), La isla de los feacios (2002), Eternidad sin nombre (2005), Tránsito (1981-2003). Antología (2005), Noche oscura del cuerpo (2006), La última lluvia (2009), Puerta del mundo (2012). Narrativa: El sudario de las estrellas (1999), Juegos de goma (2002), Candiota (2003), La larga marcha (2004), El extraño vuelo de Ana Recuerda (2007), Tesis de mi abuela y otras historias del Sur (2009), Bajo el signo de los dioses (2013) Cautivo, (2014) y Puerta Carmona (2016). Teatro: El lagarto (2001), Un okupa en tu corazón (2003), La yaya de Mauritania (2005), El urólogo (2007), El caníbal (2009), Caníbal teatro (14 obras de teatro breve, 2009), El encuentro (2012), El desahucio (2014), Vaffanculo, Los monstruos de la razón (en Teatro completo. Volumen 1, 2014), El hombre de hierro, Los ídolos, El buen salvaje y su prima de Verona y Feliz cumpleaños, papá (en Teatro completo. Volumen 2, 2015) y La farmacopea, El encuentro, El pordiosero, El poeta caníbal, El hombre de color, El descubrimiento, El ascensor y la cabra, El mecánico, La prima, Los inmigrantes y La casa (en Teatro completo, Volumen 3, 2017). Como ensayista tiene publicadas veintiocho obras.